domingo, 2 de diciembre de 2012

PALABRAS Y VERSOS EN EL AZUL DE AL-ANDALUS




AQUÍ UNAS PÁGINAS DE MI LIBRO



  “PALABRAS Y VERSOS EN EL AZUL DE AL-ANDALUS” –



PROLOGO  (Antonio Balmón)

La poesía, el arte de dar belleza a las palabras, tiene la capacidad de hacernos leer varias veces un mismo texto hasta encontrar su tono más adecuado; cambian los ritmos, cambia de una lectura interior a recitarlo en voz alta, cambia según el lugar o la hora en que lo leamos... Podemos aprender de esta multitud de maneras de acercarnos a un libro, a un texto, como formas de ver la vida, no sólo el arte.
Varias voces pueden enriquecer la forma en que entendemos un sólo mensaje. Pero tanto como entender esa riqueza, es importante comprender lo que subyace la obra de arte original.
Granada Sandoval ha llevado su voz hasta estas páginas, para compartir su gran capacidad creativa y sensitiva con nosotros. En poesía, en prosa poética, reuniendo sensaciones, pensamientos y relatos. Los lectores vemos a través de esta ventana una parte de ese universo creativo, una forma de escribir y crear en forma de torrente, de ilusión, de la fascinación por provar empatía y compartir sueños, reflexiones y palabras. Los que la hemos escuchado sabemos de su forma ilusionante de escribir o hacer poesía, y su voluntad de que la ciudad se mantenga despierta a este tipo de creatividad. Y Cornellà, en la que promovemos un plan para fomentar la lectura como herramienta de crecimiento y conocimiento, tiene en cuenta este valor.
Mi más sincera felicitación por llevar a término esta obra, y mucha suerte.

Antonio Balmón
Alcalde de Cornellà de Llobregat

AGRADECIMIENTOS

En el apartado de agradecimientos, quiero mencionar a mí familia
Darles gracias por soportarme toda una vida robando tiempo a ellos para darme horas a mí egoistámente, gracias por entender la necesidad de aislarme en la parcela literaria, en particular a mi hija por su comprensión y paciencia, a Manolo por el ánimo que me ha dado, por su amistad, por su cariño y por su compañía.
Gracias a los amigos porque cada vez que les he leído algo me han estimulado con sus elogios.
Gracias a los compañeros por su comprensión y por su respeto, no pongo nombres porque tengo la suerte de que son muchos y no quiero olvidar a nadie, yo sé los que son y ellos saben que están ahí en un lugar preferente.
Gracias al ayuntamiento de Cornellá, (Barcelona) por dedicarle tanta atención a la cultura, gracias por el apoyo y subvenciones ya que sin ese soporte este libro no habría visto la luz.



                              
                                           Granada Sandoval

Año 2010

OPINIONES.
Poeta del sentimiento apasionado

Granada Sandoval escribe por necesidad vital, sus textos son el avenamiento de esa riqueza imaginativa suya que se desborda y se le derrama en versos o en prosa apasionada en esos espontáneos soliloquios, en los que “avanza sin parar, ansiosa por decir cosas, por denunciar cosas, por defender cosas…”

Su poesía es el espejo en que se refleja todo lo que de bello y bueno perciben sus sentidos, es ese “regusto de la sensibilidad” al que hace referencia en su poema “Divagando”. Y también lo es ante el júbilo que le produce la llegada de un nuevo ángel al redil de la familia:
           
Eres la luz de amor que me envenena
en el mar de palabras que me acosa.
Eres, con suavidad de mariposa,
mi flor de raso azul de sangre y vena.

Naturalmente, también halla eco en sus versos todo lo triste que le golpea desde su entorno: las malas noticias, tan abundantes, el hambre y el  infortunio que padecen tantos, el clamor de pueblos enteros que sufren la asfixia de una tiranía opresora o el zarpazo de una Naturaleza enfurecida..

Estremecedor el testimonio elegíaco de ese otro dolor personal, íntimo, a la muerte de un familiar cercano. Una muerte que truncó una vida joven, alguien a quien la poeta llama “Mi querido David”
“El corazón del amor se desgarra en la tristeza y me voy a aferrar a la escritura por ser el único consuelo fiel que siempre me acompaña”.

Efectivamente, es su escritura la voz de sus sentimientos, de todos sus sentimientos. También de sus horas de aislamiento voluntario, cuando disfrutando del reposo idílico de su particular paraíso a la sombra del Ordal, aspira honda esa brisa y ese paisaje y plasma en rotundos endecasílabos la plenitud de su paz interior, de su equilibrio de ánimo, para confesarnos que

En mi retina la fuerza del paisaje
desdibujando una imagen presentida,
en la ilusión un momento de añoranza
y el embrujo de una forma concebida.

Todo cuanto escribe es expresión de su verdad, nada es frivolidad o ficción, incluso cuando fantasea sobre la fundación de Elvira, la antigua diócesis romana que Plinio refutó como una de las ciudades más importantes de la Bastetania, se atiene a la referencia histórica que dan algunos autores sobre el asentamiento inicial de la actual ciudad de Granada.

Leer este libro es repasar no solo la biografía, sino también el mundo ideológico de nuestra poeta. Todo ese mundo palpita en sus páginas. De esa raíz brotan estos versos y estas prosas en las que está omnipresente su vida, sus inquietudes y su amor por todo y por todos los que la rodean o fueron cercanos a ella en algún tiempo pasado y ya no están a su lado en forma visible, pero siguen cercanos en su pensamiento y en su afecto.

Quienes conocemos personalmente a Granada Sandoval, la identificaremos plenamente al leer estas páginas; quienes no la conozcan en persona, leyéndolas acabarán sabiendo quién es y cómo es nuestra gran poeta. Este libro es el retrato fiel de sus fobias y filias, de su rebeldía y de sus amores, de sus logros y sus quebrantos, de su sentido de la justicia y de sus principios morales y humanísticos. Es un fiel retrato de su persona y de su obra.

Amigo lector: Tengo el gusto de  presentarte aquí, en este libro que tienes en tus manos, a la presidenta del Círculo Artístico y Literario El Semillero Azul.


