ESPERANZA SANDOVAL SANTANDER. (GRANADA SANDOVAL)
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sábado, 9 de octubre de 2021
viernes, 8 de enero de 2021
CARTA
ABIERTA A MI HERMANO DEL ALMA
JOSÉ MARÍA ESPINAR SANTANDER.
(DESTINO AL INFINITO)
(Finales
del 2020)
Granada
Sandoval.
Mi
querido José María, mi hermano de alma.
Hoy,
último mes del aciago 2020, estoy viviendo una de esas noches interminables de
insomnio que padezco y tengo el alma abrazada a tu recuerdo.
Como
siempre, me engancho a la escritura, única fórmula que conozco para buscar
tranquilidades, escribiendo se funde el llanto por mi pulso dibujando mi sentir en letras hasta
encontrar la paz que necesito.
Hoy
hace once meses que te fuiste, once largos meses de dolor sintiendo tu ausencia
sin regreso.
Desde
entonces una parte de mi quedó vacía, la muerte fue contigo implacable, cruel e
ingrata, llegó con su manto de agonía sin darte apenas tiempo de esquivarla.
Hoy
mi alma quebrada en soledades recuerda tu imagen tan querida, estoy recordando tu
última visita por mi casa, recuerdo tu sonrisa afectuosa disimulando el dolor
que te aquejaba, tu voz enronquecida, casi apagada, tus ojos tenían un velo nebuloso en el hermoso azul de tu mirada.
Venías
con un libro entre las manos titulado, LA TIERRA SIN MAL de Jesús Sánchez Adalid, traías también el trasportín
de ruedas que siempre llevabas en el coche y una caja de kakis, se lo diste a
Manolo diciéndole, “Toma todo para ti, te lo regalo”
Nos
sentamos en el sofá y me diste el libro diciendo, “lo estaba leyendo pero te lo
dejo para que tu lo acabes, te va a gustar” al cogerlo toqué tus manos, las
sentí frías, tremendamente frías, las cogí entre las mías y dije, “niño tienes
las manos heladas ¿Cómo estás hoy”, “Hay voy, bastante cansado, a ver si me las
calientas, me iré cuando las tenga como tú… y no me preguntes nada que me
cuesta mucho hablar” mantuve tus manos entre las mías mientras pensaba…¡Cuánto
sufrimiento reactivo tiene la quimioterapia… ¡Dios mío si estás en algún sitio
otórgale a mi criatura el milagro que le
está haciendo tanta falta!”
Estuve
con tus manos entre las mías mientras oías algo que Manolo te explicaba que
ahora no recuerdo, estoy segura que tú ni le escuchabas, al poco rato dijiste,
“ya puedes estar tranquila, me has calentado las manos, me voy a casa”
¡Cómo
iba yo a imaginar que era la última vez que te vería! ¡Cómo iba a pensar que lo
habías planeado todo para despedirte de mí en vida, me dejabas tu libro a medio
leer y yo sin pensar que aquello era tu despedida…¡Dios que despiste tan tonto
el mío!
Hacía
tiempo no me habías abrazado como lo hiciste al irte, fue un abrazo largo, tierno
cálido y me dijiste “cuídate mucho niña que este invierno trae muy mala cara”
me quedé con tu libro entre las manos y yo te di el último que había escrito junto
a otros autores, te dije, “es una antología titulada UNAS ALAS PARA VIVIR, un
libro donde todos los autores hemos cedido nuestros derechos a favor de los
trasplantes de órganos y médula ósea, la recaudación va por entero a la
fundación José Carreras.”
“Falta
me hacen a mi esas alas” dijiste dando un abrazo a Manolo al marcharte.
Aquel
mismo día Manolo y yo nos vinimos a la torre, buscando tranquilidad y esperando
el milagro de que por una vez el cáncer fuese benévolo contigo… confiábamos en
el avance medicinal que te estaban aplicando, confiábamos que pudieras superar
el mal maldito que tanto daño había hecho en la familia.
Pero
no fue así, yo me convencí que todo iba a mejor al recibir el día de Noche
Vieja la foto donde todos sonreíais junto a Sofía, me la mandó Lidia
felicitando el fin de año, le dije a Manolo, mira parece que el José María está
mejorando.
Qué
equivocación más grande, aquella foto era una foto antigua que me engañó por
completo, cuando Lidia la mando ya estabas ingresado en cuidados paliativos, quise
ir a verte y la Evelyne me dijo que no lo hiciera porque tú habías pedido que
no querías ver a nadie.
Me
es muy difícil explicar mis emociones, muy difícil recordar aquel instante, tu
vida se apagó al octavo día, te sedaron y a los tres días tu alma dolorida se
fue al aire.
¡Cuánto
dolor, cuanta amargura te dio el rayo maldito de aquel cáncer! ¡Cuánto daño
esculpido en tu garganta, cuanto temor en tu sangre y en mi sangre!
Esta
noche me invaden los recuerdos apretando con saña…son infames…me duele el corazón
el pensamiento y tantos momentos gravados con tu imagen…
¡Qué
negra cruz! ¡Qué losa ingrata se remueve grabada a fuego vivo en los rincones
del alma!
