ESTE FUE EL HOMENAJE QUE SE LE HIZO A MIGUEL HERNANDEZ EN SU CENTENARIO, SE CELEBRÓ EN EL CASTILLO DE CORNELLÁ (BARCELONA) PATROCINADO POR EL
AYUNTAMIENTO.
(Picar vídeo para escuchar música)
VIDA AMOR Y TRAGEDIA de un hombre
en tres tiempos ENSAMBLADO POR
Granada Sandoval
Antonio Manchado
Paquita moreno
Granada Sandoval
Canta:
---------------------------Paquita Moreno
Ensamblado con un Concierto de guitarra
A cargo del maestro----- Casimiro González
Grabación de imágenes-------Narciso
Vizuete
Retrato
de la vida y el sentir de un poeta
(Breve explicación de la vida de Miguel Hernández donde se encauzará el acto hacia el motivo principal del trabajo)
(Granada Sandoval)
HOY
ES DÍA DE MÚSICA CANCIÓN Y VERSOS.
Es día de llenar la vida de arpegios para poder sentir que estamos vivos, hoy nuestras almas se irán detrás de unas notas musicales igual que los pájaros cuando buscan el agua fresca de la fuente más cercana, hoy dejaremos que el silencio se apodere de nuestros sentidos para encontrar el rumor de las hojas, el murmullo del viento, el canto de las aves, escuchemos el trino tembloroso de unos arpegios que van a lograr que nuestros sentidos disfruten vibrando al compás de unos trémolos celestiales, con ellos conseguiremos que nuestras almas se eleven al infinito sincronizando armonía con tres de las maravillas que tanto agradan a los dioses.
Dejemos que el verso,
la música y la canción se apoderen de nuestras almas para qué se queden por
siempre enamoradas de este concierto.
De Miguel Hernández se
ha dicho casi todo, no hay más que leer las obras completas de Miguel y repasar
su bibliografía para preguntarse uno ¿Qué puedo yo decir de este hombre que no
se haya dicho ya? Lo único quizá sea que en él se cumplen de sobra todas las
latitudes que pueda abarcar la mala suerte y la soledad del ser humano, Miguel nació
en la soledad de la pobreza, creció en la soledad de la incomprensión, se
ilusionó en la soledad de lo imprevisible, maduró en la soledad del
autodidacta, muriendo después en la misma soledad que había nacido.
La historia de Miguel
Hernández es tan triste, tan cercana, es tan parecida a la de tantos que
vivieron situaciones similares, que al
leerla da escalofrío y la piel se eriza, sus poemas transmiten de tal forma, penas,
anhelos, amores y tragedias que toda ella es el portavoz de unos ideales que
brotaron al ritmo de un corazón honrado.
Miguel escribió de tal
forma sus ideas, que al leerlas su voz se hace un boomerang retornando hacia el
alma para hacernos sentir la pasión que él ponía al escribir, leyéndolo se
respiran inquietudes, se acelera el pulso, se despierta el instinto de ese otro
yo desgraciado que cada cual tenemos dentro para emparejarse a él haciendo que
vivamos su vida en paralelo.
Todos sus versos dan un
pellizco en las tripas al repasarlos porque recuerdan situaciones parecidas
oídas o vividas de los que ya tenemos cierta edad y tuvimos que padecer los
residuos de aquellos tiempos tan difíciles. Los poemas de Hernández describen vivencias,
retratan sentimientos, golpean el corazón desde un apasionamiento tenaz que se
queda flotando en la retina fusionando imágenes y sentires de un poeta rural
tan cercano a las necesidades del campesino que supo cantarle a la tierra
retratando situaciones del entorno como nadie lo ha hecho, Miguel escribió todo
tal como lo vivió, consiguió clavar su historia en el corazón del pueblo tan
intensamente que la hizo inmortal.
Por eso hoy nos adherimos a la conmemoración del centenario de su nacimiento recordando algo de su obra y para eso nada mejor que ensamblar sus poemas con
un concierto de guitarra.
(Aquí tocó Casimiro una petenera )
La obra de Miguel Hernández tiene tantos matices y tantos casos por analizar, que a la hora de elegir uno no sabe con cual quedarse, casi todo el mundo elige los más emblemáticos pues al cabo de tantos años es difícil realizar un trabajo sin caer en repeticiones, no obstante yo creo haber conseguido elaborar un buen trabajo ensamblando imágenes fotográficas del poeta, con la colaboración de Narciso Vizuete.