                                               José Bretones Salinas

  
ATARDECER DORADO

Hay atardeceres de otoño que superan en belleza a las azules mañanas de primavera; te inspiran templanza, abren tus sentidos e indican que el dorado de la vida es el cúmulo de la sabiduría humana y que conjuntamente con la experiencia hace que la fuente de la sensibilidad se desborde.
Granada Sandoval se refleja en lo expuesto; es una de esas especies florales compuesta de mil colores, que no sabes si le viene de la tierra hechizada donde nació, o fue un conjuro de los astros para darle la esencia que emana de su corazón; porque ella a diferencia de otros ya nació sensible y poeta.
Bendita sea la enajenación del escritor porque sin ella el calidoscopio no sería diferente.
En este inexorable y a veces espinoso camino de la vida poética me encontré con Granada Sandoval, fue algo con lo que la Diosa fortuna me obsequió. Leer sus poemas fue el principio de mi atardecer dorado; cogido de su mano empecé a entender el significado de la poesía, se me abrieron los sentidos para ejercer correctamente el dominio poético, ya que sin él jamás habría alcanzado la satisfacción de cubrir esta necesidad vital que me ayuda a fortalecer el alma en este difícil camino de ir tirando de la vida.
Es bueno encontrar personas así que nos orienten constantemente a quien de verdad sentimos el amor y el respeto por las letras.
Gracias Granada por ser mi amiga, por ser de mi tierra y por fundar ese rincón maravilloso del Semillero Azul, donde otros muchos al igual que yo, encontramos esa  mezcla de todo donde el espíritu se sacia en la desesperada ansia de aprender.

                                 Manuel Gómez Serrano                                 

NOTAS DE LA AUTORA

Después de veintitrés años sin publicar nada mío en solitario he decidido que ya es hora de hacerlo, así que ayudada por el soporte del ayuntamiento de Cornellá voy a repetir experiencia. 
Este es un libro recopilatorio de otros libros que tengo inéditos, he querido hacerlo así, insertando unas pinceladas de varias obras para hacer un abanico variado y ofrecer un pequeño muestrario de la cantidad de trabajos que he acumulado a lo largo de estos años.
Durante todo este tiempo me he mantenido activa como presidenta del Circulo Artístico Literario  SEMILLERO AZUL, he colaborado como jurado en el certamen poético del centro Blas Infante de cornellá, he participado en antologías colectivas con otros autores, he publicado algunas cosas en revistas y periódicos, he prologado libros de otros autores y sobre todo he estado trabajado a fondo en mi propia obra en espera de decidir el momento de publicar de nuevo ya que no lo he hecho desde el primer disparate que hice en 1986 cuando me costee de mi bolsillo los dos primeros libros de poemas “RECUERDOS I” y “RECUERDOS II” unos poemarios que vieron la luz con ilusiones descontroladas e ideas confusas,  los publiqué en la editorial AMARANTOS, la única que sobrevivía a consta de cuatro ilusionados como yo que arriesgaban el dinero sin respaldo de promociones editoriales, ni de ventas.
Yo, sin encomendarme a nadie y sin tener idea de nada me embarqué en el disparate de desembolsar casi un millón de pesetas de los de antes en publicar unos libros que no tenían más carta de presentación que unas enormes ilusiones, así de golpe y porrazo me encontré con dos mil ejemplares de cada libro para despacharlos con presentaciones improvisadas en centros culturales o casas regionales.
Tengo que reconocer, que nadie me forzó a meterme en aquella odisea que fue bastante desalentadora para mí, ya que por aquel tiempo pensaba que se me iban a abrir las cumbres literarias con aquellas publicaciones.
Desde luego los libros quizá cumplieran con aquella frase del pintor que preguntó a un crítico, ¿Qué le ha parecido mi obra? Y este le contestó, ¡Los marcos son preciosos! Pero ya digo, por aquél entonces me hicieron ilusión, pero todo quedó en eso, en la ilusión de verlos en letra impresa y el palo de tener que regalarlos casi todos; Y digo casi todos, porque la Generalitat de Cataluña se quedó con seiscientos ejemplares de cada uno porque se publicaron en bilingüe, beneficios que se quedó la editorial para cubrir gastos, el resto fueron repartidos por librerías amigos y familiares. Como comprenderán después de aquello no me quedaron ganas de seguir arriesgando con publicaciones inseguras, pero no me impidió tampoco seguir escribiendo.
A lo largo de este tiempo he recibido algunas ofertas para publicar pero siempre sin el respaldo de ventas ni subvención alguna por lo que siempre se quedó el proyecto en el aire, así que fui acumulando escritos y posiblemente madurando un poco porque sabios pensadores siempre han aconsejado “que dejar las cosas reposar en el cajón es como dejar al vino que tome grados”.
No sé si lo habré conseguido, pero desde luego reposar han reposado, veintitrés años dan para mucho y material tengo acumulado para cubrir bastantes libros de poemas, narrativa y teatro, por eso mayormente entremezclo en este ejemplar pinceladas de distintas obras como si fuese un muestrario variado de lo que he ido haciendo estos años, es decir, quiero que este libro sea una especie de escaparate por si al promocionarlo alguna editorial se decide a arriesgar conmigo para próximas ediciones, si no, continuaran inéditos, se los dejaré de herencia a mis hijos por si alguno me sale con el puyazo de escritor y remueve mis cosas después que yo me haya ido, posiblemente entonces se cumpla aquello de, “A burro muerto cebada al rabo” entre tanto seguiré escribiendo porque a estas alturas de mi vida es muy difícil quitarme los vicios las adiciones ni los resabios, por eso voy a dejar correr a su aire el torrente que me acosa abriendo espita al silencio a ver qué pasa con este ejemplar, si se da bien estupendo, si no, seguiré acumulando cosas mientras pueda conservar la lucidez de las ideas en esta vieja cantera que se deshace en palabras: Porque yo siempre he tenido palabras, mi boca es un volcán de palabras, es la fuerza de la palabra misma, el ventanal abierto de todo lo que pienso, y pienso continuamente, las frases me salen a borbotones, siempre diferentes, siempre aderezadas con el sentir profundo de quien nació sincera, a veces son frases hechas, cosas aprendidas, pero la mayoría son nuevas, distintas a todo lo aprendido, cosas inimaginables, incógnitas sin nombre que debo de bautizar con sentimientos extraños.
Mi cabeza es un volcán en erupción, una fábrica de palabras brotando como un río descontrolado entre pensamientos filosóficos, preguntas sin respuesta, y versos sin horizonte, pero palabras, siempre palabras, borbotones de cosas atormentando el alma que me hacen renegar de la afición de escribir…y sin embargo escribo, escribo con la tozudez de quien piensa que escribir es la piedra filosofal del mundo, el bálsamo del alma, el enderezador de todos los entuertos, que el oficio del poeta es imprescindible… ¿Quién metería en mi frente una idea tan absurda? ¿Por qué le daré yo tantas vueltas a la cabeza? me pregunto a veces cansada de deslizarme por una cinta de frases propias o ajenas, ¿Por qué mi vida a de agonizar en un lago de palabras? ¿Por qué he de sufrir estos arrebatos de desaliento? A estas preguntas el subconsciente me responde con algo de lógica de la siguiente manera… ¡Porque estás harta de escuchar palabras vacías, palabras que no destilan jugo de sangre, que no tienen sonido de tormenta, que no suenan a citaras o violines porque son palabras sin alas, pájaros sin horizonte, faros sin luz, frases que les falta la esencia pura de la palabra misma, cosas que les falta esa fuerza que se agarra al corazón y se mete en la sangre como el filo de un cuchillo, eso que te da un pellizco en las tripas y te produce escalofrío…!
Sin embargo, a pesar de todas estas cavilaciones continuo escribiendo…sigo con las mismas ideas y los mismos alardes de una jumenta que nació con la voz colgando de las cosas imposibles… la única explicación que se me ocurre para entender esto es que nací enamorada de los vocablos exactos, enamorada de las palabras justas, de las cosas bien hechas, por eso, con la terquedad del tábano zumbón voy insistiendo sin descanso por ese túnel de perfecciones, esa laguna de ideas, ese torrente de agonía que no permite descuidos ni vestimenta baldía,  eso que yo llamo el cenagal del poeta.
¡Poeta, trovador de los tiempos! ¡Charlatán de ilusiones! ¡Vendedor de los sueños! Qué fácil parece colocarse ésta etiqueta.
Todos los días estoy conociendo poetas, rimadores de escalera que no conocen más senda que la cojera del verso, cigarras cansinas, que atrofian los sentidos en una sola escala de música desafinada, rimadores que no se dan cuenta que son voces sin nombre, ideas sin espoleta, cigarrones que ignoran que el orfebre de la palabra que cultive la poesía a de estar siempre afilando la inteligencia, puliendo y repuliendo los sentidos, analizando las formas justas hasta conseguir la quinta esencia de la frase exacta para que el vocablo encastre con la idea aderezándola con gracia, que la idea pueda darle al verso nombre de eternidad sobre los tiempos, que puede hacer historia sobre las piedras eternas, sobre los vientos del alma, sobre el tapiz de las letras…
Todo lo demás, son bombas sin espoleta petando por los castillos hechos de arena y careta.
 Fantasías de quijote que suena su pandereta
 mientras rebuscan blasones sin fuerzas y sin etiqueta… porque el verso…  