Primero
fue tu padre, luego el Antonio, después se fue el David y ahora tú… ¡Maldita
enfermedad, mil veces maldita sea!
Esta
noche no cabe más dolor en mi espesura, mi corazón se recrea en los recuerdos
con tristeza y parece querer pararse sin remedio, duele sentir tanta dureza, tanto
miedo encima de tus hombros, tanto dolor que supiste sobrellevar con entereza.
Mi
soledad vaga sin voz, cansada y fría por el retablo infame que te abarca que
parece sellado con la cruz de la amargura y el hechizo ingrato de la parca.
Hay
veces que el dolor, las soledades, necesitan nutrirse en la escritura para
poder aliviar tanto vacío, tanto daño que inunda al corazón cansado de sufrir, y yo, que apenas
se llorar, mi llanto es seco, es como un río interior que sobre pasa las
compuertas del tiempo y de la vida por secas tempestades, mi llanto es como la
tormenta que pasa tronando por crudos secarrales y necesita descargar a
pedradas su dolor en forma de palabras.
Hoy
tengo que escribir, necesito escribir sin freno, dejar salir el daño que me
abrasa en un grito de dolor que me acongoja a punto de estallar…¡Arranco letras
y letras que no paran de salir estrujándome el alma!
Versos
y veneno, esa es mi forma de llorar, mi desahogo, la manera que tiene mi alma
de serenarse, de que este corazón cansado y viejo encuentre la fuerza que le
falta emborronando hojas en blanco de un cuaderno.
Yo
siempre me he desahogado escribiendo, he cubierto cielo y tierra de palabras,
he sido un huracán atormentado buscando sedación en la escritura, y hoy también
quiero hacerlo.
Pero
hoy, no quiero ahondar por la pena, hoy voy a regresar al principio del
recuerdo, a los años más tiernos de mi vida cuando apenas yo tenía cuatro años
y naciste tú prenda querida, te recuerdo como una seda de amor y de ternura que
tenía en los ojos todo el azul del mar y
de los cielos.
Te
tocaba y todo eras calor, chiquitín y tierno, recuerdo como tu madre y mi madre
te arropaban, y yo quería ser tú, te sentía el gemelo de mi sangre, un tesoro
sin par del alma mía.
Eras
tibio y pequeño, blanca luna que llenaste de luz toda la casa, porque venías
repleto de alegría para cubrir el vacío que había dejado mi hermana, mi única
hermana, una niña rosada y chiquitilla que me dio pocos meses de compañía.
Ella
me enseñó lo inmensidad del cariño más tierno en veintidós meses de su vida, me
borró miedos y soledades que dejó el abandono de mí padre, ella llenó por
entero mi alma con la ternura de un ángel… Pero de golpe se fue, me dejó sola de
nuevo enseñándome por primera vez el terror de la muerte cara a cara.
Yo
me quise morir, mi madre me dijo que se había hecho estrella y en el tul
inseguro de mi vida mi obsesión era mirar al cielo queriendo irme con ella, por
eso cuando tú naciste me convencí de que ella te había mandado para consolarme,
que tú habías venido para aliviar mi soledad con tu presencia.
Eras tan pequeñito, tan rosado, tan suave, tan
tierno, tan del alma que te adentraste por completo por mi vida borrando mis
ganas de irme al cielo, dándome ganas de vivir, dándome alas.
Contigo
se me abrieron horizontes llenos de risa y juegos, y en mi infantil fantasía me
convencí que eras el niño Jesús que mi hermana Expectación me había mandado para que yo lo cuidara.
Recuerdo
aquellos años con tanta ternura, que me negué a que fueras mi primo, ser primo
lo veía muy lejano, la prima Martirio que era un año mayor que yo me tomo unos
celos rabiosos cuando yo le decía que era hermana del niño Jesús, como su padre
era hermano de tu padre y su madre hermana de tu madre ella se tenía por tu
preferida y siempre me decía “Es más mío que tuyo porque es mi primo doble, tu
nunca serás igual que yo porque nosotros tenemos la sangre doble, tu solo
tienes la sangre de tu madre porque tu padre no te quiere”
No
te imaginas como dolía aquello en mi niñez cargada de complejos, aquella guerra
de celos no se terminaba nunca, aumentaba con el tiempo, ella y su hermano me
tenían por una intrusa que rivalizaba por igualarme en su doble parentela,
dedicaban todo su tiempo en marginarme.
Fueron
años de debates infantiles y guerras de cariño, años que no corrían, resbalaban
por un sendero de juegos y trifulcas, por un tapete celoso que el tiempo nivelo
en su justa balanza y cada cual gano el sitio en tu corazón con las armas puras
del cariño.
Cinco
años después nació el Antonio, otro milagro de amor, otra esperanza, que en su
inocencia pura transformó un hilo indestructible que trenzaría para siempre el
lazo justo que me hizo vuestra hermana.