Al mismo tiempo los
poetas Antonio Manchado, Paquita Moreno y yo recitaremos a Miguel Hernández y
el maestro de guitarra Casimiro González enriquecerá el acto con un hermoso
concierto, espero que lo disfruten empezando con ésta solea.
( Aquí la soleá)
Miguel fue, y seguirá siendo eternamente la voz del pueblo, es el grito desgarrado del oprimido, el cantor idealista y exacto en el sentir de una tierra que es reina y esclava, Miguel es grande en el recuerdo porque sus poemas son grandes, son la voz del desamparo, el llanto de la injusticia, el sonido musical de los deseos y el susurro dolorido del amor.
Para que un poeta
consiga todo esto tiene que ser raíz pura pegado a la tierra, tiene que
cuajarse en la rudeza del campo, vivir como vive un labrador y sentir en sus
propias carnes la pobreza, por eso Miguel al ser víctima del desamparo, pasar
de niño a hombre antes de tiempo y además ver truncarse su existencia y cerrase todos sus caminos en plena juventud por escribir de una forma tan descarnada y agresiva.
De sobra es conocida la historia del poeta, la historia de aquel niño que se forjó en la soledad pastoreando las cabras con seis o siete años, es doloroso imaginar su infancia, ser tan pequeño y tener que pasar días y días sin otro aliciente que la lucha por encontrarse a sí mismo. Por eso no es de extrañar el dolor que destilan sus versos, sobre todo el poema que dedica a esa criatura sometida al trabajo y la escasez, Miguel en realidad no tuvo una pobreza extrema, pero la sintió en su entorno y esto le hizo despertar su sensibilidad para escribir el famoso poema del
NIÑO YUNTERO que vamos a escuchar a continuación.
De sobra es conocida la historia del poeta, la historia de aquel niño que se forjó en la soledad pastoreando las cabras con seis o siete años, es doloroso imaginar su infancia, ser tan pequeño y tener que pasar días y días sin otro aliciente que la lucha por encontrarse a sí mismo. Por eso no es de extrañar el dolor que destilan sus versos, sobre todo el poema que dedica a esa criatura sometida al trabajo y la escasez, Miguel en realidad no tuvo una pobreza extrema, pero la sintió en su entorno y esto le hizo despertar su sensibilidad para escribir el famoso poema del
NIÑO YUNTERO que vamos a escuchar a continuación.
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que
bello,
con el cuello
perseguido
por el yugo para el
cuello.
Nace, como la
herramienta,
a los golpes destinado, ( recita Paquita Moreno)
de una tierra
descontenta
y un insatisfecho
arado.
Entre estiércol puro y
vivo
de vacas, trae a la
vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir y
empieza
a morir de punta a
punta
levantando la corteza
de su madre con la
yunta.
Empieza a sentir y
siente
la vida como una
guerra, (Recita Antonio Manchado)
y dar fatigosamente
en los huesos de la
tierra.
Contar sus años no sabe
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el
labrador.
Trabaja, y mientras
trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se
alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes,
fuerte,
y a fuerza de sol,
bruñido,
con una ambición de
muerte ( Recita Paquita Moreno)
despedaza un pan
reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos
criatura
que escucha bajo sus
pies
la voz de la sepultura
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra
inunde
de paz y panes su
frente.
Me duele este niño
hambriento (Recita, Antonio Manchado)
como una grandiosa
espina
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de
encina.
Lo veo arar los
rastrojos
y devorar un mendrugo
y declarar con los ojos
que por qué es carne de
yugo.
Me da su arado en el
pecho
y su vida en la garganta (Paquita Moreno)
y sufro viendo el
barbecho
tan grande como su
planta.
¿Quién salvará a este
chiquillo
menor que un grano de
avena? (Antonio Manchado)
¿De dónde saldrá el
martillo
Verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres
jornaleros,
que antes de ser
hombres son (A duo )
y han sido niños
yunteros.