El verso, es como un grito de nostalgia
perdido en el azul del desamparo.
Un fenómeno eterno, firme y raro
abriéndose camino en la neuralgia.

Agónico dolor que nunca plagia
por ser un desafío que comparo
al barco sin timón que busca el faro
atracado en la playa de la magia.

Yo escribo en el desliz de esa quimera
de dulce latitud, que sueña y mece
el piropo galán, que se enardece

poniendo al corazón como bandera.
¡Mi boca es un jardín que reverdece
intentando imitar la primavera!




Después de decir esto se me dibuja en el rostro una mueca indescifrable que ni yo misma podría describir y mucho menos explicar, es el esbozo de un gesto parecido al que tiene la Gioconda, la Mina lisa de Leonardo Davinci.

Haciendo mi propio análisis he llegado a la conclusión de que eso es un proyecto de carcajada que se asfixia en los labios sin aflorar, es la propia frustración de los residuos del alma poniendo de manifiesto que todos tenemos un rincón desconocido, un lugar burlesco y oculto de la inteligencia que aún no hemos descubierto y es el que nos da ese gesto involuntario, esa incógnita oculta que en lo más profundo de cada cual nos va caricaturizando la imagen de la risa verdadera, nos va ahogando el sonido en la garganta mientras deja esa señal para advertirnos que el subconsciente está a punto de reírse a mandíbula batiente de nuestra propia ignorancia

