jueves, 10 de noviembre de 2016

SONETOS ESCOGIDOS DE JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA

ABRO ESTA PÁGINA CON UNOS SONETOS ESCOGIDOS Y ESCRITOS POR EL POETA 
       JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA.

Hace seis años tuve el primer contacto virtual con el escritor cubano, José Tadeo Tápanes Zerquera, y he de confesar que me quedé enganchada a su precisión escrita, a la fluidez de su léxico y al entusiasmo y ligereza que ponía en todos sus escritos; no es muy corriente encontrar en este ventanal de Facebook,  donde abundan tanto escribidores exhibiendo engendros con más o menos acierto,  un escritor de dominio tan exacto tan pulido y tan cuidado en todos los aspectos.
José Tadeo es un purista del soneto, un creador nato que refleja en cada verso el ritmo exacto que necesita la creación para encajar en el entarimado justo de esta métrica.
A este autor le sobran las palabras y las ideas, a él los sonetos le brotan en cascada con una facilidad asombrosa, fluidamente dice en cada uno de ellos lo que tiene que decir  abanicando metáforas simbolismos o frases sencillas, pero con una  precisión envidiable.
Hoy he recibido un regalo incomparable de mi amigo por mensajería, me ha mandado con un desprendimiento generoso y admirable, su colección incomparable de MIL SONETOS ESCOGIDOS, los acompañan estas sencillas palabras, “Hola Esperanza, aquí te dejo una selección de mis mejores sonetos, espero le des una mirada a ver que te parecen, son mejor que los otros que te mande anteriormente llamados “contrapunto” ya me dirás algo.” 
Mi primera contestación fue inmediata, apenas leer hasta la página 20 le dije, “Amigo José Tadeo, como el hambriento que se sienta ante un festín, me he puesto a paladear tus sonetos, voy por la página 20 y es una maravilla el aluvión de emociones que me provocan, verdaderamente es divina la cuidada delicadeza que empleas para perfeccionar  y redondear cualquier tema, lo leído hasta ahora , me encanta, ya te diré algo cuando acabe.”
Me pasé un fin de semana leyéndolos, me han impresionado tanto que le pedí a mi amigo permiso para exponerlos en esta página para deleite de los amantes de este formato, son tan extraordinarios y exactos que he de confesar sin temor a equivocarme, que es un verdadero maestro de este género, que dicho sea de paso, no todo el que se atreve lo domina. 
Hay muchas opiniones sobre esta técnica, muchos son los que elaboran hacen y dicen hacer de diferentes  formatos y licencias del soneto, pero en mi opinión el arte de Petrarca lo dejó bien dicho en su exactitud Lope de Vega con su famoso soneto “Un soneto me manda hacer Violante y en mi vida me he visto en tal aprieto” esta forma sólida geométrica y milimétricamente medida y correcta es la empleada por este escritor al que hemos de agradecer su generosidad con permitirme adornar una de mis páginas con su obra.
                                                             
                                                                   Granada Sandoval.

1000 SONETOS ESCOGIDOS de
        JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA
MIS VERSOS
(Todos los derechos de autor están legalizados, se prohíbe su reproducción en todos los aspectos)

Mis versos ejecutan el oficio
de espejo o manantial donde mi miedo
se lanza como un toro en pos del ruedo
sin saber que le espera el sacrificio.

Mis versos, esos locos que dan juicio
y nombre a mi locura y a mi credo,
me empujan cada vez que retrocedo
ante el juez que me impone su ejercicio.

Son la parte de mí que tiende al todo,
son voces silenciosas de un conjuro
que evocan de mi vida lo más puro

mendigando en el aire su acomodo,
y viendo que a la muerte me apresuro
procuran impedirlo de algún modo.

UN CANTO DE MIS OJOS NACE

Aunque sé que lo eterno se deshace
ante el paso sublime de la nada,
trato de hacer eterna la mirada
que como un canto de mis ojos nace.

Yo te miro, y presiento que renace,
cuando vas por mi sueño distraída
el amor, y regreso hacia la vida
como aquél que la vida lo complace.

Pongo mi amor en ti, deja que pase,
que contigo se olvide del invierno
y que siga feliz y que se case.

Que yo pondré mi triste desenlace
en un barco camino de lo eterno,
aunque sé que lo eterno se deshace.

HEREJÍAS

Al viento las campanas de tu risa
los rescoldos avivan de mi hoguera,
y noble el corazón de la madera
acelera el delirio de la brisa.

En el altar del fuego se divisa
ese fuego mayor de tu cadera
que mueves exultante y lisonjera
al ritmo de la magia que improvisa.

Apretando la cruz en el bolsillo,
repaso tu estatura, y por cobarde
destruyo, de la magia, aquel castillo

que en sueños fabricaba, (Dios me guarde)
olvidando el deber de monaguillo
en medio de la misa de la tarde.

CRUCIFIJO

Amante en su calvario te bendiga
aquél que al pecador cobijo diera,
te guarde, condenado a la madera
el mismo que en tus pechos se prodiga.

La noche, no confesa, que mitiga
de nuestro amor el gozo en su carrera,
me lleva a eternizar en tu pradera
el beso que al silencio nos obliga.

Y yo, posicionado en mi albedrío,
borracho de placer, en mi provecho,
me puse a cuestionar el atavío.

Y preso del amor, insatisfecho,
poniendo al mismo Dios en desafío
sustraje el crucifijo de tu pecho.

LUJURIA

Febril hasta doblarme en estatura
subiste al pedestal tan de improviso
que al niño, siempre tímido, indeciso,
dejaste suspendido en la locura.

Con esta turbación que me fractura
recato y lucidez, del Paraíso
me olvido, y pongo en riesgo el compromiso
pidiendo violentar tu cerradura.

Permíteme estrenar las voluptuosas
estancias de tu piel, tu abrevadero,
tus torres empinadas y olorosas.

Arráncame del cuerpo el desespero
de estas ganas de ti, tan tormentosas
que no las quiero, amor, que no las quiero.

 MIENTRAS DORMÍAS

En tu fingida rosa, melodías
sembré mientras dormías, la canción
de mirarte con ojos de pasión,
y en el lecho, feliz resplandecías.

Mi lengua festejaba, tú dormías
con la mente colgada en el balcón,
y unas manos cumpliendo la misión
de ser sobre tu cuerpo los espías.

Entro y salgo danzando en humedades
y tiemblo y me pregunto si entro y salgo
en el tierno sopor de las ciudades.

Ladran perros, será porque cabalgo,
mientras vuelvo a poblar tus cavidades
sin poder preguntar si sientes algo.

 CARICIAS

Mi mano se ha quedado medio loca
de tanto olor a ti, como suicida,
y hoy viene del abismo de tu herida
dejando tu perfume en lo que toca.

Mi mano en tus entrañas desemboca
y encuentra el manantial que da la vida,
mi mano es una gracia bendecida
y sabe del delirio que provoca.

Allí donde es tu cuerpo más villano
ensayan su divina travesura
los cinco que se escapan de mi mano.

Y de tanto jugar en tu espesura,
despierta en tu interior el fuego arcano
haciendo del placer una tortura.

 TIBIAS LAS SOMBRAS

Tibias, las sombras que la luz bendice,
abiertas y olorosas como flores
que vierten en caricias sus temores
en busca de la piel que las hechice.

Pidiendo a la humedad que le suavice
el paso al más allá de los sudores
estallan en frenéticos temblores
haciendo que el placer las martirice.

Andar por la ciudad del desvarío
sembrando, de tu sueño, en el reverso,
sentirse por amor un dios impío

que vaga por las sábanas, disperso
de tanta eternidad en desafío
y haciendo por azar el universo.

 EL PRINCIPIO DEL FIN

Ni el mal ni su mitad serán distintos.
Algo se expande en la quietud que vuela
dejando sobre el negro de su estela
un eco que desnuda a los instintos.

Conozco los sinuosos laberintos
de la esperanza a quien la mente apela
por tal de que la vida no le duela
ni enturbie la demencia sus recintos.

Anoche el porvenir salió volando
y todas las palomas en tributo
están mi decepción apuntalando.