En este breve recorrido
que hoy hacemos sobre la obra de Miguel Hernández nos detendremos un momento en
su adolescencia, un tiempo en el que ya escribía con candidez que le gustaría dejar de
ser niño, sin embargo ya ensayaba soledades de amor mientras soñaba con ser
poeta, después empezaría a despuntar su energía varonil dejando semblanza de su
primer cuaderno escrito, titulado “PASTORIL” en el ya se vislumbra una cierta
sensibilidad incipiente que más tarde daría paso al hombre que escribiría
versos desgarradores y aullidos de
protesta, hay unos versos donde describe aquellos años y los vamos a
recordar hoy.
(Recita
Paquita Moreno acompañada por Casimiro con unos punteos de guitarra)
PASTOR ADOLESCENTE
A las tres salgo al
monte y lo despierto
con una voz oscura y
desabrida…
Más triste que una
oveja malparida
se me queda el amor al
descubierto.
A las doce, cansado y
medio muerto
de sed, llevo el rebaño
a la venida
de la fuente, ignorada
de sabida
que me enseña su origen
boquiabierto. (Paquita)
Sesteo hasta las cuatro
en la quebrada,
hasta las siete voy
dejando rastros
de honda en los
espacios que yo animo.
Desde las siete parto a
las majadas,
a la luz secundaria de
los astros,
a tu voz, a tu
encuentro y a tu arrimo.
(Recita Antonio
Manchado acompañado de Casimiro a la guitarra)
Ya el labio superior se
me oscurece
con una grama oscura no pastada
y en lo más interior de
la mirada
¡Qué noche de San Juan
me resplandece!
Ya una ubre de oveja me
parece
no sé qué dulce aurora
sonrosada
y por menos de algo,
que es por nada, (ANTONIO)
doce luceros se me
antojan trece.
Adolezco y me venzo; y
si no fuera
por el apoyo esbelto
del callado
daría con mi cuerpo en
un barranco.
La soledad me angustia
y desespera,
y si voy a mi aire,
sobre el lado
del corazón rendido y
cojitranco.
(Recita Paquita Moreno,
acompaña Casimiro a la guitarra)
SUSPIRO Y PIEDRA
Ay, no encuentro, por
más que tiro y tiro
en la tarde serrana,
sola y monda,
sol, la piedra sólida de la honda
y el suspiro escapado
del suspiro.
Todo es penumbra triste
cuanto miro
a la larga, la ancha y
la redonda (PAQUITA)
y en la piedra vuelve,
sube y blonda
ni el suspiro deslumbra
este retiro.
Suspiro y piedra suben
a la altura,
suspiro y piedra bajan
enseguida
al mismo sitio oscuros
y ligeros.
Pena cuando la noche se
apresura,
suspiro y piedra, al
fin sobre mi vida
se quedan convertidos
en luceros.
(Recita Antonio
Manchado, Acompaña Casimiro a la guitarra)
Por una senda van los
hortelanos,
que es la sagrada hora
del regreso,
con la sangre injuriada
por el peso
de inviernos,
primaveras y veranos.
Vienen de los esfuerzos
sobrehumanos
y van a la canción y
van al beso,
y van dejando por el
aire impreso (ANTONIO)
un olor de herramientas
y de manos.
Por otra senda yo, por
otra senda
que no conduce al beso
aunque es la hora,
si no que merodea sin
destino.
Bajo su frente trágica
y tremenda,
un toro solo en la
ribera llora
olvidando que es toro y
masculino.
(Recita Paquita Moreno, acompaña Casimiro)
Lluviosos ojos que
lluviosamente
me hacéis penar:
lluviosas soledades,
balcones de las rudas
tempestades
que hay en mi corazón
adolescente.
Corazón cada día más
frecuente
en para idolatrar,
criar ciudades
de amor que caen de
todas mis edades (PAQUITA)
babilónicamente y
fatalmente.
Mi corazón, mis ojos
sin consuelo,
metrópolis de atmósfera
sombría
gastadas por un río
lagrimoso.
Ojos de ver y no gozar
el cielo,
corazón de naranja cada
día
si más envejecido, más
sabroso.
Recita Antonio
Manchado, acompaña Casimiro)
Como el toro he nacido
para el luto
y el dolor, como el
toro estoy marcado
por un hierro infernal
en el costado
y por varón en la ingle
con un fruto.