DESPERTAR POETAS

Por todas partes se encuentran los poetas.
Están ahí desde todos los tiempos.
En todas las historias del pasado.
Yo les digo.
¡Eh poetas! ¿Por qué no despertáis ahora?
Vosotros, que vivís en todos los pliegues del tiempo
en todas las orillas del pasado, en todas las horas.
¿Por qué no despertáis ahora que la voz ronca de Dios parece que se ha dormido?
Vosotros, los que existís desde el génesis de la vida,
los que vivís escondidos en las páginas de un libro,
los que estáis en las rayas de una roca, en el viejo pergamino en la senda de los sueños…
¿Por qué no despertáis de las sombras de la muerte?
¿Por qué no vomitáis más luces para la vida?
Despertar ahora que la honradez agoniza en el lago del olvido, que la prostitución se disfraza con ropas de adolescente, que las almas se emparejan apenas sin distinguirse.
¿Por qué no lanzáis un grito desde el génesis al holocausto?
¿Por qué no gritáis  de nuevo entremezclando vuestra voz con los cimientos del desajuste en que estamos?
Vosotros, los sabios, los poderosos, los que lo visteis todo, los que lo escribisteis todo, ¿Por qué no despertáis ahora?
A los que escribimos en éste tiempo a penas se nos escucha, intentamos hablar y nos dicen insensatos,
se ríen de nosotros y nos etiquetan de por vida.
Vivimos un punto y aparte en el sitio más imprevisible dibujando sensaciones en un pergamino en blanco, cuando vuelan las ideas se convierte en palomas molestas, palomas alicortadas e inútiles entre gavilanes de oro y vosotros, los que habéis traspasado la barrera seguís entre las páginas de los libros con la garganta rota, a veces dais señales intermitentes con gritos de dolor, con lágrimas, con sonrisas, con canciones de amor o desamor…
¡Pero dormidos! ¡Seguís dormidos…!
Y nosotros los copiones de cualquier cosa, queremos imitar vuestros gestos, con  versos, con voces, con palabrería inútil mientras nos toman por locos.
Por eso hoy os digo…
¡No miréis más desde las cejas del tiempo!
¡Despertad como poetas!
¡Reencarnar como poetas!
No nos dejéis zanganear entre coplillas de bufón
y cantinelas absurdas.
Hacer que los que escribimos empeñemos el corazón en cada jugada.
Que nazcan poetas de verdad, que no se duerman,
que estén siempre alertas,  alertas en la cumbre o en el lodo, porque en su afán de denunciar lo abarquen todo.
Poetas que se extiendan por el polvo de los siglos como una mancha de aceite.
Que avancen sin parar ansiosos por decir cosas, por denunciar cosas, por defender cosas…
¡Que escriban, que escriban sin parar...!
Aunque la razón les pregunte. ¿Por qué lo hacéis?
Aunque el sentido común les grite…
¿Para qué servís los poetas?
Pero que ellos sigan…y sigan… y sigan…
Hasta que desaparezcan… y vuelvan a nacer…
Y otra vez la voz de la conciencia
vuelva a gritar de nuevo…
¡Eh poetas despertad!
Despertad porque vosotros sois las lágrimas del desvalido, el milagro del amor, los voceros de la paz…
Vosotros sois la balanza de los justos, el equilibrio de la fe, los dueños  de la esencia más pura que existe…
¡La palabra...! ¡La denuncia…!
¡Vosotros sois la voz del pueblo!
Pero el pueblo sigue riendo y preguntando…
¿Qué son los poetas?
¿A caso sois profetas? ¿Sois dioses? ¿Sois ascetas?
Y el poeta le responde con explosión de ternura
¡Los poetas solo somos la raíz de la locura!


A ESE MUNDO

A ese mundo impasible y agonizante, ese mundo que jamás ha movido un dedo para ayudarme.
A ese mundo egoísta y ambicioso, que jamás me ha entendido y al  que yo tampoco entiendo, van dirigidas estas palabras a ver si logro removerle las raíces escarbando en la conciencia.
¡Quién pudiera destapar las entrañas del mundo y ver toda la inmundicia que oculta tras la apariencia de falsedades! ¡Quién pudiera retroceder en el tiempo hasta descubrir la profundidad de sus cimientos, la maldad de la historia disfrazada de justicia y de creencias! Esperaré con paciencia, no necesito ser Dios para ver el resultado de tanto descontrol, de  tanta ambición, de tanto  desafuero.
Porque ese mundo, ese gigantesco mundo con corazón de hombre que se golpea el pecho mientras capitanea ejércitos lo estoy viendo ahora comerse sus vómitos agonizando entre patrañas podridas.
Ese mundo está perdiendo las fichas en la última jugada de los tiempos, va avanzando sin remedio hacía un futuro incierto, lo estoy viendo  reventando de cataclismos, lo veo como se le rompen los moldes de todos los poderes porque la ambición y el descontrol ha quebrado los esquemas naturales. ¡Ahora pretenden remediar los desajustes del cambio climático! ¿Cómo van a remediar la armonía del globo terráqueo si lo han convertido en un basurero de armamentos nucleares? La ambición del poder les ha hecho olvidarse de lo frágil que es la creación.
Yo soy muy poca cosa, tan poca cosa que solo soy un suspiro del viento que empezó a ser humano y se quedó  en un verso, pero ahora me río a carcajadas viendo desmoronarse el imperio del ambicioso, viendo como el esfuerzo y el avasallamiento desmesurado se deshace entre los siglos como un castillo de arena, se está rompiendo todo como ilusiones de aire, como  juguetes dormidos en el pulmón de la muerte. ¡Qué inútil el oro, el poder la acumulación desordenada! ¡Qué inútil la lucha de ser importante, de ser reconocido, de ser reverenciado, de ser dueño del mundo a costa de la sangre! ¡Qué inútil resulta la locura de ingenios destructores, de máquinas absurdas, de falsos redentores! ¡Qué inútil todo ante el zarpazo brutal de enfermedades y achaques!
Por eso, a ese mundo de tacones de oro que oprime al corazón de la pobreza  le recuerdo la fragilidad de los estandartes, la bajeza de los instintos, la osadía de la inconsciencia, el atrevimiento de la ambición, el límite de la vida, el cóctel de insensatez pesándole en la imprudencia, el saldo final en el pretil de la vejez, en el paso irreversible de los años.
Para ese mundo solo me queda una pregunta... ¿Ha valido la pena? Si es así… ¡Que le aproveche! ¡Que el caudal de sus horrores le engrandezca!
Yo me quedo con la risa de los niños, con la sangre del obrero, con la fe del inocente, con el sueño de la paz, el peso de la justicia, el nombre de libertad y con la luz de la canción en las ideas...
Prefiero quedarme así, entre las olas de mi alma donde seguro voy encontrar una barca de amor  o una galerna de sensatez que me empujará con ardor hacía otros lugares donde podré perderme en la quietud de mi conciencia para poder dormir tranquila.

  
DEMASIADAS COSAS.

