ABRO ESTA PÁGINA CON UNOS SONETOS ESCOGIDOS Y ESCRITOS POR EL POETA
JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA.
Hace seis años tuve el primer contacto virtual con
el escritor cubano, José Tadeo Tápanes Zerquera, y he de confesar que me quedé enganchada a su precisión escrita, a la fluidez de
su léxico y al entusiasmo y ligereza que ponía en todos sus escritos; no es muy
corriente encontrar en este ventanal de Facebook, donde abundan tanto escribidores
exhibiendo engendros con más o menos acierto, un escritor de dominio tan exacto tan pulido
y tan cuidado en todos los aspectos.
José Tadeo es un purista del soneto, un creador nato
que refleja en cada verso el ritmo exacto que necesita la creación para encajar en el
entarimado justo de esta métrica.
A este autor le sobran las palabras y las ideas, a él los
sonetos le brotan en cascada con una facilidad asombrosa, fluidamente dice en cada uno de ellos
lo que tiene que decir abanicando
metáforas simbolismos o frases sencillas, pero con una precisión envidiable.
Hoy he recibido un regalo incomparable de mi amigo
por mensajería, me ha mandado con un desprendimiento generoso y admirable, su colección incomparable de MIL SONETOS ESCOGIDOS, los acompañan estas
sencillas palabras, “Hola Esperanza, aquí te dejo una selección de mis mejores sonetos, espero le des una mirada a ver que te parecen, son mejor que los otros
que te mande anteriormente llamados “contrapunto” ya me dirás algo.”
Mi primera contestación fue
inmediata, apenas leer hasta la página 20 le dije, “Amigo José Tadeo, como el
hambriento que se sienta ante un festín, me he puesto a paladear tus sonetos,
voy por la página 20 y es una maravilla el aluvión de emociones que me provocan, verdaderamente es divina la cuidada delicadeza que empleas para perfeccionar y redondear cualquier tema, lo leído hasta
ahora , me encanta, ya te diré algo cuando acabe.”
Me pasé un fin de semana leyéndolos, me han impresionado tanto que le pedí a mi amigo permiso para exponerlos en esta página para deleite de los amantes de este formato, son tan extraordinarios y exactos que he de
confesar sin temor a equivocarme, que es un verdadero maestro de este género,
que dicho sea de paso, no todo el que se atreve lo domina.
Hay muchas opiniones
sobre esta técnica, muchos son los que elaboran hacen y dicen hacer de
diferentes formatos y licencias del soneto, pero en
mi opinión el arte de Petrarca lo dejó bien dicho en su exactitud Lope de Vega con su
famoso soneto “Un soneto me manda hacer Violante y en mi vida me he visto en
tal aprieto” esta forma sólida geométrica y
milimétricamente medida y correcta es la empleada por este escritor al que hemos de agradecer su generosidad con permitirme adornar una de mis páginas con su obra.
Granada Sandoval.
1000 SONETOS ESCOGIDOS de
JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA
MIS VERSOS
(Todos los derechos de autor están legalizados, se prohíbe su reproducción en todos los aspectos)
Mis versos ejecutan el oficio
de espejo o manantial donde mi miedo
se lanza como un toro en pos del ruedo
sin saber que le espera el sacrificio.
Mis versos, esos locos que dan juicio
y nombre a mi locura y a mi credo,
me empujan cada vez que retrocedo
ante el juez que me impone su
ejercicio.
Son la parte de mí que tiende al todo,
son voces silenciosas de un conjuro
que evocan de mi vida lo más puro
mendigando en el aire su acomodo,
y viendo que a la muerte me apresuro
procuran impedirlo de algún modo.
UN CANTO DE MIS OJOS NACE
Aunque sé que lo eterno se deshace
ante el paso sublime de la nada,
trato de hacer eterna la mirada
que como un canto de mis ojos nace.
Yo te miro, y presiento que renace,
cuando vas por mi sueño distraída
el amor, y regreso hacia la vida
como aquél que la vida lo complace.
Pongo mi amor en ti, deja que pase,
que contigo se olvide del invierno
y que siga feliz y que se case.