Como el toro lo encuentro
diminuto
todo mi corazón
desmesurado,
y del rostro del beso
enamorado (ANTONIO)
como el toro a tu amor
se lo disputo.
Como el toro me crezco
en el castigo
la lengua en corazón
tengo bañada
y llevo al cuello un
vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y
te persigo,
y dejas mi deseo en una
espada,
como el toro burlado,
como el toro.
Después conforme avanza
en su madurez de hombre va desgrana soledades y reflejando premonitoriamente a quien
arriesgaría la vida en los frentes de batalla, escribió comprometiéndose al
máximo aún a sabiendas de que junto a sus ideales arrastraría a los suyos y
dejaría la felicidad enganchada en las zarzas del camino, pero eso no le impidió
escribir poemas tan agresivos como este de.
(Recita Granada,
acompañada de Casimiro por punteos de galeras suavemente)
Jornaleros que habéis
cobrado en plomo
sufrimientos, trabajos
y dineros.
Cuerpos de sometido y
alto lomo:
Jornaleros.
Españoles que España
habéis ganado
labrándola entre
lluvias y entre soles.
Rabadanes del hambre y
el arado:
Españoles.
Esta España que, nunca
satisfecha
de malograr la flor de
la cizaña,
de una cosecha pasa a
otra cosecha:
Esta España.
Poderoso homenaje a la
encina,
homenaje del toro y el
coloso,
homenaje de páramos y
minas:
poderosos.
Esta España que habéis
amamantado
con sudores y empujes
de montaña
codician los que nunca
han cultivado:
Esta España.
¿Dejaremos llevar
cobardemente
riquezas que han
forjado nuestros remos?
¿Campos que ha
humedecido nuestra frente
dejaremos?
Adelanta, español, una
tormenta
de martillos y hoces:
ruge y canta.
Tu porvenir, tu
orgullo, tu herramienta
adelanta.
Los verdugos, ejemplo
de tiranos.
Hitler y Mussolini labran
yugos.
Sumid en un retrete de
gusanos
A los verdugos.
Ellos, ellos nos traen
una cadena
de cárceles, miserias y
atropellos.
¿Quién España destruye
y desordena?
(A quí entra Casimiro subiendo el tono
Galeras)
¡Ellos! ¡Ellos!
Fuera, fuera, ladrones
de naciones,
guardianes de la cúpula
banquera,
cluecas del capital y
sus doblones:
¡Fuera, fuera!
Arrojados seréis como
basura
de todas partes y de
todos lados
no habrá para vosotros
sepultura,
arrojados.
La saliva será vuestra
mortaja
vuestro final la bota
vengativa,
sólo os dará sombra, paz y caja
la saliva.
Jornaleros, España,
loma a loma
es de gañanes, pobres y
braceros.
¡No permitáis que el
rico se la coma,
Jornaleros!
(finaliza por galeras más fuerte y solo)
(Canta Paquita Moreno
y recita Antonio Manchado)
( ACEITUNEROS)
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma,
¿Quién, (PAQUITA)
quién levantó los
olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el
señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas
unidos,
los tres dieron la
hermosura (ANTONIO)
de los troncos
retorcidos.
Levántate olivo cano,
dijeron al pie del
viento.
y el olivo alzó una
mano
poderoso de cimiento.
Andaluces de Jaén
aceituneros altivos,
decidme en el alma,
¿Quién (PAQUITA)
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra
vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la
herida
generosa del sudor
No la del terrateniente
que os sepultó en la
pobreza,
que os pisoteó la
frente,
que os redujo la
cabeza.
Árboles que vuestro
afán
consagró al centro del
día (ANTONIO)
era principio de un pan
que solo el otro comía.
¡Cuántos siglos de
aceituna,
los pies y las manos
presos,
sol a sol y luna a
luna,
pesan sobre vuestros
huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma, ¿de
quién, (PAQUITA)
de quién son estos
olivos?
Jaén, levántate brava
Sobre tus piedras
lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus
aromas, (ANTONIO)
indican tu libertad
la libertad de tus
lomas.
Andaluces de Jaén
Aceituneros altivos (PAQUITA)
Decidme en el alma ¿Quién,
Quién levantó los olivos?