No trates de arrancar mi sombra al luto.
El principio del fin está sonando
y es éste su escenario y su minuto.

 DUERME, DESCANSA

Duerme, descansa, volverán las horas
de amarte en el balcón del nuevo día,
la luna se hace añicos tras la orgía
de sombras tras las sombras que devoras.

Si no es savia de mí la que evaporas,
al menos ten en cuenta que la mía
aún sigue en mi interior como una espía
que grita cuando menos tú la añoras.

Descansa en el sendero hacia la cumbre
más alta que jamás hayas besado,
y deja que otra vez encuentre lumbre

en esos ojos tuyos que he buscado
perdido entre la ciega muchedumbre
de rostros que miraban a otro lado.

 LADRAN JUNTO A LA LUZ

Ladran junto a la luz, se duermen luego
los fieros animales que procuro
dejar en lo más hondo y más oscuro
del llanto, cuando se ha extinguido el fuego.

Detrás del infortunio, sordo y ciego
un tigre vertical traspasa el muro,
y en la puerta cerrada del futuro
da golpes el pasado que le entrego.

Es el pozo final de cada día,
el sol que sin pensar empina el codo
confiado en la paciencia del vigía,

apostando a la luna, en su acomodo,
aquello que jamás apostaría
quien se ha sabido rey de casi todo.

 SUEÑOS ROTOS

Soy, a la muerte, lo que al mar el río.
Corriente irreversible que en cascada
al seno del dolor, desde la nada,
desciende como un canto a lo sombrío.

Y soy la muerte misma, el desvarío,
la muerte por la muerte desbancada,
aquello sin nacer, que ha muerto en cada
palabra traicionera en que confío.

¿Qué buscas, ilusión, conmigo ahora
si muero en una esquina de la muerte
de tanta confusión devastadora?

¿Qué puedo yo de sueños ofrecerte
si el espantoso mar que me devora
no me deja dormir, ni que despierte?

 PENITENTE

A mi dolor la oscuridad desnuda
le brinda de su cena y de su abrigo,
alivia los rigores del castigo
que cual grillete al corazón se anuda.

Amanece en el mundo y se reanuda
el acto del monarca que maldigo,
y yo, por combatir al enemigo,
reclamo a las tinieblas nueva ayuda.

Bendita palidez que el rostro mío
regala cual perfil del penitente
lanzando a mi existencia el desafío

de vivir como un muerto entre la gente
condenado a las burlas y al vacío
sin Eva, sin manzana, sin serpiente...

 CRIMEN SIN CASTIGO

¿Qué da la soledad al enemigo
guardián de la conciencia?, ¿qué recelo
se esconde contra el mundo, contra el cielo
brindándole a mi angustia falso abrigo?

¿Qué luz encadenada va conmigo?
¿qué pájaro distinto al de mi vuelo
me deja despeñarme contra el suelo
dejando un nuevo crimen sin castigo?

Yo soy el que se duele, el que se duele,
buscando de la vida una llamada,
un divino escultor que le cincele

un rostro a la ilusión, una mirada
de paz y redención para que vuele
el ave del amor asesinada.

 ESA MITAD DE TI

Esa mitad de ti que cristalina
desciende de tus ojos y al mar clama,
dejando en el recuerdo de tu cama
una brizna de lluvia repentina.

Ese pétalo amargo que se inclina
y en tu pecho desliza su proclama,
es el fiero dolor que se derrama
cuando el fin de la dicha se avecina.

Lo mismo da tu llanto que mi llanto.
Los dos en procesión han descendido
de la satisfacción hasta el espanto,

del cielo de tus ojos al latido
que marca la estación del desencanto
cuando el tiempo de amar se ha detenido.

 EL MURO

Aquello que alumbraba entre mis manos
más nunca volverá, lo he presentido,
y en medio de ese estático fluido
se agolpan mis recuerdos más insanos.

Son crueles, son salvajes, son tiranos,
son ratas de la nave del olvido
que no se van del barco que se ha hundido
y son, de mis temblores, veteranos.

Un pelo de ilusión, cual oro impuro,
crepita en mi interior y me levanta
allá donde el presente es más futuro,

y dobla mi valor, y me agiganta
haciendo de mi guerra, guerra santa,
y el muro de mi vida, menos muro.
  
MASOQUISTA

A veces el dolor que me tortura
suele hacerme reír por lo travieso,
y en ese absurdo amor que le profeso
se mezclan la torpeza y la ternura.

Admira comprobar que la locura
del hombre por sus lágrimas poseso,
lo salva de sentir en carne y hueso
el peso de su propia sepultura.

La sombra del amor vivido antaño
me viene a visitar, y le apetece
librarme de este mundo tan extraño.

Y yo le digo, cuando se aparece,
que, por favor, no vuelva a hacerme daño,
que me gusta el dolor, mal que le pese.

 DISCURSO EN LO SOMBRÍO

(evitando la letra A)

Si muero sin decirte cómo siento
el error de Cupido en sus poderes,
si muero sin decirte que mujeres
no tuve porque siempre un monumento

erigí con tu rostro en su momento,
si dice mi ilusión que no me quieres,
que soy un infeliz, que en tus deberes
como mujer, fingido sentimiento

recibiré de ti, que en lo sombrío
escondes cierto miedo furibundo,
si dices: de los hombres desconfío.

Debe ser mi destino, el moribundo
desvelo por querer tu beso frío
o un sueño que me libre de este mundo.

EN HORAS BAJAS

Se desgaja y se parte en el intento
de herir la soledad, y su migaja
furiosa la mutila, y aventaja
si asusta su navaja al desaliento.

El filo por el cual avanza el viento
prefiere, del silencio, su rodaja,
y se agencia la herida cuando raja
la aurora con un golpe el firmamento.

Cómo duele el rasguño en los lunares
del rostro de la lluvia, cómo exhorta
la voz del que imitando a los juglares

entona su canción, y reconforta
saber que tiene el pan de los pesares
y el vino del dolor, y lo soporta.

 DICE MI MADRE

¿Qué vas a hacer con tanta soledad?
dice mi madre. Madre ya amanece
en su lecho final, madre envejece
y se siente distante de su edad.

Y me guarda en su sueño, tempestad
que alucina al tenderse en su regazo,
y el amor se ha prendido de su brazo
apretando con goce su humildad.

Madre despierta y toda su bondad
me da vida, me empina, me engrandece,
como la luz de Dios es su verdad.

Ella enseña su blanda majestad
y me dice de un modo que enternece:
¿Qué vas a hacer con tanta soledad?

 NO VUELVAS

No vuelvas a decir que compañía
mis ojos no acarician, que no quiero
gastar en vanidades el dinero,
que soy el inventor de la sequía

del alma, por seguir mi travesía
surcando los abismos del tintero.
No digas otra vez, que si severo,
que si tal o más cual, en letanía.

Lo juro, soy feliz, no existe nada
que pueda seducirme más que Apolo
brindándome su musa más preciada.

Que soy un aburrido, que no molo,
no lo repitas más, ¡tan desalmada!
No vuelvas, Soledad. ¡Déjame solo!

 DEL PECADO DE DIOS

Del pecado de Dios estar exento
buscaba con su muerte el que moría
y tanta sangre inútil fue la orgía
que puso en entredicho el nacimiento.

Un charco ya sin llanto y sin aliento
se echó junto a sus pies mientras crecía
el sueño de vivir en la utopía
de estar y de no estar en un momento.

El tiempo se cansó de ser prolijo
y nada pudo hacer de más el viento
que salvarle la vida al crucifijo

en franco descender junto al sediento
de paz, que con su salto lo maldijo
camino de la cruz del pavimento.

 LOCURA

Sentados a la mesa, (Dios mediante)
el loco, a aquel señor resucitado,
le hundió la mano sucia en el costado
y la sacó pletórica y radiante.

Después de una experiencia semejante
de tan inexplicable resultado,
pidió a su compañero ser salvado
de su demencia gris y delirante.

El otro partió el pan, escanció el vino,
comed y bebed, dijo, misterioso,
y al loco la cordura sobrevino

lo mismo que el dolor, y tembloroso,
clemencia demandaba a lo divino
al ver que en la locura fue dichoso.

