viernes, 6 de agosto de 2010

Ellos dicen, yo pienso... Más luego...¡Escribo!

Ellos dicen...




Yo pienso...



¡Más luego escribo!







Yo pienso, mejor dicho, aseguro que a todo ser humano que tenga facultades para pensar, le ha gustado alguna vez ser escuchado y así no ha sido, ha mantenido consigo mismo un dialogo, que de alguna manera le hubiese gustado dejar constancia de él en algún papel escrito.



La expresión y las ansias de comunicación son y siempre han sido dos cosas por las que el hombre ha luchado con más tesón.



Infinidad de descubrimientos arqueológico así lo atestiguan, bien por imágenes pictográficas, esculpidas o documentos escritos.



Hay descubrimientos que se remontan, sin temor a error, que quinientos mil años; a través de ellos el hombre fue dejando marcas de su existencia y su sentimiento con signos jeroglíficos.



Podemos tener constancia de los primeros descubrimientos arqueológicos con documentos escritos que permiten retroceder hasta 40.000 años antes de J.C.



Así que no cabe duda de que los hombres de todas las épocas han disfrutado con plasmar sus ideas en piedra, madera o piel.



Después cuando los chinos inventaron el papel, y la impresión escrita fue divulgada en los siglos VII o VIII, las cosas empezaron a ser mucho más fáciles y se pudieron difundir con más precisión las ideas humanas.



Hoy en día las cosas son distintas, la técnica y la electrónica son el archivo principal de la humanidad, en ellos se almacenan infinidad de datos en los que se concentran el pensamiento.



Pero a pesar del tecnicismo y los audiovisuales, el hombre continúa aferrándose. a la expresión escrita.



Yo estoy convencida del motivo por el que el verdadero pensante que se abraza a la terapia de escribir no dejará jamás de hacerlo.



Con la escritura se desahoga más el alma, porque la escritura es una explosión de ansiedades que aflora hacia el exterior dibujando un óleo de imágenes intermitentes de afuera adentro y de adentro afuera que refleja el espíritu.



Escribir es quizás el único consuelo que permite disfrutar con seguridad de él en dos vertientes; una, mientras se está escribiendo, escogiendo y acariciando palabras para embellecer lo escrito no depende de la electricidad ni de ningún aparato, basta con meterse el libro en el bolsillo para poder disfrutar, todo lo que sea necesario, de ese trocillo de belleza que la mente ha creado.



Últimamente, parece que hay un brote bastante considerable de personas que tienen deseos de escribir; son gentes sencillas que posiblemente jamás lo habrían hecho de no ser por la libertad de expresión y el régimen democrático en el que nos encontramos, pero al ser libres las ideas y los sentimientos, estas personas se están animando y cada vez son más en decidirse a dejar constancia de su paso por la vida, aunque sea solamente por la ilusión de ver sus ideas impresas.



Hay un alto porcentaje de escritos que llegan a nuestras manos repletos de sensibilidad, pero carentes de preparación y tecnicismos, yo diría que muchos de ellos con escasa enseñanza primaria, que incluso raya en el analfabetismo.



Estos "espontáneos" de las letras no caen nunca bien a los que, tal y como hace el MAGIC ANDREU, se colocan y las medallas y el pomposo nombre de "escritor" y pongo escritor entre comillas, porque en el DICCIONARIO ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOLA dice que ESCRITOR ES PERSONA QUE ESCRIBE, y si eso es así, toda persona que escribe ya está considerada como ESCRITORA; por lo tanto, estos "escritores" que se mofan de los sentimientos ajenos, sería bueno que se dieran un paseo por el pasado, cuando ellos intentaban ser escuchados y dibujaban sus primeras impresiones, aireando sentimientos que con toda seguridad no tendrían toda la calidad que ellos ahora le exigen a quien está empezando.



Estos "escritores" y vuelvo a repetir entre comillas, no se han dado jamás cuenta que hay un abismo entre ser PERSONA QUE ESCRIBE o sea una pocilga de pedantería.



Cuando es persona y se tienen ganas de expresar lo que se lleva dentro, "señor escritor", no significa ser una máquina de perfecciones en un bloque de "sobos" "alucinados" o "zancadillas".



La sofisticación y lo académico se ha establecido mucho después, en honor y gloria de otros que al igual que usted, "señor escritor", se han encumbrado hacia el pedestal de la "grandeza".



Las personas pensantes, sólo escriben y lo hacen tal y como lo piensan y cuando unos pensares llegan a este mundo, que dicho sea de paso, es un mundo repleto de suciedad, y fíjese que digo suciedad y no mierda, para que usted "señor escritor" no me llame inculta; lo que llega a este mundo, como decía antes, en línea directa desde la mente al papel, es como el recién nacido: Llega reventado de belleza y sinceridad aunque sólo sepa expresarse con torpes y débiles balbuceos.



Y que conste que todo esto no lo estoy diciendo porque yo pueda sentirme herida por la palabrería de quien se considera por encima de los demás mortales, no señor, si escribo así es por las ganas de vomitar que me producen ciertos comentarios de quien hasta hoy yo consideraba llana y sencillamente UNA PERSONA.



Granada Sandoval