Que yo pondré mi triste desenlace
en un barco camino de lo eterno,
aunque sé que lo eterno se deshace.
HEREJÍAS
Al viento las campanas de tu risa
los rescoldos avivan de mi hoguera,
y noble el corazón de la madera
acelera el delirio de la brisa.
En el altar del fuego se divisa
ese fuego mayor de tu cadera
que mueves exultante y lisonjera
al ritmo de la magia que improvisa.
Apretando la cruz en el bolsillo,
repaso tu estatura, y por cobarde
destruyo, de la magia, aquel castillo
que en sueños fabricaba, (Dios me guarde)
olvidando el deber de monaguillo
en medio de la misa de la tarde.
CRUCIFIJO
Amante en su calvario te bendiga
aquél que al pecador cobijo diera,
te guarde, condenado a la madera
el mismo que en tus pechos se prodiga.
La noche, no confesa, que mitiga
de nuestro amor el gozo en su carrera,
me lleva a eternizar en tu pradera
el beso que al silencio nos obliga.
Y yo, posicionado en mi albedrío,
borracho de placer, en mi provecho,
me puse a cuestionar el atavío.
Y preso del amor, insatisfecho,
poniendo al mismo Dios en desafío
sustraje el crucifijo de tu pecho.
LUJURIA
Febril hasta doblarme en estatura
subiste al pedestal tan de improviso
que al niño, siempre tímido, indeciso,
dejaste suspendido en la locura.
Con esta turbación que me fractura
recato y lucidez, del Paraíso
me olvido, y pongo en riesgo el compromiso
pidiendo violentar tu cerradura.
Permíteme estrenar las voluptuosas
estancias de tu piel, tu abrevadero,
tus torres empinadas y olorosas.
Arráncame del cuerpo el desespero
de estas ganas de ti, tan tormentosas
que no las quiero, amor, que no las quiero.
En tu fingida rosa, melodías
sembré mientras dormías, la canción
de mirarte con ojos de pasión,
y en el lecho, feliz resplandecías.
Mi lengua festejaba, tú dormías
con la mente colgada en el balcón,
y unas manos cumpliendo la misión
de ser sobre tu cuerpo los espías.
Entro y salgo danzando en humedades
y tiemblo y me pregunto si entro y salgo
en el tierno sopor de las ciudades.
Ladran perros, será porque cabalgo,
mientras vuelvo a poblar tus cavidades
sin poder preguntar si sientes algo.
CARICIAS
Mi mano se ha quedado medio loca
de tanto olor a ti, como suicida,
y hoy viene del abismo de tu herida
dejando tu perfume en lo que toca.
Mi mano en tus entrañas desemboca
y encuentra el manantial que da la vida,
mi mano es una gracia bendecida
y sabe del delirio que provoca.
Allí donde es tu cuerpo más villano
ensayan su divina travesura
los cinco que se escapan de mi mano.
Y de tanto jugar en tu espesura,
despierta en tu interior el fuego arcano
haciendo del placer una tortura.
TIBIAS LAS SOMBRAS
Tibias, las sombras que la luz bendice,
abiertas y olorosas como flores
que vierten en caricias sus temores
en busca de la piel que las hechice.
Pidiendo a la humedad que le suavice
el paso al más allá de los sudores
estallan en frenéticos temblores
haciendo que el placer las martirice.
Andar por la ciudad del desvarío
sembrando, de tu sueño, en el reverso,
sentirse por amor un dios impío
que vaga por las sábanas, disperso
de tanta eternidad en desafío
y haciendo por azar el universo.
EL PRINCIPIO DEL FIN
Ni el mal ni su mitad serán distintos.
Algo se expande en la quietud que vuela
dejando sobre el negro de su estela
un eco que desnuda a los instintos.
Conozco los sinuosos laberintos
de la esperanza a quien la mente apela
por tal de que la vida no le duela
ni enturbie la demencia sus recintos.
Anoche el porvenir salió volando
y todas las palomas en tributo
están mi decepción apuntalando.
No trates de arrancar mi sombra al luto.