 CUESTIÓN DE FE

Odiar al Dios que flores destruyera
buscando del aroma su pecado,
no quita la razón al condenado
aunque a lo eterno condenado fuera.

Tampoco el que parió la primavera
se salva de la cruz, ni lo nevado
apuesta por las huellas del pasado
que la sal del futuro derritiera.

¿Qué parte de lo eterno en movimiento
por morir al instante, reza y gira
negando el infinito mandamiento?

¿Qué parte de mi mano es de mentira
cuando se empeña en despeinar al viento,
o en decirle a la muerte que delira?

 HE VISTO

He visto al mar lucir su claroscuro
con su danza de espuma desterrada,
y he visto en la remota madrugada
sus ráfagas saltando sobre el muro.

He visto al manantial de mi futuro
recordar del pasado una cascada,
y he visto a mi conciencia disfrazada
de esa vieja nostalgia que censuro.

He visto eso que sale de mi sueño
dormido y con su afán de golondrina
imaginando que a volar le enseño.

Y he visto más allá de la neblina
la luz de un pequeñín buscando dueño
en cada catedral y en cada esquina.

 DIOS EN PERSONA

El dios que a eternidad me sigue y anda
descalzo, cual si fuera luz el cielo,
se ha unido silencioso a mi desvelo
diciendo que es mi mente quien lo manda.

Al cuello me ha colgado su bufanda
me ha dado su tricornio, su pañuelo,
y yo le di mis alas para el vuelo
que a todo santurrón se le demanda.

Qué susto se llevó la extinta muerte.
Radiante, en mi ilusión, dios en persona,
me viene a acompañar y se divierte

y escucha mi sermón y se emociona
al ver que por amor, mi mala suerte
y todo lo demás se le perdona.

 LA ÚLTIMA CENA

Que el pan ya lo perdí, ¿qué duda cabe?
Casémonos entonces con el vino
que nuble la razón, y lo divino
venga a salvar mi fe como Dios sabe.

No importa que el licor mi vida acabe.
Ya siento en mi interior el repentino
placer de emborracharme cual cretino,
dejando que su encanto me destrabe.

De nada le sirvió la última cena
a aquélla que engañando a su maestro
le dio a beber del vaso de la pena.

De la fatalidad y lo siniestro
de este amor que mantengo en cuarentena,
no me podrá salvar un Padrenuestro.

LA DAMA OSCURA

A José Martí

Del fondo mustio de la noche, al ruedo
de mi tapiada sombra agonizante,
pasa la muerte con su luz, delante
del infortunio, ungido en su denuedo.

Luz achicando de la vida el miedo
y por la dama oscura y su diamante
puro, del tibio mármol delirante,
cuelgo las armas y en su paz me hospedo.

¡Abismos de la vida que me espera,
abierto el pecho, y la arrogante daga
venga en el viento a penetrar certera!

Prefiero que la muerte satisfaga
con su delirio criminal de fiera
mi vocación de lirio que se apaga.

 ALIENTO VITAL

Vital es el aliento que demora
el parto misterioso de la muerte
donde la vida en un instante vierte
sus gotas a la fuente redentora.

Al cielo descender, y embriagadora
estancia para el rito de lo inerte,
se torna cada nube, y se convierte
la luz de ayer en sombras del ahora.

La eternidad es novia del instante
en que el mundo parece de mentira,
y a todo lo que otrora fue importante

le pasa, cuando el cuerpo no respira,
lo mismo que al carbón, que fue diamante
y hoy sólo es una piedra que delira.

 EN EL JUICIO FINAL

Tranquila va a morir la madrugada
y por su herida estéril, casi muerta,
el viejo se sentó junto a la puerta
a esperar de la muerte su llegada.

Del sol y su silente cuchillada
de luces, la ventana semiabierta
se duele, y el anciano siempre alerta
mantiene en este mundo la mirada.

Se atreve a descansar el que fallece
lo mismo que a dudar el que se arruga
de si esta nueva luz le pertenece.

Si Dios va a socorrer al que madruga
o si en cambio, pecado le parece
en el juicio final, darse a la fuga.

 CONDENADOS

Yo soy aquel que dijo: -condenado
a morir en la cruz eternamente,
aquel que por azar, por accidente
pasó de ser el juez, a ser juzgado.

Yo soy aquel oscuro magistrado
que sufrió la repulsa de la gente
por ser el que bendijo la simiente
del árbol que da el fruto del pecado.

En cambio tú, buen hombre que sonríes,
y dices: -Vade Retro, Satanás,
¿Conoces tu sentencia? No te fíes.

El Mal es poderoso y tú quizás
el alma, sin saberlo, la extravíes.
¿Qué gritaste: Jesús o Barrabás?

 TELEFONAZO

El timbre del teléfono me invita
a dejarlo sonar, y su latido
se vuelve más y más enfurecido
si lo dejo sin más, que se repita.

Llamada que el silencio decapita
y vuelve a importunar en mi sentido
la voz de un más allá desconocido
que anuncia, timbre y timbre, su visita.

¿Quién llama?, ¿quién insiste al otro lado
lanzándome un ring ring como decreto?
¿Quién clava su presencia en mi teclado?,

su código sonoro que interpreto
como el grito de un ser, desesperado
por hacerse inmortal en mi soneto.

YO SOY EL ÁRBOL

Como un ave tenaz y lisonjera
a la que imitas y en belleza igualas,
aquí en mi corazón abres las alas
pidiendo que te acune y que te quiera.

Ha llegado a mi piel la primavera
y el árbol que talaste y ya no talas,
se empeña en retoñar, si le regalas
la gracia del vivir que no tuviera.

Resguárdate del sol, del inclemente
verano que se acerca en mi follaje,
taladra las maderas de mi mente.

Más no repitas el terrible ultraje.
No vuelvas a privarme nuevamente
de este sitio pequeño en el paisaje.

 SI QUIERES INTENTARLO

Si quieres intentarlo todavía,
que me lo diga el viento, o el cuchillo
de cortar ilusiones. Soy el brillo
del faro de los sueños, el vigía

que inventa en soledad su compañía,
el humo que sostiene al cigarrillo.
Si quieres intentarlo, sé martillo
del yunque forjador de la alegría.

Que yo vivo en el aire, suspendido
como el nido que fui, sin más halcones
que el ave sempiterna del olvido.

Si vienes y me dices: “soy paloma,
no más halcón”, de mis lamentaciones
el muro, piedra a piedra, se desploma.

 VENTOLERA

Oh, qué rebelde el viento, qué insensato.
Su furia, tras el eco de un silbido,
te ha dejado el cabello enfurecido
con tanto vendaval en desacato.

Trata de aislarnos, y a la vez, yo trato
de hacerme con los vuelos de un vestido
que flota por los aires suspendido
dejando en compromiso tu recato.

A salvo entre mis brazos te supones
de la más desafiante ventolera
y cuando los henchidos corazones

se agitan al sentirse cual si hubiera
en tu interior y en mí, como ciclones,
volamos sin que el viento lo supiera.

 NOCTURNO Y HEREJÍAS

Jamás mi lengua navegó tan lejos
con tanta libertad en las sombrías
regiones de tu cuerpo menos mías
donde guardas tus vinos más añejos.

Jamás, ni en los más lúbricos festejos
convertimos nocturno en herejías,
ni tan ensimismada te movías,
ni ardió tanto tu sombra en los espejos.

Con esa sensación vivida antaño
del himno del placer, la partitura
rescato en mi interior y la acompaño

de un brindis en honor de la locura
de juntar tu tamaño y mi tamaño
sin miedos, sin pudor y sin censura.

 HAZME LA GUERRA

Si luego del amor ya no despierto
y sigue en tu interior depositada
la savia de mi cuerpo disparada
cual lluvia tormentosa en tu desierto.

Si ves que agonizante me divierto
sobre tu cabellera endemoniada,
y le canto al amor sin decir nada,
y me abrazo a la vida como un muerto.

Regálame tu beso fugitivo
allí donde mi cuerpo se hace tierra
y rompe, sin pensar en un motivo,
el círculo de paz que nos encierra.