(CASIMIRO interpreta una malagueña)
Ahora vamos a leer un
poema que Miguel titula Primera elegía, después vendrían otras, en total tiene
escritas diez, entre ellas la famosa que hizo a su amigo José Marín, más
conocido por el anagrama de Ramón Sijé y que suele ser la más repetida en todos
los eventos, sin embargo yo he escogido ésta no tan popular dedicada a Federico
García Lorca que hace suponer fue escrita al día siguiente de que mataran al
granadino porque en uno de los versos dice, “hasta ayer se llamó, hoy polvo se
llama”.
A Federico lo conoció
Miguel en Murcia, allí le hablo del PERITO EN LUNAS y el poeta, ya consagrado,
le dijo que era un libro muy bueno, a partir de ahí se hizo incondicional de
Federico, por eso cuando el libro fue publicado y no tuvo la repercusión que
Hernández esperaba, le escribió a Lorca preocupado y rabioso diciendo, “Perdone
usted. Pero se ha quedado todo: prensa, poetas y amigos tan silenciosos ante mi
libro por usted alabado aquella tarde murciana que he maldecido las horas malas
en que di a leer un verso mío” Federico le consoló escribiéndole una carta en
la que le decía “No se merece PERITO EN LUNA ese silencio estúpido, no. Merece
la atención, el espíritu y el amor de los buenos, y eso lo tienes y lo tendrás,
porque tienes la sangre de poeta” El
maestro del Romancero Gitano escribiría esa carta como paño de lágrimas para
salir del paso puesto que hay diversos testimonios que demuestran la alergia
que sentía por la rusticidad del de Orihuela, sin embargo, se ve que Hernández
esto lo ignoraba dado el sentir que se palpa en esta Elegía que titula
ALEGÍA PRIMERA
(Dedicada a Federico García Lorca)
(Recita Granada,
acompaña con un punteo de Guitarra por Casimiro)
Atraviesa la muerte con herrumbrosa
lanzas
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y
esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras.
¿Qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de
asechanzas
y hace brotar la sombra más
sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro
encuentro.
Y una vez más el callejón del
llanto
Lluviosamente encuentro.
Siempre me ven dentro
de de esta sombra de acíbar
revocada
amasada con ojos y bordones
que un candil de agonía tiene
puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.
Llorar dentro de un pozo
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
Donde nadie me viera la voz ni la
mirada.
Ni restos de mis lágrimas me viera.
Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despacio y negramente
vuelvo a llorar al pie de una
guitarra
(Aquí interpreta Casimiro un
taranto)
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno
por haber resonado más el alma mía
la mano de mi llanto escoge a uno…
Federico García hasta ayer se
llamó:
Hoy polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la
grama.
¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no
eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres
de tus dientes arrancas y sacudes
y ya te pones triste, y solo
quieres
el paraíso de los ataúdes.
Vestido de esqueleto
durmiéndote de plomo
de indiferencia armado y de respeto
te veo entre tus cejas si me asomo.
Se ha llevado tu vida de palomo
que ceñía de luna de arrullos
y de espuma el cielo y las ventanas
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.
Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua
del gusano
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.
Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva
serás, mientras la tierra vaya y
vuelva,
esposo de la siempre viva,
estiércol padre de la madre selva.
¡Qué sencilla es la muerte: que
sencilla,
pero que injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia
cuchillada.
Tú, el más firme edificio,
destruido,
tú, el gavilán más alto,
desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más
callado…
¡Caiga tu alegre sangre de granado
como un derrumbamiento de martillos
feroces!
¡Sobre quien te detuvo mortalmente
salivazos y hoces!
¡Que caigan sobre la mancha de su
frente
Como una inmensa gotera…!
¡Igual que el dolor que arrastra
Esta triste petenera!
(Aquí
la Petenera)
Muere un poeta y la creación se
siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
Un resplandor de muerte la matriz
de los ríos.
oigo pueblos de ayes y valles de
lamentos,
Veo un bosque de ojos nunca
enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos
y un torbellino de hojas y de
vientos
lutos tras otros lutos y otros
lutos,
llanto tras otros llantos y otros
llantos.
No aventarán, no arrastrarán tus
huesos
volcán de arrope, trueno de
panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que el calor de los besos sentiste,
entre dos largas hileras de puñales.