El principio del fin está sonando
y es éste su escenario y su minuto.
DUERME, DESCANSA
Duerme, descansa, volverán las horas
de amarte en el balcón del nuevo día,
la luna se hace añicos tras la orgía
de sombras tras las sombras que devoras.
Si no es savia de mí la que evaporas,
al menos ten en cuenta que la mía
aún sigue en mi interior como una espía
que grita cuando menos tú la añoras.
Descansa en el sendero hacia la cumbre
más alta que jamás hayas besado,
y deja que otra vez encuentre lumbre
en esos ojos tuyos que he buscado
perdido entre la ciega muchedumbre
de rostros que miraban a otro lado.
LADRAN JUNTO A LA LUZ
Ladran junto a la luz, se duermen luego
los fieros animales que procuro
dejar en lo más hondo y más oscuro
del llanto, cuando se ha extinguido el fuego.
Detrás del infortunio, sordo y ciego
un tigre vertical traspasa el muro,
y en la puerta cerrada del futuro
da golpes el pasado que le entrego.
Es el pozo final de cada día,
el sol que sin pensar empina el codo
confiado en la paciencia del vigía,
apostando a la luna, en su acomodo,
aquello que jamás apostaría
quien se ha sabido rey de casi todo.
SUEÑOS ROTOS
Soy, a la muerte, lo que al mar el río.
Corriente irreversible que en cascada
al seno del dolor, desde la nada,
desciende como un canto a lo sombrío.
Y soy la muerte misma, el desvarío,
la muerte por la muerte desbancada,
aquello sin nacer, que ha muerto en cada
palabra traicionera en que confío.
¿Qué buscas, ilusión, conmigo ahora
si muero en una esquina de la muerte
de tanta confusión devastadora?
¿Qué puedo yo de sueños ofrecerte
si el espantoso mar que me devora
no me deja dormir, ni que despierte?
PENITENTE
A mi dolor la oscuridad desnuda
le brinda de su cena y de su abrigo,
alivia los rigores del castigo
que cual grillete al corazón se anuda.
Amanece en el mundo y se reanuda
el acto del monarca que maldigo,
y yo, por combatir al enemigo,
reclamo a las tinieblas nueva ayuda.
Bendita palidez que el rostro mío
regala cual perfil del penitente
lanzando a mi existencia el desafío
de vivir como un muerto entre la gente
condenado a las burlas y al vacío
sin Eva, sin manzana, sin serpiente...
CRIMEN SIN CASTIGO
¿Qué da la soledad al enemigo
guardián de la conciencia?, ¿qué recelo
se esconde contra el mundo, contra el cielo
brindándole a mi angustia falso abrigo?
¿Qué luz encadenada va conmigo?
¿qué pájaro distinto al de mi vuelo
me deja despeñarme contra el suelo
dejando un nuevo crimen sin castigo?
Yo soy el que se duele, el que se duele,
buscando de la vida una llamada,
un divino escultor que le cincele
un rostro a la ilusión, una mirada
de paz y redención para que vuele
el ave del amor asesinada.
ESA MITAD DE TI
Esa mitad de ti que cristalina
desciende de tus ojos y al mar clama,
dejando en el recuerdo de tu cama
una brizna de lluvia repentina.
Ese pétalo amargo que se inclina
y en tu pecho desliza su proclama,
es el fiero dolor que se derrama
cuando el fin de la dicha se avecina.
Lo mismo da tu llanto que mi llanto.
Los dos en procesión han descendido
de la satisfacción hasta el espanto,
del cielo de tus ojos al latido
que marca la estación del desencanto
cuando el tiempo de amar se ha detenido.
EL MURO
Aquello que alumbraba entre mis manos
más nunca volverá, lo he presentido,
y en medio de ese estático fluido
se agolpan mis recuerdos más insanos.
Son crueles, son salvajes, son tiranos,
son ratas de la nave del olvido
que no se van del barco que se ha hundido
y son, de mis temblores, veteranos.