Escúchame, mujer, si sigo vivo,
desnúdame otra vez, y hazme la guerra.

 EN CARNE VIVA

Desnudo, es decir, cuerdo, iluminado,
me desgajé de ti como poseso,
después que cada lengua diera al beso
la impúdica lección de lo sagrado.

Trabado de tu amor, y destrabado
del cepo de tu piel en retroceso,
apenas un instante anduve ileso
y un instante después, aletargado.

La carne de lo eterno en carne extraña
te vi reverenciar, feliz, lasciva,
después que en un recodo de tu entraña

parieran tu humedad y mi saliva
un monstruo que me cerca y me acompaña
dejándome el recuerdo en carne viva.

 CONVICTO

Tan desnudo, lo mismo que tan muerto
salgo de ti en puntillas a la vida,
detrás dejo la carne confundida
cuando sin sangre y sin edad me advierto.

En muertes el convicto es el experto,
experto es ese pájaro suicida
que parte con la fe disminuida
a hacer su penitencia en el desierto.

En esa eternidad de polvo y roca
las carnes he vendido en menoscabo
del cetro de los hombres cuando poca

resulta la bonanza, y nunca acabo
de entender la razón del que me invoca
si me va a condenar al fin y al cabo.

 AQUÍ DUERME MI SED

Aquí duerme mi sed emborrachada
de tanta libación del rojo aliento
que niegas a los labios del sediento
dejando que la muerte nos invada.

Aquí, con la mordaza en la mirada
me apresto a fabricar un argumento
que niegue lo que sientes, lo que siento,
diciendo casi todo y casi nada.

Qué tanto del vivir en mí perdido
el rostro del difunto manifiesta,
qué puerto se ha cerrado en mi latido

que apuesto por quedarme y ella apuesta
por darme el sacramento del olvido
diciendo que no sabe y no contesta.

 ESTA SED DE MORIR

Esta sed de morir con la que vivo
tan cierta, tan tenaz, tan persistente,
estas ganas de ver en la corriente
inmóvil a mi cuerpo fugitivo.

Estos versos azules que te escribo
sin destino final, sin remitente,
este gesto suicida sobre el puente,
esta sed de morir con la que vivo.

Este llanto que corre sin motivo
y que dejo correr indiferente,
estas ganas de ti que me prohíbo,

este beso de Judas de la gente,
esta sorda esperanza que derribo
cuando empieza tu luz a estar ausente.

 LA MUERTE, ESA PIEDAD

La muerte, esa piedad que nos aterra,
hoy viene con su sombra y con su abrigo
a darme salvación como castigo
y a hundirme como a un barco bajo tierra.

Me adora y a la vez, me hace la guerra
poniendo su silencio por testigo
y yo con mis dos manos la bendigo
y aplaudo a quien del mundo me destierra.

Con esta voz que canta soterrada
y deja acaso un eco irreverente
estreno con mis huesos la morada

del nada siento, y siento, (si se siente)
venir de mi pasado, inmaculada
la paz hasta mi tumba del presente.

 EL GRITO

Sé de un grito mayor que el de la lumbre
ciego, quemante, de pueril acento,
un grito que subasta el firmamento
en medio de la sorda muchedumbre.

Un grito que hace sangre en la costumbre
y en las puertas gastadas del aliento
un grito que he soñado, que me invento
a merced de mi ajada mansedumbre.

Sé de un grito que en lágrimas acalla
la angustia de la lágrima que habito,
un grito persistente que ametralla

el cuerpo del dolor más inaudito,
y como no consigo que se vaya,
intento persuadirlo con un grito.

 MIS MIEDOS

De sombras son. De allá de lo sombrío
vienen trepando por mi cuerpo enjuto,
amarga es la cosecha de este fruto
que sólo desconfianza le confío.

Fabrican en mis ojos el rocío
en el minuto exacto, en el minuto
en que voy reduciendo el absoluto
al reino del no ser en mi vacío.

Son grandes en maldad y son pequeños
que escarban en mi mente cual espías,
dejándome desnudos los empeños,

y ciega la ilusión, sin energías.
Se acuestan en la tumba de mis sueños
y tejen largas trenzas con los días.

 JUNTO AL FUEGO

La lumbre está temblando y no es de miedo,
pues de la oscuridad más inclemente
se sabe, ya per se, sobreviviente,
y antorcha desafiante de mi credo.

Me sumo a su temblor, y le concedo
el rostro que ilumina, y frente a frente,
presiento su ternura más ardiente
en esta hoguera antigua en que me hospedo.

El vino de la noche en copa clara,
comparto, y de la sombra, el desvarío,
se siente como un grito que quemara,

avivando el rescoldo en lo sombrío
porque vela por mí, porque me ampara
el fuego que me salva de este frío.

 CAUSAS PERDIDAS

Lento se va desvaneciendo el fuego
y en el triste escalón de lo sombrío
parece más inmenso mi vacío
y voy andando a tientas como un ciego.

Esta causa perdida a la que entrego,
como al perdón del mar se entrega el río,
mi rostro naufragando en el rocío,
me habita como el llanto en que navego.

¿A dónde me encamino de esta guisa
con tanta luna llena en la mirada
y un lobo mendigando en la sonrisa?

¿A dónde, con la suerte en desbandada,
si toda la del mundo se precisa
y el mundo nunca quiso darme nada?

                                             José Tadeo Tápanes Zerquera,


CAMINO DEL SUR

                                               
En el latido oculto, procedente
de tu estancia remota y perfumada
entona una canción la madrugada
usando los arpegios de mi mente.

Desnudo lo que siento y lo que siente
tu esencia a contraluz, embelesada,
y camino del sur, con tu cascada
tropiezo y me abandono en la corriente.

Tus piernas, como troncos del guayabo,
me arrastran, insistentes, hasta el fondo
del pozo del placer, y cuando acabo

del delirio mortal, caigo en redondo
sin saber si me he muerto, y me destrabo
y quiero despertar, y no respondo.








VALS DE MEDIANOCHE
                                    
Haciendo con estrellas un derroche
de formas insinuantes, y un cometa,
se acerca desafiante y muy coqueta
la dama misteriosa de la noche.

De nubes repentinas tiene un coche,
y el alma de este tímido poeta
en sombras agiganta su silueta
cantándole este vals de medianoche.

Gustosa la doncella me saluda
mostrándome su sexo transparente
allí donde conversan Cristo y Buda.

Y sólo por seguirle la corriente
a aquélla que en el cielo se desnuda,
demora su llegada el sol naciente.



EL GUARDIÁN DEL PLACER

No me busques agónica en tu cama.
ven a la mar y tierna resplandece
como ese sol que en luz desaparece
cuando la tarde a perecer lo llama.

No me entregues la sal que se derrama
en hondo padecer si el llanto crece,
que el llanto que una vez desaparece
retorna cuando el miedo lo reclama.

Yo soy el que fabrica entre reflejos
los labios con que besa el horizonte,
y arranca de la piel de tus espejos

los besos que me imploras que desmonte,
el guardián del placer, el polizonte
que viene a darte paz desde muy lejos.
           








A LA DIOSA POESÍA

Voy a quererte más, y todavía
algunos me preguntan si al quererte
renuncio a mi fortuna y a mi suerte
a causa de este amor de fantasía.

Que voy muriendo al pie de la sombría
extraña profesión que me divierte,
y en humo, en hojarasca se convierte
mi burda y demencial palabrería.

Que soy un asesino, que apuñalo
en busca de la fórmula secreta
al verso que se tuerce, que soy malo,

que niego al semejante la receta
del monte literario donde escalo,
que soy un pobre diablo y un poeta.



TE BUSCO

Te busco bajo el canto de las aves
en esas horas en que el mar despierta
y dejan los marinos, ya desierta,
en la arena la estela de sus naves.

Te busco donde el sol se rompe en suaves
espadas luminosas, y en tu puerta
las olas organizan la reyerta,
con sus voces de sal en tonos graves.