Largo amor, muerte larga, fuego
largo.
para hacer a tu muerte compañía,
Vienen poblando todos los rincones
del cielo y de le tierra bandadas
de armonía,
relámpagos de azules vibraciones,
crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y
gitanos
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
Pero el silencio puede más que el
instrumento
Silencioso, desierto, polvoriento
Y en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu
aliento
les ha cerrado el golpe de una
puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio
alfombra.
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte
diaria.
(Aquí toca Casimiro una media
granaína)
Miguel lucho
continuamente con la incomprensión y las limitaciones, pero a fuerza de tesón
logró alcanzar algunas metas de las que se había propuesto, desde sus años
juveniles, lucho hasta el último suspiro de su vida, siempre fue fiel a sus
ideales, levantó su grito de protesta ante la visión del tiempo desajustado que
le tocó vivir y al final la muerte le segó el aliento enfermo y encarcelado.
Hay infinidad de escritos
digno de mencionar y estudiar a Miguel Hernández, pero el tiempo ya no da para
más, he escogido para finalizar dos últimos poemas.
Así que vamos a
escuchar en primer lugar la dedicada a su esposa.
(Recita el poema entero
Antonio Manchado)
(acompañado de Casimiro
con punteos)
He poblado tu vientre
de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco
como el arado espera:
he llegado hasta lo
hondo.
Morena de altas torres,
alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran
trago de mi vida
tus pechos locos crecen
hacía mi dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres
un cristal delicado,
como que te me rompes
al más leve tropiezo
y a reforzar tus venas
con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne,
sustento de mis alas,
te doy vida en la
muerte que me dan y no tomo,
Mujer, mujer, te quiero
cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes
feroces en acecho,
sobre los mismos
muertos sin remedio y sin fosa,
hasta en el polvo,
esposa.
Cuando junto a los
campos de combate te piensa
mi frente que no enfría
ni aplaca tu figura,
te acercas hacía mí
como una boca inmensa
de hambrienta
dentadura.
Escríbeme a la lucha,
siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu
nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre
de pobre que me espera
y defiendo a tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con
el puño cerrado,
envuelto en un clamor
de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi
vida de soldado
sin colmillos ni
garras.
Tus piernas implacables
al parto van derechas,
y tú implacable boca de
labios indomables,
y ante mi soledad de
explosiones y brechas
recorres un camino de
besos implacables.
Para el hijo será la
paz que estoy forjando
Y al fin en un océano
de irremediables huesos
Tu corazón y el mío
naufragarán, quedando
Una mujer y un hombre
gastados por los besos.
(Intervalo musical de
Casimiro)
Finalizamos con las
nanas de la cebolla escritas desde la cárcel
en contestación a la carta donde su mujer embarazada le decía que solo
comía pan y cebolla como único alimento
(Las interpretan Paquita y Antonio)
LAS NANAS DE LA
CEBOLLA.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
Escarcha de tus días
y de mis noches. (PAQUITA)
Hambre y cebolla:
Hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba,
con sangre de cebolla
Se amamantaba.
Pero tú sangre,
escarchaba de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño, (ANTONIO)
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa
ríete mucho
es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al
oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca. (PAQUITA)
Boca que vuela,
corazón que en los
labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aletea, (ANTONIO)
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea
desde tu cuerpo!
Despertar de ser niño
Nunca despiertes.
Triste llevo la
boca (PAQUITA)
Ríete siempre
Siempre en la cuna
Defendiendo la risa
Pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen (ANTONIO)
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana (ANTONIO)
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Desperté de ser niño,
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca
ríete siempre. (PAQUITA)
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
(Finaliza el acto
Casimiro con una rondeña)
MÚSICAS INTERPRETADAS EN EL ACTO POR EL MAESTRO CASIMIRO GONZALEZ FUERON:
Piezas completas:
Malagueña.
Galeras.
Petenera.
Solea.
Tarantos
Solea.
Tarantos
Rondeña
Granaina
MÚSICA DE ACOMPAÑAMIENTO:
MÚSICA DE ACOMPAÑAMIENTO:
Punteos de peteneras
Punteos de
Granaina
Punteos de Solea
Punteos por Cabales
Punteos por galeras.