Un pelo de ilusión, cual oro impuro,
crepita en mi interior y me levanta
allá donde el presente es más futuro,
y dobla mi valor, y me agiganta
haciendo de mi guerra, guerra santa,
y el muro de mi vida, menos muro.
MASOQUISTA
A veces el dolor que me tortura
suele hacerme reír por lo travieso,
y en ese absurdo amor que le profeso
se mezclan la torpeza y la ternura.
Admira comprobar que la locura
del hombre por sus lágrimas poseso,
lo salva de sentir en carne y hueso
el peso de su propia sepultura.
La sombra del amor vivido antaño
me viene a visitar, y le apetece
librarme de este mundo tan extraño.
Y yo le digo, cuando se aparece,
que, por favor, no vuelva a hacerme daño,
que me gusta el dolor, mal que le pese.
DISCURSO EN LO SOMBRÍO
(evitando la letra A)
Si muero sin decirte cómo siento
el error de Cupido en sus poderes,
si muero sin decirte que mujeres
no tuve porque siempre un monumento
erigí con tu rostro en su momento,
si dice mi ilusión que no me quieres,
que soy un infeliz, que en tus deberes
como mujer, fingido sentimiento
recibiré de ti, que en lo sombrío
escondes cierto miedo furibundo,
si dices: de
los hombres desconfío.
Debe ser mi destino, el moribundo
desvelo por querer tu beso frío
o un sueño que me libre de este mundo.
EN HORAS BAJAS
Se desgaja y se parte en el intento
de herir la soledad, y su migaja
furiosa la mutila, y aventaja
si asusta su navaja al desaliento.
El filo por el cual avanza el viento
prefiere, del silencio, su rodaja,
y se agencia la herida cuando raja
la aurora con un golpe el firmamento.
Cómo duele el rasguño en los lunares
del rostro de la lluvia, cómo exhorta
la voz del que imitando a los juglares
entona su canción, y reconforta
saber que tiene el pan de los pesares
y el vino del dolor, y lo soporta.
DICE MI MADRE
¿Qué vas a hacer con tanta soledad?
dice mi madre. Madre ya amanece
en su lecho final, madre envejece
y se siente distante de su edad.
Y me guarda en su sueño, tempestad
que alucina al tenderse en su regazo,
y el amor se ha prendido de su brazo
apretando con goce su humildad.
Madre despierta y toda su bondad
me da vida, me empina, me engrandece,
como la luz de Dios es su verdad.
Ella enseña su blanda majestad
y me dice de un modo que enternece:
¿Qué vas a hacer con tanta soledad?
NO VUELVAS
No vuelvas a decir que compañía
mis ojos no acarician, que no quiero
gastar en vanidades el dinero,
que soy el inventor de la sequía
del alma, por seguir mi travesía
surcando los abismos del tintero.
No digas otra vez, que si severo,
que si tal o más cual, en letanía.
Lo juro, soy feliz, no existe nada
que pueda seducirme más que Apolo
brindándome su musa más preciada.
Que soy un aburrido, que no molo,
no lo repitas más, ¡tan desalmada!
No vuelvas, Soledad. ¡Déjame solo!
DEL PECADO DE DIOS
Del pecado de Dios estar exento
buscaba con su muerte el que moría
y tanta sangre inútil fue la orgía
que puso en entredicho el nacimiento.
Un charco ya sin llanto y sin aliento
se echó junto a sus pies mientras
crecía
el sueño de vivir en la utopía
de estar y de no estar en un momento.
El tiempo se cansó de ser prolijo
y nada pudo hacer de más el viento
que salvarle la vida al crucifijo
en franco descender junto al sediento
de paz, que con su salto lo maldijo
camino de la cruz del pavimento.
LOCURA
Sentados a la mesa, (Dios mediante)
el loco, a aquel señor resucitado,
le hundió la mano sucia en el costado
y la sacó pletórica y radiante.
Después de una experiencia semejante
de tan inexplicable resultado,
pidió a su compañero ser salvado
de su demencia gris y delirante.
El otro partió el pan, escanció el
vino,
comed y bebed, dijo, misterioso,
y al loco la cordura sobrevino
lo mismo que el dolor, y tembloroso,
clemencia demandaba a lo divino
al ver que en la locura fue dichoso.