Y tú, intuyendo del amor las claves,
vendrás como las dársenas, abierta
a todo, regalándome las llaves

de abrir la habitación que me convierta
en isla de tu piel, pero bien sabes
que cuando llegue a ti ya estarás muerta.









AMOR QUE NO ES AMOR

Cuando el viento se ensaña con el trigo
cual si fuera su cómplice o su amante,
dos ojos iluminan mi semblante
y en nombre del pecado los bendigo.

Poniendo a mis vergüenzas por testigo
una sombra maciza y ondulante
es cuerpo de mujer en el instante
en que viene el placer a dar conmigo.

Le entrego mis dos manos, y le entrego,
el pan que da vigor y da confianza
a cambio de unas migas de su fuego.

Perdido todo atisbo de esperanza
le endulzo sus entrañas como un juego
de amor que no es amor, es mi venganza.




MORDIDA ESTÁ MI PIEL

Mordida está mi piel como una fruta
que busca entre tus labios dulce empleo,
yo soy el que se alista a tu deseo
lo mismo que al ejército un recluta.

Hoy tengo la completa y absoluta
certeza de fungir como el trofeo
que muestras por sentir el cosquilleo,
de alzarte con el triunfo en la disputa.

Si quieres ante el mundo hacer alarde,
de este cuenco de luz de que dispones
recuerda que el amor, como la tarde

se apaga si sus pocas ilusiones
no encuentran voluntad que las resguarde
ni sueños, ni esperanzas, ni perdones.








ME MARCHO
                               
Cansado de buscarte en cada nube
regreso a los infiernos y a la lumbre,
después que la gloriosa muchedumbre
me diera el nombramiento de Querube.

De tanta paz violenta nada obtuve.
De tanto fingimiento en la costumbre,
me marcho, vida eterna, a donde alumbre
la sombra de ese mal que aquí no sube.

Me ha herido el proyectil de un angelito,
me ha pegado una ninfa una pedrada,
y tan despedazado queda el mito

de la felicidad inmaculada,
que escapo con lo puesto, con lo escrito,
lo mismo al camposanto que a la nada.


JUEGOS DE SOLEDAD

Hundido en el rosal, o en el regazo
de la madre amantísima que añoro
del sueño me divorcio, me incorporo,
me ausento de su luz dando un portazo.

Distante de la magia de su abrazo,
de su leche y su miel, de su tesoro,
me voy donde el silencio es indoloro
aunque explote en mi piel como un balazo.

Juegos de soledad, hada madrina
que llega con su mágico instrumento
a hacer en mi ilusión de celestina,

de pájaro nadando contra el viento
en un viaje al amor que no termina
o al menos, no concluye, de momento.






 



EL TREN DEL AMOR
                                                   
Un tren puede matar o dar la vida
lo mismo que la lluvia. Cuando llores
procura hacerlo lejos de las flores
porque en flores de rabia contenida

se vuelven sin querer, y en estampida
se marchan para siempre sus colores.
Anoche pasó el tren de los amores
mientras yo presagiaba su venida.
                                                                                   
Soy la flor que se muere, el condenado
por el tren de la vida que pasó
sin parar en el sitio estipulado.

Ya no vale esperar. No pasan trenes,
y el último de todos se marchó
dejando nuestro amor en los andenes.


AMARTE
                         
Amarte fue una suerte de neblina,
un hueco, un apagón, un espejismo,
un abismo cavado en otro abismo,
del alma una dolencia repentina.

Fue gangrena, fue hiel, fue guillotina,
un sueño condenado al ostracismo,
fue veneno y puñal, fue un mecanismo
de hacer de la esperanza una asesina.

Silente va el agónico cortejo
con los crespones negros y en la vía
del guiño del futuro me protejo.

Y como no me ven con compañía,
ni brota en mí el amor, ni me emparejo,
algunos ven placer en mi agonía.








 


OLVIDARTE

Con esa gravedad, con esa euforia
que brilla en las pupilas del recelo,
lanzaba los recuerdos contra el suelo
dispuesto a exorcizarme la memoria.

Añicos, los fragmentos de mi historia,
como un espejo inútil, sin consuelo
mostraba junto al sueño, mi desvelo
sin una franja clara y divisoria.

En ese primordial redescubierto,
en esa plenitud que no repara
ni en sombras ni en la luz, ni en vivo o muerto,

por fin pude sentirme, (cosa rara)
un hombre liberado y a cubierto
del recuerdo maldito de tu cara.




ELÍGEME MUJER

Elígeme, mujer, y en mi mandato
de amor haré cumplir tus ilusiones
si electo salgo yo en tus elecciones
pondré a tus pies un mundo, dulce y grato.

Mejor no vas a hallar un candidato
que muestre tan ardientes condiciones
ni ponga más pasión en las reuniones
ni mejor orador ni más sensato.

Presidente en funciones a lo eterno
quisiera yo erigirme, o diputado
o el ministro de paz de tu gobierno.

Mas, si metes el voto en otro lado
me iré por tu política al infierno
y al golpe llamarán golpe de estado.








YO HE VISTO A UNA MUJER

Yo he visto a una mujer entrar al río,
tan cierta como un sueño, y a mi mente
sedujo como un pájaro a la fuente
saltando desde el borde del vacío.

El agua despedida a su albedrío
de las flores el néctar, dulcemente,
probó cuando empezaba a estar ausente
el ave migratoria del rocío.

La mente tenga Dios por buen tesoro,
que yo de mis visiones no me fío,
y aun siendo una ilusión, de más la añoro,

o puede ser a causa de este frío
que incluso de la nada me enamoro
y fértil se me antoja lo baldío.



ME ASOMO A LA CIUDAD

Me asomo a la ciudad, a sus cordiales
estatuas, con el susto del viajero
que busca la verdad en un letrero
en vez de en el favor de los mortales.

Los rostros, aunque ajenos, dan señales,
y yo, gafas de sol bajo el sombrero,
me siento, de este mundo, un forastero,
igual, pero distinto a mis iguales.

Detrás de los apáticos cristales
 apelo a ese derecho que me asiste
a abrazar con placer a los locales

pues algo late en mí que se resiste
a dejarlos pasar en las postales
de un pueblo que me invento, que no existe.









APARIENCIAS

Navego como un barco sin bandera
pero algo hay en mi aspecto que delata
mi triste condición, y no es la pata
de palo, ni de un ojo esta ceguera.

Tampoco es la muleta de madera,
ni el sable, ni la argolla de oro y plata,
ni este ron pestilente que me mata
y me salva también de que me muera.

Prefiere, el que me ve, cambiar de acera,
y nadie me da pan ni me contrata
ni busca en mí el amor ni me venera.

Y todo el que mis órdenes acata
se engaña, se confunde porque espera
de mí que me convierta en un pirata.




TEMBLORES

El túmulo o temor donde me oculto
del soplo de esa piel mordaz, obscena,
empieza a desnudarse de la arena
dejándome indefenso e insepulto.

Aliento sobre aliento, en el tumulto,
temblar parece la caricia ajena,
un rostro por persona, una docena,
por cada niño que se vuelve adulto.

Desde este promontorio escurro el bulto
y mi respiración, a arder en frío
dedico, y cuanto menos dificulto

el paso a mis demonios, y confío
en que Dios no se tome como insulto
que yo, en vez del amor, le haga el vacío.








CANTOS DE SOLEDAD

Si yo tuviera al menos una estrella,
un ángel del crepúsculo habitante
que diera con su luz  al caminante
una razón para dejar su huella.

Si, al menos,  una luna como aquella
errante en su volar, cual ave errante,
un sol que por las noches me levante,
o el fuego sideral de una doncella.

Si yo pudiera, el alma, en un instante,
limpiar con una lluvia de consuelo,
hacerle sin dolor, algún trasplante

que limpie mi existencia de este velo
de sombras provocando que me espante
al ver mi soledad tumbar el cielo.




CAMPANILLA

Ayer, mientras leía en las estrellas
como quien busca en el balcón del cielo
un ave que le espante su desvelo,
sentí sus pasos repasar mis huellas.

No hay pie que deje marcas como aquellas
ni alas que levanten tal revuelo,
ni quedan tantas luces en el suelo
cuando pasan volando otras doncellas.