Los
dos fuisteis para mí mis dos puntales, el seguro protector que me faltaba,
compañeros de apoyo y andamiaje de la frágil estructura que me abarcaba… fui
para vosotros tan de vosotros, fuimos tan de igual y unida alma que la prima
doble jamás me lo perdonaría, la tormenta de sus celos fue tan clara, que jamás
comprendió que sus ataques eran abono de cariño en nuestras almas.
Hoy
necesito recordar aquellas cosas que a nadie le dijimos, nos bastaba saberlo a
nosotros tres, ella sobraba, pero hoy es preciso y necesario recordarlas porque
tengo el corazón tan oprimido que solo vuestra imagen me relaja.
Por
nosotros pasó el tiempo, todo pasa por el paso agridulce de la vida que deja su
amargor y su esperanza.
En
la vida hay tiempo para todo, pero el alma, esa cosa sutil que nos mantiene y
que nunca sabemos situarla, esa nos deja una luz que es luz y enganche que nos
mantendrá siempre unidos a pesar de la muerte y su distancia.
Esta
noche será la noche que se cubra de secretos eternos, de palabras, es la noche
donde yo imprima ese retablo de unos años que fueron solo nuestros porque
fueron trenzados de cariño, y el cariño nada ni nadie lo separa.
Por
eso hoy necesitaba escribir, porque es mi forma de llorar o de reír, necesitaba
este sedante del recuerdo en el alma,
estos recuerdos que me dan fuerza y de valor para elevar vuestra ausencia
al Parnaso eternal de la poesía.
No quiero llorarte muerto
porque la muerte no existe.
Es mi cariño de hermana
que a perderte se resiste.
No quiero mirar los grises
ni en tus ojos ni en tu piel,
porque tus ojos son mares
y tu piel panal de miel.
junto a mí, ser dos estrellas
recorriendo las galaxias
lo mismo que dos centellas.
corrigiendo mis errores
y sentirte siempre atento
para calmar mis dolores.
recordarte entusiasmado
contándome tus proyectos
de un futuro programado.
por el rincón más tapado
de aquellos años de infancia
que forman nuestro pasado.
¡Mi corazón adiestrado
se niega a ver que te has ido
y ya no estás a mi lado!
pero yo sigo buscando
la inconfundible elegancia
que te fuiste cultivando.
pero sé que alguna estrella
baja de noche a la calle
para pintarme tu huella.
en el umbral de tu puerta
y en cada paso del alma
que lleva tu voz envuelta.
que me quede aún de vida…
¡No quiero llorarte muerto
aunque tenga el alma herida!
entre flores tierra y trigo
porque tu vida fue vida
venciendo a cualquier castigo!
Granada Sandoval.
ENTRE TODAS LAS FLORES DEL MUNDO LA ELEGISTE A ELLA EVELYNE HULOT
domingo, 6 de diciembre de 2020
Dicen que la amistad es como el
agua,
que se enturbia muy pronto por ser
sensible,
se compone de brumas, líquido y
aire
y se empaña enseguida si no está
libre.
Dicen, “En amistades, toma en la
vida
pocas, las justas y con poco apego,
pues suele ser difícil mantener
todo
siendo fiel aportando paz y
sosiego”
Yo, ciega ante el consejo, tengo la
suerte
de tener justo al lado grandes
amigos,
desde chica aprendí entre
pedregales
quitar las malas hierbas de entre
los trigos.
He cruzado la vida nadando en
almas,
he bebido en sus fuentes llanto y
cantares
he subido a las cumbres de sus dolores
y sentido el silencio de sus
altares.
Llenaron de amalgamas mi vida
entera
y aprendí junto a ellos qué ser
distinto
es la esencia que nutre la sementera
del sembrador del verso y su
laberinto.
Ha quien llegó nadando por mis
orillas
con su sentir cansado y su paso
lento
ofreciéndome apego tan generoso
que llenaron mi alma con su
talento.
Unos fueron alegres, otros sencillos,
Igual que ruiseñores en la enramada
demostrándome siempre en su melodía
que el poema y la canción vive
trenzada.
Hay quien pasó de paso, sin voz ni
nota,
quien siendo solo un rastro de
egolatría
me enseñó que aun siendo guitarra
rota
me tensaba las cuerdas de la poesía.
He tenido de todo en mil
tempestades,
con todos se ha pulido mi
pensamiento,
por eso digo ahora…¡Qué gran
portento!
¡Me limaron mis defectos las
amistades!
Diciembre del 2020
Granada
Sandoval.
domingo, 17 de junio de 2018
HUBO UNA VEZ QUE QUISE SER POETA
RESUMEN
Osaran decir tu nombre...!
A TI HAY QUE RESPIRARTE
A ti no se te quiere, me dijo un día,
a ti hay que respirarte porque
hueles a verdad, a sangre mía
porque tienes en la piel sabor a trigo
y en los ojos el caudal de la poesía.
A ti no hay que quererte, ni adorarte,
ni cubrirte de absurda palabrería,
porque tu eres ya fuego inesorable
recubierta con el sol de Andalucía.
A ti hay que beberte como al agua,
absorberte como se absorbe cada día
la porción del aire necesario
donde late el corazón con alegría.