Tengo demasiadas cosas.
Miro al alrededor y veo demasiadas cosas, cosas que jamás voy a utilizar, cosas que no sirven para nada.
Tengo un montón de cachivaches inútiles, cacharros que se han ido acumulando en mi casa sin saber para qué.
Son cosas extrañas e inservibles, recuerdos que alguna vez formaron parte de algo y se quedaron ahí con sus formas desiguales con el único objetivo de darle imagen a la memoria.
Hay vasos de cristal, muñecos de trapo, de madera, de peluche, monigotes que me miran con los ojos perdidos y las manos sin huellas.
Hay cajas llenas de cosas, cosas que no sirven para nada, cosas inservibles que se multiplican cada vez más.
Muebles, zapatos, retales, montones de papeles que parecen tener vida propia. Cosas que se desparraman por mi casa acumulando polvo y exigiendo mi cuidado cosas que ordenar, cosas que limpiar, cosas que atender… Postales, banderines, cintas de colores, hilos, botones, miles de botones, Señor, ¿Para qué guardaré yo tantos botones?
Tengo hasta una postal gigante llena de conejos desiguales dando volteretas, monigotes que parecen trozos de mi vida riéndose de mí al compás de una música atiplada y machacona.
En mi casa hay espejos, vitrinas, armarios con la panza enorme tragando sin cesar cosas dispares y cachivaches heredados que permanecen ahí sujetos por el hilo invisible del recuerdo.
Más que una casa parece que estoy en una escuela de Arte y Oficios, hay herramientas de todas las clases. En mi casa hay pinceles, lienzos, un caballete, acuarelas, cuadros, ¡ah! ¡Y una hormigonera que suena a demonios cuando bate la mezcla para una casa que parece que jamás se va a terminar! así que además de cosas también tengo ruido, ¡Dios! ¡Con lo que me gusta a mí el silencio!
Verdaderamente es un agobio tener tantas cosas, sofás, cortinas, alfombras, cojines, cepillos, escobas... Y horas de trabajo, muchas horas de trabajo en un círculo redondo, tan redondo que toda mi vida es un redondel de horas gastándose entre cachivaches, papeles y cacharros.
Mis días son cosas, cosas que limpiar, cosas que coser cosas... y más cosas… ¡Señor! ¿Para qué tantos cacharros si yo solo quiero vivir en paz tranquila y sin complicaciones?
Ahora más que nunca tengo presentes las palabras de Gandhi  cuando dijo, “Para qué quiero doce tazas de café si solo voy a beber en una “

CONTRADICIÓN

Quiero hablar de mí soledad, ese sentimiento contradictorio que el cuerpo me rechaza pero el corazón ansía, esa soledad que a pesar de hacerme daño es a la vez necesidad imperiosa, ansia infinita, placer exquisito del espíritu.
Cuantas veces agobiada por los quehaceres rutinarios, he ido buscado la soledad totalmente convencida de que era la única forma de traspasar los límites del interior, de sumergirme en el lago inescrutable de la mente, en la gruta más escondida e intima que poseía, la soledad, ¡La maravillosa isla de la soledad!
Sin embargo a veces también he renegado de la soledad, he maldecido la soledad y me he marchado en busca de otros afectos totalmente ajenos a mi sentir de alma sensible… y cuantas veces después de haberlo  hecho he regresado totalmente vacía; después reaccionaba al comprobar que había otras muchas soledades doblemente dañinas, por ejemplo, la aplastante, desesperante y triste soledad que se abraza al alma caminando entre multitudes, esa soledad que se siente entre el abejorreo de gente incomprensible que te hace deambular por todas partes sin entender nada, esa rara sensación cuando te ves rodeada de seres extraños de caras sin nombre de risas sin sentido que hormiguean perdidas a tu alrededor mientras  te arrastran automáticamente entre un tumulto  desconocido.
Otra soledad es el acercamiento intimo sumergido en un mar de desconfianza, esa es la peor de las soledades porque te obligaba a hacer a pensar y a sentir aquello que no deseas, incluso te hace retrocede a la querencia equivocada de otras sensaciones para intentar rellenar los huecos y los vacíos de una relación desajustada.
Parece una contradicción querer vivir acompañada y desear con ansia disfrutar las soledades, pero es la insatisfacción personal incomprendida la que va pinzando el alma mientras te dice… “quédate con tu soledad a solas porque es la única parte de ti que se complementa con tus necesidades” y es verdad, porque… ¿Me puede decir alguien si conoce un sitio mejor para disfrutar los sentimientos? Seguro que no, pues no existe nada como ese intimo y solitario encuentro de la soledad intima,  ya puede ser triste o risueña, amargada o cantarina, Pero propia, la que se puede decir es mía...
¡Solo mía! Soledad para aliviar los recuerdos, para avivar las imágenes, para alimentar los sueños, para fustigar las fantasías...o para llorar las penas…
¡Pero siempre en soledad avanzando por la vida

Volcán de horas 

Volcán de horas sujetando mi vida.
Túnel de ojos vigilando mis pasos.
Millones de ideas reventando en frases.
¡Angustia y desconfianza!
¡Dios, como se me despega el tiempo!
Ya no me queda espacio.
Se me escapa la ilusión por el silencio,
ya no me queda nada.
Solo me queda una línea borrosa e imprecisa
por las cuevas del pecho.
Me duele la voz y la palabra.
La agonía me ahoga  los intentos
que hago por resucitar mi sangre.
¡Este pobre corazón me late ciego!
Se le está agotando el tiempo y la paciencia.
Cada vez se despiertan más los insomnios
donde habita el miedo predador e incontrolable.
En esas noches sin fin es angustiosa
la soledad y el vacío.
Por eso en noches como ésta
me dedico a hacer un corazón de rosas
con encajes de ganchillo.


¡Soledad de soledades!
¡Ven a mí en la noche larga
para borrar esta pena
que me está llenando el alma!

 SOBRECARGA

Siento sobre mis hombros
todo el dolor del mundo.
Siento la sobre carga
de los cuerpos desnudos
de las bocas hambrientas
de los gritos agudos
que sueltan cada día
mil seres moribundos.
Por el tambor del pecho
restallan los fusiles.
Me asfixio con los  fuegos
que lanzan los misiles,
arsenal destructivo
de los hombres cerriles
que revientan la tierra
soñando con desfiles.
Todo el poder del hombre
rodando equivocado
con explosión de bombas
y vicio depravado.
Tengo sobre los hombros
 los niños inmolados,
víctimas inocentes
de tanto desalmado.
Sobre los hombros llevo
el peso inexorable
de toda la inmundicia
de gente irresponsable.
 Me siento tristemente
débil y vulnerable
por ser raíz de herencia
de un ser abominable.
Mi alma se alimenta
de un miedo sobrehumano
sintiendo la vergüenza
del odio hacia el hermano.
Por eso, digo a gritos
con el alma en la mano
¡Quisiera ser un animal
antes que ser “humano”!