Ya lo dijo la luz que calla y brilla
que todo el universo es un pañuelo
y puede suceder que en la mejilla

te besen, y el amor, en pleno vuelo
despierte, si le place a Campanilla
servirle a tus demonios de consuelo.








YO QUIERO RENACER

Yo quiero renacer como las olas
y hablar de mi delirio a las estrellas,
yo quiero en el placer dejar mis huellas
lo mismo que en el mar las caracolas.

Yo quiero, a donde están las almas solas,
volar para, entre todas las doncellas,
robar las más impúdicas y bellas,
besarlas como el viento a las farolas.

Yo quiero ser el sol y ser el dueño
de la esquina del mundo a donde acude
la luna a remendar la piel del sueño.

Pedirle, por favor, que me desnude
de tanta soledad, pues fue mi empeño
dar mi cuerpo al amor, pero no pude.





EL GUIÑO DE TUS PIERNAS

Tan claras en mi mente, tan eternas
las luces del instante  en que en lo obscuro
mis ojos tropezaron contra el muro
abierto tras el guiño de tus piernas.

En esas oquedades que gobiernas
donde el casto se pierde y se hace impuro
busqué desesperado mi futuro
como el hombre ancestral de las cavernas.

Un trozo de mi cuerpo hallé prendido
dejándome en tinieblas como a un ciego,
queriendo de tu cuerpo, lo escondido

lo mismo que tus ojos, para luego
confesar mi pecado arrepentido
de haberme calentado con tu fuego.







TE PIDO UN TÉ
                     
Te pido un té, para decir te quiero,
para ver mi temor en desbandada,
después que tu dulzura despiadada
convirtiera mi vida en un bolero.

Derrotado, por culpa del arquero
que reparte el amor sin decir nada,
y luego de lanzado, y de lanzada
la flecha, nos invade el desespero.

Despacio, la infusión, deja caliente
la boca que en mis sueños rememoro
lanzada del placer, a la corriente.

Y suena mi suspiro más sonoro
al ver que me has besado irreverente
sin saber que en tus labios me evaporo.




MUJER DE FUEGO

Por qué, mujer de fuego, te desnudas
si es tarde para todo, y esta tarde
es muerte más que amor lo que nos arde
y tú, con desnudarte, mal me ayudas.

Por qué, si tus palabras andan mudas
y a Dios le has suplicado que te guarde
de hacer, frente a mis lágrimas, alarde
de amor en beneficio de mis dudas.

Hoy tengo la pasión anestesiada
y un gusto por la luz que se desvía
y sombras corta en mí como una espada.

Qué clase de demonio es quien te envía
a hacer un universo de la nada
cuando ya tan a gusto me moría.








EL DULCE ACOSO

Con la mano en tu pecho recluida,
fui el amante un instante, luego ansioso
servidor de la causa del reposo
después de la explosión de darte vida.

Durmiente, del placer arrepentida,
mi piel después del acto cadencioso,
librarse pretendió del dulce acoso
huyendo de tu amor como un suicida.

 Insomnes dedos, a tu pecho en vilo,
asedian, y a su broche diminuto,
torturan con impúdico sigilo.

Después, la muerte dulce, el sueño astuto,
entra al cuerpo mortal que a Dios le alquilo,
y duerme en ti, feliz, del pecho el fruto.




FE DE VIDA

Yo vivo en una casa sin entradas,
sin perro al que lamer su mansedumbre,
el agua me devora, igual la lumbre
con sus lenguas de fuego y sus miradas.

De los dioses, las glorias olvidadas
suelo invocar del Gólgota en la cumbre,
y tengo, en luna llena, por costumbre
beberme la sonrisa de las hadas.

A veces pasa el sol o pasa el viento
a dejarme en la piel algún mensaje,
y a veces, por amor al movimiento,

me peino,  me retoco el maquillaje,
y en busca de un idílico tormento
desciendo de la cruz y emprendo el viaje.







QUERER VOLAR

El pájaro que al sol apunta en vuelo
y llena de infinito su mirada
prefirió la aventura inusitada
de labrar su destino en otro cielo.

Apenas un minúsculo polluelo
sintió de otros confines la llamada,
y logró prescindir de su bandada
en aras de su instinto y de su anhelo.

Al viento, su imprudencia y su descaro,
voló sin dilación donde la bruma
inunda el corazón como un disparo.

Arriesgó su futuro, pluma a pluma,
para luego posarse en el amparo
de ese nido de amor que no se esfuma.




AMANTES

Si lo niegas, entonces será cierto,
que desnuda se escapa de tu mano
la serpiente de amor y lo malsano
del sueño turbador del que despierto.

Que soy aquel que clama en el desierto
abrazado a tu piel como un tirano,
y a fuerza de apostar por lo mundano
en víctima y culpable me convierto.

Amante y virginal permanecías
mientras yo maquinaba pretencioso
tornarme del placer en el Mesías.

Dos cuerpos disfrutando el delicioso
sabor de la manzana que mordías
hambrienta y a escondidas de tu esposo.








SEMIDIÓS

Si los dioses que amaste no serán
más nunca la razón de tu deseo
entonces ¿por qué tanto coqueteo
hablándome de Dioses con afán?

Ya sé que fuiste novia de Titán,
Océano, de Crono y Prometeo,
ya sé que enardeciste el Coliseo
del Tártaro salvando a tu galán.

Hoy vives en la piel del que te acuna
en su pecho gentil de semidiós,
aquel que decidió poner la luna

a tus plantas la noche cuando nos
besamos inventando la fortuna.
No quieras que otra vez te diga adiós.



NO ME TIEMBLE LA VOZ

No me tiemble la voz para contarte
cuánto queda de vida en esta acera,
si ves que ya murió la primavera
seguro va a nacer en otra parte.

Se me apagan los ojos de mirarte
y mi sueño parece una quimera,
tendré que conseguir de otra manera
aquello que no quise suplicarte.

Yo te espero, por siempre, yo te espero
con la puerta del patio, y la ventana
cerradas al constante desespero

de esa vida frenética y mundana
donde fuiste la cárcel de un te quiero
que siempre te pedí de buena gana.









A SALVO DEL PLACER

A salvo del placer puse mi fuego.
No quiero que se inflame y se alimente
la lumbre en  una esquina de mi mente
con la chispa constante de tu ruego.

Ni cedo, ni claudico, ni me entrego,
ni pongo otra saliva en el torrente
sanguíneo del amor, aunque me ausente
y vele mi dolor un ojo ciego.

Pletóricos se van los que te besan
a prender un candil en su alegría
y algunos no se salvan, no regresan,

perecen en las sábana sombría
ajenos al peligro que atraviesan
durmiendo donde mismo yo dormía.



DE NUEVO ESA CANCIÓN

De nuevo esa canción impertinente
aviva  mis recuerdos, y al oído
a Dios, mi confesión, por aludido,
le canto con la voz de un penitente.

De nuevo, esa tortura, ese torrente
de acordes y de versos, construido
tan sólo para dar con su sonido
un grito de ansiedad sobre mi mente.

El hilo musical es mi derrota.
Silencio, por favor, pido a la gente,
con la mano en la cruz y la fe rota.

Silencio, por favor, que venga urgente
un golpe de silencio a mi presente
que borre esta esperanza nota a nota.









EL CANTO DEL DOLOR

No es que detenga su inminente filo
la muerte, ante mi voz, o ante mi llanto,
ni que quiera beber el desencanto
del vino o de la sangre que destilo.

Ni Eurípides, ni Sófocles, ni Esquilo
cantaron al dolor como yo canto,
ni saben de qué tumba me levanto
pidiéndole a la vida nuevo asilo.

Más sola está la noche sin su luna,
y yo que luna tuve inexistente,
comparto su famélica fortuna.

Y ante el ojo por ojo, del presente,
bendigo el alimento del que ayuna
sin odio y sin rencor, diente por diente.




