viernes, 15 de mayo de 2009

LA PLENITUD DEL VERSO

El que no haya sentido en sus labios la plenitud de un verso, el sabor de recitar un poema, la sensibilidad que aporta introducirse en una obra poética. Quien no ha llegado a sentir, a palpar, a masticar cada fragmento de un verso hasta que éste forma latido y pulso del propio sentimiento, no podrá decir jamás que entiende a un poeta.
Quien escribe, quien practica el oficio de escribir como medio de vida, quien lo hace porque no tiene más remedio o lo hace por entretenimiento, ese escribirá más o menos bien, perfilará frases
aderezando información o las dejará sin gracia como un paquete de palabras, pero sus escritos careceran de ese chispazo luminoso que afluye agreste de la raíz del alma.
Esa sensación de plenitud, esa elevación sublime que muchos tildan de ridicula y otros ni se molestan en catalogarla, solo lo puede saborear el que escribe abrazado a sus soledades, el que escribe con el alma rendida de amor, o quien lo hace desesperado por el dolor y se arrodilla de impotencia ante la quinta esencia del sentir más profundo.
La diferencia está ahí, en la plenitud exaltada del poeta que desmenuza momentos deseoso de aliviar sus emociónes abrazado a la poesía, y escribe, escribe con ansias de loco envuelto entre solodades y conciones de agonía.

viernes, 8 de mayo de 2009

LA SIRENA DE LOS OJOS VERDES

Tus ojos verdes y tú...
La luz, el sol y el silencio.
La fuerza del cielo azul
y tu corazón latiendo.
Todo es barco de emociones
trabajando el pensamiento
en cuadros de fantasías
que van creciendo y creciendo...
Vas pintando aguas marinas...
acuarelas de silencios...
Jardines de fantasía
y sueños de fuegos nuevos.
¿Qué fuerza hay en tu alma
para que yo este viviendo
tanta belleza en los ojos
mientras que estoy escribiendo?
¿Será el brillo en los colores?
¿Será el color de los cielos?
¿Serán quizás las estrellas
mágicas del Universo? 
No lo sé, no sé que hechizo
se me ha metido en los huesos
para que salgan a flote
las cosas que voy diciendo.
Pero ésta noche de luna
llena de paz y silencio
navego en seda esmeralda
haciendo un romance eterno.
Te pienso como a un barquito
que suelta velas al viento
pintando estelas de espuma
mientras navega ligero.
Mis ojos, barcos varados
en los remansos del puerto
se juegan a cara o cruz
el mejor de tus lienzos.
Pero tu, siémpre obsesiva
buscando colores nuevos
te vas buscando paisajes
contra luz y mar adentro.
¡Sigue pintando mi niña!
¡Siguelé dejando al tiempo
toda la fuerza que llevas
clavada en el sentimiento!