EL REGRESO.

Un emigrante, cuando regresa a su pueblo en vacaciones o lo hace para siempre buscando la raíz de sus orígenes después de años en la distancia, siente el corazón retozando de gozo como un cervatillo ante las imágenes que percibe.
Respira con ansiedad, desea verlo todo, escucharlo todo palpar cada centímetro que se mantiene vivo en su recuerdo, desea ser parte del paisaje, acariciar el aire, respirar la tranquilidad del entorno sin el ruido ensordecedor de las ciudades.
Tantos años de ausencia le hacen verlo todo distinto, incluso las imágenes que se han mantenido presentes en el silencio de la añoranza son ahora diferentes.
Ahora todo se hace patente, todo está al alcance de la mano, las calles, la juegos infantiles, las plazas, las campanadas del reloj en la iglesia, la casa de sus mayores...todo....todo a su alrededor es un latido de cosas familiares que le dan la bienvenida y le recuerdan que lo que le rodea forma parte de sí mismo.
¡Por fin me encuentro en casa! dice con el pecho reventando de gozo.
El corazón le da aletazos como una golondrina que desea recorrer de golpe y en un solo vuelo todas las sensaciones acumuladas en los años de ausencia, de pronto siente recuperadas todas las imágenes que se habían perdido en la distancia.
Se da cuenta, de que no importar el tiempo, es  igual que sea verano o invierno, de todas formas... ¡Su pueblo huele a primavera! Pero...el subconsciente le da un toque de alerta  con una pregunta...
_ “¿Te recordarán en el pueblo con la misma intensidad que tú estás sintiendo? Piensa que regresas después de muchos años, que pretendes que las cosas permanezcan igual que estaban, que la gente te recuerde y eso, después de tanto tiempo, es una fantasía que raya en la memez... ¡El progreso no sabe de sensiblerías! Piensa que el paso de los años lo ha trasformado todo, el tiempo ha cambiado las viejas calles, la plaza, la escuela... todo es ahora núcleo urbano, todo son rotondas y aglomeraciones de tráfico, las gentes de tu pueblo son extraños, gente con prisa que no se detienen ni te van a demostrar afecto”.
El emigrante se queda pensativo, su alma está estacionada en el pasado no puede asimilar el choque brutal de la realidad, está en su pueblo pero la amenaza del olvido quiere romperle de un tirón todos sus sueños.
Es entonces cuando nota de verdad, la dura realidad del regreso, empieza a buscar rostros amigos y ve solo caras desconocidas, donde creía ver rasgos de los hijos de quien un día fueran sus compañeros de juegos nada le es familiar entonces es cuando piensa ¡Dios mío, todo me es tan extraño!
En realidad, todo es extraño, todo... menos la visita al cementerio… ¡Allí es donde verdaderamente encuentra fotos enmarcadas, caras y nombres conocidos de aquellos que con tanta ilusión creyó ver en las calles de un pueblo que solo estaba en su recuerdo.   

 EL CANTO DEL CISNE  

Es la paz de este instante como un laúd sonoro
acariciando el aire con su canción de oro.
Perfume de laureles recuerda a quien se ha ido
y la canción del agua a los que están conmigo.
¡Rincón de mis azules! Como un tenue suspiro
se escapa de mis labios, ¡Bendigo este retiro!
                                
Y es que la pasión del alma cuando la invade el dolor
solo se calma en el agua o al recuerdo del amor.
                                      
Cuando llegue la hora del crepúsculo
y en el tamiz del tiempo que criba la cosecha
se escuchará este canto.
Cuando se prense el sentir en su esencia
y en la raíz del alma se consuma la fuerza
se escuchará este canto.
Mi voz, flor de mi vida que amaneció temprano.
Partícula creadora danzando entre dos mundos
es lámpara votiva para alumbrar misterios.
Ella deshoja ansias cual rosa de los vientos
hasta dejar henchido de amor todo el silencio.
                            
Cuando llegue la hora del crepúsculo
y el ansia más oculta se eleve de los centros
se escuchará este canto.
Se escuchará este canto, como el cantar del cisne
que sueña y agoniza para hacer del agua llanto y del amor ceniza.