SÉ LO QUE SOY

Sé lo que soy, aunque las manos llenas
de las frutas del tiempo o de navíos
que regresan silentes y sombríos
tenga perennes, o me falte apenas

esa lumbre que corre por las venas
del que se cree feliz. Mas, esos bríos,
te juro, corazón, que no son míos,
yo no siento esa sed por las cadenas

invisibles, erráticas, baldías,
yo sólo escribo a cántaros e imploro
poderte convidar a fantasías.           

No me preguntes más quién me dio el oro
con que compro estas tristes alegrías,
ni por qué digo luz, ni por qué lloro.








NEVANDO

Dos pasos más allá pondrá el invierno
su blanca bendición, su manto helado,
cuando mi cuerpo empiece a ser sagrado
como un río que escapa hacia lo eterno.

Nevando, está nevando y se hace tierno
mirar hacia lo lejos, extasiado,
y allá en el horizonte, en mi pasado,
alumbran las hogueras del infierno.

Helada está la flor, y está la fuente
rendida al hielo cuando ayer brotaba
de su interior el vino transparente

que tanta sed de todo, en mí saciaba,
y hoy, contemplo la nieve incandescente
quemando el alma cuando todo acaba.



ILUSIÓN PAGANA

Se empeña el limpiador de la fontana,
metiendo las monedas en su saco,
en romper el conjuro demoniaco
que el mundo ofrece a su ilusión pagana.

El ruido del metal haciendo diana
al centro de los sueños, y el opaco
obrero va cumpliendo con su atraco
al menos siente veces por semana.

Impune, con mi ofrenda más urgente
cargó quien en las aguas se movía
sumándole a la angustia del presente

el grito de dolor que al agua envía
el tonto que contaba con la fuente
para hacer realidad su fantasía.









A LA DERIVA

Perdido el horizonte, a la deriva,
sin isla a buen recaudo y mar salvaje
dibujo sobre el alma cual tatuaje
el rostro de un amor en tentativa.

Difícil ha de ser que sobreviva
llevando el corazón tanto vendaje,
sin sueños que ofrecer, sin un linaje
de dioses que mi apuesta haga atractiva.

El barco donde viaja la esperanza,
estando ya dispuesto a perecer,
tendrá un rayo de luz en lontananza,

un puerto donde pueda guarecer
mi chorro de pasiones, de añoranza,
si llego a conquistar a esa mujer.





HECHIZADA
                               
Cuando tu nombre se parece el viento
que parte del abismo de mi boca,
 yo soy esa humedad que se coloca
detrás de las cortinas de tu aliento.

El ansia detenida en mi aposento,
envenena de amor al que la toca,
y una piel hechizada me convoca
a aliviar en el sueño mi tormento.

Mi lengua con la tuya, encadenada,
danzando generosa, como el pez
que muerde mansamente la carnada.

Y luego, deshojando mi niñez,
arranco de tu cuerpo, perfumada,
la flor que me negaste la otra vez.







JADEAS

Jadeas y es mi savia quien reclama
al dios de la pasión, un incentivo
para darme a la muerte de estar vivo
sudor contra sudor sobre tu cama.

Amando al amador que menos ama
el fuego del amante fugitivo,
ardí para alumbrar en lo que escribo
la muerte deliciosa de la llama.

Jadeas y el abismo nos convida
y soy la multitud, y soy la muerte
del mundo que renace del suicida

vaivén que me destroza, y es tan fuerte
que deja la inocencia resentida
y el cuerpo desvalido y a su suerte.





DE ALLÍ DONDE ELLA ESTÁ

De allí donde ella está vendrán los dedos
del ángel Soledad, y sus dos manos
son estas que hoy persiguen versos vanos
encima del trapecio de mis miedos.

De allí donde murmuran cual viñedos
los frutos de sus pechos, tan lejanos,
vendrán, como presuntos inhumanos,
los labios despojados de sus credos.

Allí donde mi lengua nunca estuvo
hurgando en el placer de sus secretos
el tiempo dos instantes se detuvo

y en medio del rubor de los objetos
dispuesto a retener, ya no retuvo
quien se entregó a la paz de los sonetos.







LA NOCHE

Cruel es la noche, igual el que la envía
desde el pozo sin fondo de su pecho,
la noche es el abismo, es el desecho,
la cáscara final que cubre al día.

Muere el sol, se retuerce en su agonía
vespertina, de nubes, en su lecho,
y grita y se resiste insatisfecho                 
a dejar de imponer su jerarquía.

De plata, el firmamento luce un broche
que lanza, como un manto blando y puro,
sobre el mundo una suerte de reproche.

Y la sombra que soy o que procuro,
al sueño se encamina cada noche
en busca de esa luz que hay en lo oscuro.




ME PONGO A CONTEMPLAR

Me pongo a contemplar lo que he vivido.
Otra vida se mece en la conciencia
regida  por la cálida presencia
de  un sol intemporal ensombrecido.

Me pongo a contemplar lo que se ha ido
muriendo sin apenas resistencia,
la arena del desierto de la ausencia,
de mi felicidad, un barco hundido.

De corso la ilusión tiene patente
para unirse a la mente en abordaje
y dejar un instante que me ausente

en busca de comida y hospedaje
a ese mundo interior, inconsistente,
al que cada vez más me voy de viaje.








NADA SABE LA FLOR
                  
Nuevas espinas fabricó la rosa
en medio de la turbia madrugada,
después de quedar mustia y deshojada
al paso de la lluvia tormentosa.

Pasada la refriega dolorosa
que el agua de los cielos, en cascada
vertió sobre su cuerpo, enrabietada,
culpó de su calvario a alguna diosa.

En su jardín silente, a cada hora
se yergue, y su venganza contra el cielo
promete que será devastadora.

Nada sabe la flor, mas, con desvelo,
el agua a sus raíces enamora
para darle la vida, bajo el suelo.






LLUEVE OTRA VEZ

La lluvia va imponiendo su doctrina
en medio del jardín. Su poderosa
presencia en las estancias de la rosa
resbala por su pétalo y su espina.

Es ella quien predica saltarina,
quien ahuyenta la sed, como la esposa
atenta, y en brindarse es generosa,
rodando por el tronco de la encina.

Cayendo sobre el mundo, clandestina,
y haciéndose un lugar en mi desvelo,
mi mente se ha excitado, y se imagina,

al agua dando riendas al anhelo
de encontrar esa puerta en la neblina
que cruzan los difuntos rumbo al cielo.






HIJOS DEL DOLOR

Esta vida que vivo ya no es mía.
Yo soy el que se va cuando no debe
dejando, manantial, sobre la nieve
su sangre más helada y más vacía.

Yo soy el hijo que el dolor envía
a hablarles del dolor y no se atreve,
el sol de la tristeza cuando llueve
la luna sin su miel al mediodía.

No sé si soy lo falso o soy lo cierto
o soy el que se entrega a la tortura
de un sueño en el que sueño estar despierto.

Si soy la enfermedad o soy la cura
del que se va a clamar en el desierto
a un dios que sólo existe en su locura.



CIUDAD QUE TE ESFUMASTE
                            
Ciudad que te esfumaste, que te fuiste
con ese don de pueblo soberano
que elige su fortuna de antemano
sabiendo que al partir, me deja triste.

Ciudad que me reprocha, que me embiste
que corta mis recuerdos por lo sano
borrando de mi mente, plano a plano,
la vida que antes tuve y ya no existe.

¿A dónde mi mansión se fue volando?
Qué pájaro violento la asesora
que escucho en su interior, como llorando

al niño que antes fui, porque demora
su casa en regresar, ni sabe cuándo,
ni cómo va a salvarse el que la añora.









EL TIEMPO SIN SABER

El tiempo, sin saber, mi muerte apura,
acelera la marcha y entretanto,
me acerco a la inquietud del camposanto
 buscando sepultar mi sepultura.

La vida es la ilusión que menos dura
de todas, y confuso me levanto
del lecho sin saber de vida cuánto
la muerte a concederme se aventura.

Un mal que ni se frena ni se cura.
y no pueden ni el sabio ni el experto
librarse de su férrea dictadura.

No hay hombres prevenidos y a cubierto
del canto de sirena del mar muerto
que te deja perdido en isla oscura.