 REFLEXIONES

Muchas veces en las que como hoy, me pongo a desempolvar nostalgias analizando situaciones y ordenando emociones en el desván del pasado me suelo machacar con una pregunta, ¿De qué me ha servido tanta lucha por ser algo en la vida? ¿De qué  superarme diariamente? ¿De qué tanto robarle horas al sueño? ¡Creo que para nada! No me ha servido de nada, por eso hoy me vienen a la memoria los años de la juventud cuando tenía el corazón rebosando ideales la cabeza llena de ilusiones y unas ganas tremendas de arreglar el mundo.
Por aquél entonces yo me creía que había nacido para hacer algo grande, estaba tan convencida que empecé a prepararme para “enderezar entuertos” por qué estaba segurísima de tener una vara mágica que lo arreglaría todo, yo podía borrar errores, injusticias, equivocaciones, falsedades, ¡todo!
Quería arreglarlo todo... y empecé a escribir, me creía a pies juntitos que todo se arreglaba a verso limpio.
Por aquél tiempo aun no conocía el aliento pestilente del egoísmo, del deshonor, de la falsedad que se agazapa en el corazón de la gente.
Yo estaba llena de sueños, limpia y llanamente llena de sueños, había nacido con el aguijón del verso clavado en alma y eso según Celaya era “un arma cargada de futuro” ¡Qué ilusa! Me aprendí a rajatabla la gramática de Sancho Panza, me subí al jumento de la ignorancia y me fui páginas adentro, a vivir mi propia guerra por desafueros  tropezones y batallas de poeta.
Todos los atropellos, toda la barbarie, toda la injusticia ancestral que latía sorda en mis venas de labriega se ponían de pie en cada verso para gritar, ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Escribe y pide justicia!
Ahora, traspasados los sesenta, con el corazón cansado, el sentimiento acolchado de desengaños y el pensamiento desperdigado en frustraciones me he puesto a recordar aquellos tiempos de ardor, de aquellos arrebatos literarios cuando subida en un escenario declamaba inconformismo. Arrebatos como cuando vino Rigoberta Menchu, con su premio Nobel recién estrenado y en unión de otros cuantos ilusos como yo, capitaneados por Guillermo Pizarro i Borras, que por entonces era presidente de la  “ASOCIACIÓN DE POETAS Y ESCRITORES DE CATALUÑA” dimos un recital a favor de Nicaragua. Aquel día toqué el cielo con las manos, pensé que con el recital  acabaría con el hambre de todos los marginados del mundo, que la paz estaba al alcance de todos. Me sentí como el visionario de Jerusalén con el milagro de los panes y los peces. Recuerdo como el día anterior me pasé media noche retocando poemas para agudizar la palabra, quería que fueran estiletes directos hacia el corazón de los poderosos, que fueran como el agua de lluvia que todo lo purifica, ¡Por entonces aún creía en el poder de la palabra! Hoy sin embargo pienso, que del centenar de personas que estaban escuchando, solo Rigoberta  mis compañeros y yo entendimos el mensaje.
Situaciones así han existido muchas, he tenido recitales, conferencias, encuentros poéticos con cientos de personas que a veces daba la sensación de que escuchaban, pero en realidad lo que deseaban era que acabara pronto él acto para tragarse los aperitivos sin hacer ninguna reflexión sobre lo que acababan de escuchar.
Nunca he estado de acuerdo con la costumbre de atraer a la gente por medio del engolosinamiento de un aperitivo, me ha parecido un chantaje hacía la cultura, pero hay que reconocer que si no se pone nada de comer no va nadie, así de cruda es la “Afición cultural” para un gran sector de la población española.
Cómo decía antes, he tenido muchísimas ocasiones y muchísimos quebraderos de cabeza dedicando horas interminables a tocar el tambor de las conciencias, a dibujar versos doloridos, que después se han quedado perdidos en el tiempo como migajas de amor, ¿Quién prestará atención a señales de socorro de corazones perdidos? ¡Nadie! ¿Para qué dibujar gritos de repulsa o dibujar paz en los versos? ¡Para que se pongan amarillos! ¿Para qué seguir tañendo el arpa de los sentidos si nadie quiere escucharla?
Por eso hoy en estos momentos de reflexión, al traspasar los sesenta años y teniendo los fuegos artificiales, los sueños literarios y la afición quijotesca metidos en el cajón del pasado digo como decía Vital Haza

“Después de hacer tanto soneto a la muerte
 y de pasar tan mal rato
tendrían que palizarme
por necio y por mentecato”

Yo más o menos pienso igual, voy a intentar de pasar el tiempo que me queda en repasar lo hecho, en ordenar lo pensado, en no meterme con nadie ¡”A vivir tan ricamente!”Por lo menos lo voy a intentar a ver si lo consigo ahora que ya pienso que he aprendido a controlar los Estremecimientos ante los desajustes de la vida.
Ya estoy más endurecida he visto tanto desastre meteorológico, tanta corrupción “malaya”, tanta violación infantil, tanta  violencia de género, prostitución, robos, engaños, guerras, masacres, trafico de drogas, que podría escribir kilómetros de versos con todas las maldades que puede hacer el ser humano, pero ha llegado la hora de cesar de dar golpes de tábano sobre el espejo del mundo, de dejar las conciencias de los poderosos bañándose en oro, a los guías del espíritu subiendo Santos al cielo, a los pobres con los pobres reciclando sin cesar para evitar el cambio climático…que el aburrimiento me dice, “dedícate a vivir tranquila aunque te llamen cobarde” ¿Cobarde por haber envejecido montada en el “Rucio” buscando versos absurdos? Ahora me da la risa tonta porque se demasiadas cosas, he visto demasiadas cosas y como decía León Felipe, “ya me han contado todos los cuentos, sé todos los cuentos” da la casualidad que como él ¡Tampoco creo en los cuentos! Lo único que sé es que... ¡No quiero un ático en el cielo, ni un saco de oro para meter mañana mis huesos podridos!

Siempre que duele una pena    
el hombre pide consuelo.
Siempre con el alma al cielo
fantasea en luna llena.
Siempre oscuro en el recelo
se engaña o se desconsuela
mientras que pone en la arena
su corazón como el hielo.
Siempre macho en puro celo
ni avanza ni se serena,
¡Por tener la bolsa llena
deja al honor por el suelo!