DONDE ANTES ERA EL RÍO

Donde antes era el río está cantando
la dama de la lágrima indivisa,
mi mano le sostiene la sonrisa
y el eco de su voz me está matando.

Me quiero resistir y más me ablando,
y como en escapar no tengo prisa
la beso y ella misma es quien me avisa
que ayer mi juventud se fue volando.

Donde antes era el río, bajo el puente,
el llanto de algún pez, de mí se apiada
y endulza más el agua en la corriente.

En tanto, la presencia endemoniada,
me invita a que le entregue cuerpo y mente,
diciendo que es el fin de mi jornada.








MIS OJOS SE HAN CERRADO

Mis ojos se han cerrado en un segundo
y han visto, de repente, por su lado
pasar todos los rostros del pasado
viviendo en los celajes de otro mundo.

Anduve trasnochado y vagabundo
mirando a aquellas almas, de buen grado,
soportar las miserias de su estado,
con luces rematadas o en lo inmundo.

Me dan la bienvenida y adivino
que todo el que ha pisado aquel sendero
no puede regresar por donde vino.

Y en contra del instinto del guerrero,
acepto cabizbajo mi destino
como un siervo de Dios, como un cordero.





POR COMPASIÓN

Lancé por compasión mi sombra al río.
No me voy a esconder ni disimulo,
ni voy a confesar  por qué la anulo
echando sus despojos al vacío.

Lo siento por su grito en lo sombrío,
por esta muerte a oscuras que calculo
más dulce que morir si la estrangulo
uniendo su destino con el mío.

Segura está mi muerte y por segura,
haberla desligado de su fuente,
es un mal diminuto y es la cura

de la angustia y el tedio del presente
aunque ella se ha enojado y se figura
que va a ser más dichosa sobre el puente.







ETERNO

Eterno es el confín del mar ausente
el puente abandonado sobre el río,
eterno, el ademán y el desvarío
con que al mar socorrer quiere mi mente.

Eterno es el ayer cuando el presente
enfunda en el recuerdo lo baldío,
y eterno es el eterno desafío
de culpar el candor del inocente.

Buscar la libertad donde amenaza
la sombra intemporal del carcelero,
saberse, al mismo tiempo, hierro y maza.

Y en las manos eternas del herrero
volver a refundir la vieja raza
haciendo el porvenir más llevadero.





BUSCARÉ LA ILUSIÓN

Buscaré la ilusión dentro del pozo
que es puerta al manantial de la alegría,
y en medio de la noche torpe y fría
las aguas beberé de puro gozo.

Cuán inmensa la luz y en calabozo
se torna ante mis ojos, y en sequía
la abundancia se vuelve, y con la orgía
de luces me complazco en el sollozo.

Cuando aprisione el sueño al centinela,
doblados los barrotes, roto el muro,
mis alas abriré donde no duela

el fantasma del miedo, y si torturo
al viento reclamando su tutela,
que me lance al abismo del futuro.







ESPEJO

Asusta la imprudencia del  espejo,
su lúcida memoria reflexiva
que espanta la ilusión y que nos priva
del arma del olvido y su festejo.

Observo en su interior y me acomplejo
del rumbo de mi cuerpo en su deriva.
El tiempo se hace fuerte en la ofensiva
dispuesto a condenarnos a lo viejo.

Sin una explicación, sin un motivo,
las luces que alumbraban en mi mundo
se apagan, y me siento un fugitivo

del cerco de cristal donde me fundo,
añorando la magia del segundo
en que daba la imagen de estar vivo.




ESA OSCURA CIUDAD

Esa oscura ciudad de viento y trigo
que al centro de mí mismo está situada
alberga los fantasmas de la nada
que dictan las palabras que les digo.

Remanso virginal del verso amigo
y siempre, la expresión desesperada
del niño que envejece en mi mirada
queriendo de mi vida ser testigo.

Recinto de esas voces que me retan
y al vuelo sus imágenes apreso
sabiendo que ni escuchan ni respetan

la vida al escritor, que en carne y hueso
procura descansar. Mas, no se aquietan
y tienen a mi pluma libre acceso.








DESDE EL INVIERNO

Detrás del horizonte está el verano,
el reino de la luz, y del eterno
calor, con el benéfico gobierno
del sol de lo divino y de lo humano.

Del mundo, tan presente y tan lejano,
el astro con el rostro dulce y tierno,
prefiere destronarse en el invierno,
aunque vuelva a reinar tarde o temprano.

Dispuesto a prescindir del soberano
monarca del radiante poderío
al fuego me presento como hermano

y firmamos la paz,  y le confío
la gracia de salvar mi piel del frío
a este rey al alcance de la mano.




EL PLACER DEL ESCRITOR

¡Cuánto de rosa entre tus piernas cabe!
y cuanto de humedad acariciando
el cetro de mi cuerpo, menos blando,
mientras abres las alas como un ave.

Me pides que no muera que no acabe
el fuego de artificio iluminando
la selva perfumada por la que ando
poblando de simiente el surco suave.

¿Por qué exhala tu piel, literatura?
¿Qué escondes a mi lengua? ¿Algún lenguaje
que agigante el placer por la lectura?

¿Qué dice, misterioso, tu tatuaje?
¿Acaso la sensual nomenclatura
para hacer del amor un personaje?








TENGO SED

Tengo sed de las frutas más mundanas.
Bendito el dulce que a la lengua obliga,
aunque no satisface  ni mitiga
comiéndolas, el pozo de mis ganas.

Tengo sed de probar esas manzanas
que al morderles su cáscara y su miga
te dejan un sabor que a Dios intriga
y confusos los labios  por semanas.

Ayuno en soledad y me castiga
la sed sobre mi mente, y saboreo
las mieles del recuerdo de una amiga,
                                         
su cuerpo almibarado, su aleteo
de amores, aliviando la fatiga
cual agua en el desierto del deseo.




MISTERIOSA

El  rostro que hasta ayer fue de la rosa
acaricia mi rostro, y su sonrisa
se vuelve arquitectura de la brisa
y su voz, como el fuego, temblorosa.

Un cuerpo mitad miedo, mitad diosa,
alumbra  en su desdén, y sin más prisa
que ver, en mi interior, por dónde pisa,
de mente, se desnuda misteriosa.

Pendiente de tener su luz a tiro,
 mi sombra como un arma se bloquea
 en un puño de amor, en un suspiro.

El santo corazón no forcejea,
se  marcha, espiritual, a su retiro
y triunfa en mí ese mal que la desea.








EN TUS SOLES

Inmóvil, en tus soles reflejado,
buscando estoy la luz desde tu altura,
y propia se me antoja la figura
que brilla en tu mirada de prestado.

A tu esfera ocular recién llegado,
perdido tierra adentro en carne oscura,
a salvo en un oasis de ternura
me escondo, de tu cuerpo, en lo sagrado.

Feliz en tu interior, del mundo ausente,
el tiempo se detuvo, o transcurría
de un modo endemoniado, diferente.

Y hasta el viejo reloj de fantasía
gritaba como un loco en rebeldía
estando nuestro ojos frente a frente.



MORDIDA

Capricho de tu piel fue la mordida
rabiosa que mi boca penitente
te diera, para luego, diente a diente,
regresar de tu carne, complacida.

Mi boca en tus instintos puso vida
y en los lobos dormidos de tu mente,
para en ti desatar como un torrente
la lluvia en el desierto de tu herida.

Aullando, con la luna enrabietada,
su tenue luz por azotarnos loca
en el rito ancestral de hacernos nada

y todo al mismo tiempo, siendo poca
distancia entre la luna en tu mirada
y tu cuerpo en el cielo de mi boca.









PROMETEO

Me juras que amanece, yo no veo
cegado por tu cuerpo nuevo llama,
tan sólo la que sale de tu cama
alumbrando las curvas del deseo.

Tornado en el astuto Prometeo
la lumbre de tu vientre me reclama,
y el cáliz de las horas se derrama
al tiempo que entre sombras te poseo.

Las cumbres empinadas de la aurora
anuncian que la noche se ha marchado
con todos los diamantes que atesora.

Y yo, por tu calor decapitado,
me incinero en tu hoguera pecadora
y tu luz me redime del pecado.