AL FINAL DE LA VIDA

Al final de la vida hay muy pocas cosas que cansen o despierten ilusión, es decir no queda casi nada que tenga aquellas alas de impaciencia que le levantaban a uno los pies del suelo y daban la sensación de que se podía levantar el vuelo al ritmo del canto de los pájaros, cantos que aunque fuesen graznidos de cuervo a uno se le antojaban ruiseñores.
Ahora solo quedan los recuerdos, recuerdos de ilusiones rotas, recuerdos de la casa vacía, casa que ahora es demasiado grande y oscura que tiene huellas de cosas que se han ido gravando en todas las paredes, en todos los rincones, son cosas del pasado que jamás se borraran, ni pintando, ni fregando con sal fuman se podrían ir las marcas que se quedaron grabadas en la memoria con la misma nitidez que se vivieron; las huellas del pasado son fijaciones en la retina, son imágenes de cosas que flotan obsesivas machaconamente frías.
Yo ahora voy pasando días con los huesos doloridos y la cabeza llena de recuerdos, todo a mí alrededor tiene un triste quejido de soledad, mis ansias aun parece vivir en una caja de cristal que permanece inalterable en el silencio.
A veces en mitad de la tristeza de la casa vacía el alma se agita en un latigazo rebelde deseando volar detrás de algún sueño inalcanzable, deseando romper el blindaje que le recubre marchándose detrás de una alguna ilusión, pocas veces lo hace, pero si es así, siempre regresa desolada, siempre derritiéndose en lágrimas por la tinta de los versos, la soledad siempre está alerta para pinchar en el alma con los recuerdos que se esconden entre los muros de la casa, la tristeza es un ramo de lirios en sombra, una retahíla de frases escarchadas que siempre agrandan las fobias y reflejan los miedos en  noches sin luz, noches sin alma, noches eternas que pesan en el tiempo como una enorme lapida que aplasta todos los proyectos.
Mirando a mí alrededor veo todo lo que tengo, lo que he acumulado sin cesar en los años intensos en los
que yo creía que el mundo era un campo de trofeos, de tesoros sin igual. Ahora al final de la vida, cuando me pongo a valorar todo veo con tristeza que nada vale la pena, que solo tengo un nombre, un pequeño nombre de apenas nueve letras  y un poco de esperanza, comprendo que solo soy latido, un simple latido, un corazón con prisa que a cada instante se dispara sin yo saber porque, a veces va tan ligero hacía un tiempo que se acaba que creo que se le ha quedado el mundo pequeño para seguir latiendo, yo me atiborro de sedantes a ver si lo sujeto un poco pero él no escucha, sigue insensato latiendo como una maquina destartalada y rebelde, ¿Dónde vas? le digo, Pregunta inútil, ni contesta, ni se para, quizá que busque un remanso para quedar varado como un barco roto que ya le pesa el cascote cansado de cruzar mundos sin ley, océanos agresivos, montes salvajes, cuerpos sin alma, desbarajustes sin fin.
¡Cómo pesan las horas del silencio en estas noches eternas de tinta y de palabras! ¡Cómo duele el alma en estas horas sin fin por las que voy vagando sin destino como una sombra de ánimas entre las hojas escritas del recuerdo y de las lágrimas! ¿De qué sirvieron los sueños si hoy no sé dónde ponerlos? ¿De qué me sirve el poema? ¿Darle forma a la palabra, si nadie entiende mi voz ni se detiene a escucharla?
¿De qué sirvieron los sueños si ahora ya no sé dónde ponerlos?


LA PLENITUD DE UN VERSO                 

El que no haya sentido en sus labios la plenitud de un verso al recitar un poema, la sensación de introducirse en un poema, quien no haya logrado palpar, masticar cada fragmento de un trabajo hasta hacer que tenga latido y forma, no podrá decir que
entiende al poeta.
Quien escribe, o mejor dicho, el que practica el oficio de escribir como medio de vida o lo hace  por entretenimiento, escribirá más o menos bien, pero si no le pone un átomo de poesía a lo que hace jamás podrá entender a quién escribe con la soledad latiéndole en el alma y la palabra arrodillada ante la esencia misma del sentir más profundo. 

EL “MILAGRO” DEL POETA

Versos, versos y más versos, torrentera inexplicable  que todos llevamos sujeta en algún rincón del pensamiento.
Sensaciones ocultas que se mezclan entre sí apretujadas y quietas hasta que un día bajan a los labios para dar imagen a los versos, entonces el sentimiento toma vida, se personalice, coge rostro, tiene identidad propia porque  los versos escritos son la cara del pensamiento, el DNI del subconsciente.
Cuando la palabra brota, cincelando los versos, es cuando el poeta contempla la cara de sus sentires, las siluetas de lo que un día fueran emociones desprendidas del alma, ve fragmentos de amor, de ternura que son serpentinas de ilusiones, desencanto, de temores, todo, lo ve todo… todo va tomando  forma, porque esa es la única manera de reflejar las cosas en brazos de la  añoranza, la salida para no ahogarse los recuerdos en el archivo de la memoria, ¡Gracias a Dios! piensa, ¡Este es el milagro del poeta para que las ideas no desaparezcan en el desván del olvido! Sin embargo, no siempre es así, al transcurrir de los años, muchos escritos desaparecen en el remolino de los tiempos igual que esos rostros anónimos que se entrecruzan cada día por nuestros ojos sin dejar más huella que una sensación de vacío.



AULLIDOS           
Mi pluma puede ser la punta de una espada para atravesar de parte a parte el corazón del egoísta.
De un plumazo puedo aplastar o destapar toda la basura que atrofia al corazón borracho de mentiras.
Yo puedo escribir un río de denuncias para que mañana se ahoguen todos los enredadores.
Mis versos pueden ser un muro de contención para proteger a todos los inocentes del mundo.
Mi palabra puede lavar las babas enmohecidas de reptiles venenosos, ser talismán alejando a sanguinarios que se ceban en el inocente para brillar más alto.
Yo puedo con mi voz encender un rayo de luz alumbrando amor por todas las orillas.
Mi voz es poderosa porque tengo el amor en la palabra, porque tengo el alma curtida y las manos limpias, porque soy dueña de los sueños, de las ilusiones y tengo el pecho endurecido por las murmuraciones, porque el egoísmo y yo vivimos distintos espacios, distintas latitudes, distintos ideales.
Soy diosa de las nubes y puedo volar muy alto porque se dibujar los sueños, se escribir el Arco Iris en la niebla, dibujar el sol en las almas encontrar la luz de alegría.
Puedo hacerle a la infancia una isla de fantasía para que la saliva mohosa de seres retorcidos no ensucie su corazón.
Por eso no dejaré de escribir versos, versos no, aullidos en el tambor de la tierra hasta que me oigan todos.
No podré vivir tranquila hasta dejar a la inocencia en el pabellón más alto de todo lo creado.
¡Haré resonar mi voz y mi palabra aunque reviente dando gritos por los recodos del verso!
¡No dejaré de aullar como un lobo enfurecido hasta que reine la paz en el corazón del mundo!
¡Escribiré mis versos hasta que brille la luz en la cumbre más alta de los derechos del hombre!  
¡Gritos... gritos... gritos…! Si todos uniésemos nuestras voces quizá lográramos un mundo más justo.  
                                                                   Granada Sandoval.



AQUÍ ALGUNOS DE MIS LIBROS.