CUESTIÓN DE FE
Odiar al Dios que flores destruyera
buscando del aroma su pecado,
no quita la razón al condenado
aunque a lo eterno condenado fuera.
Tampoco el que parió la primavera
se salva de la cruz, ni lo nevado
apuesta por las huellas del pasado
que la sal del futuro derritiera.
¿Qué parte de lo eterno en movimiento
por morir al instante, reza y gira
negando el infinito mandamiento?
¿Qué parte de mi mano es de mentira
cuando se empeña en despeinar al viento,
o en decirle a la muerte que delira?
HE VISTO
He visto al mar lucir su claroscuro
con su danza de espuma desterrada,
y he visto en la remota madrugada
sus ráfagas saltando sobre el muro.
He visto al manantial de mi futuro
recordar del pasado una cascada,
y he visto a mi conciencia disfrazada
de esa vieja nostalgia que censuro.
He visto eso que sale de mi sueño
dormido y con su afán de golondrina
imaginando que a volar le enseño.
Y he visto más allá de la neblina
la luz de un pequeñín buscando dueño
en cada catedral y en cada esquina.
DIOS EN PERSONA
El dios que a eternidad me sigue y anda
descalzo, cual si fuera luz el cielo,
se ha unido silencioso a mi desvelo
diciendo que es mi mente quien lo manda.
Al cuello me ha colgado su bufanda
me ha dado su tricornio, su pañuelo,
y yo le di mis alas para el vuelo
que a todo santurrón se le demanda.
Qué susto se llevó la extinta muerte.
Radiante, en mi ilusión, dios en persona,
me viene a acompañar y se divierte
y escucha mi sermón y se emociona
al ver que por amor, mi mala suerte
y todo lo demás se le perdona.
LA ÚLTIMA CENA
Que el pan ya lo perdí, ¿qué duda cabe?
Casémonos entonces con el vino
que nuble la razón, y lo divino
venga a salvar mi fe como Dios sabe.
No importa que el licor mi vida acabe.
Ya siento en mi interior el repentino
placer de emborracharme cual cretino,
dejando que su encanto me destrabe.
De nada le sirvió la última cena
a aquélla que engañando a su maestro
le dio a beber del vaso de la pena.
De la fatalidad y lo siniestro
de este amor que mantengo en cuarentena,
no me podrá salvar un Padrenuestro.
LA DAMA OSCURA
A José Martí
Del fondo mustio de la noche, al ruedo
de mi tapiada sombra agonizante,
pasa la muerte con su luz, delante
del infortunio, ungido en su denuedo.
Luz achicando de la vida el miedo
y por la dama oscura y su diamante
puro, del tibio mármol delirante,
cuelgo las armas y en su paz me hospedo.
¡Abismos de la vida que me espera,
abierto el pecho, y la arrogante daga
venga en el viento a penetrar certera!
Prefiero que la muerte satisfaga
con su delirio criminal de fiera
mi vocación de lirio que se apaga.
ALIENTO VITAL
Vital es el aliento que demora
el parto misterioso de la muerte
donde la vida en un instante vierte
sus gotas a la fuente redentora.
Al cielo descender, y embriagadora
estancia para el rito de lo inerte,
se torna cada nube, y se convierte
la luz de ayer en sombras del ahora.
La eternidad es novia del instante
en que el mundo parece de mentira,
y a todo lo que otrora fue importante
le pasa, cuando el cuerpo no respira,
lo mismo que al carbón, que fue diamante
y hoy sólo es una piedra que delira.
EN EL JUICIO FINAL
Tranquila va a morir la madrugada
y por su herida estéril, casi muerta,
el viejo se sentó junto a la puerta
a esperar de la muerte su llegada.
Del sol y su silente cuchillada
de luces, la ventana semiabierta
se duele, y el anciano siempre alerta
mantiene en este mundo la mirada.
Se atreve a descansar el que fallece
lo mismo que a dudar el que se arruga
de si esta nueva luz le pertenece.
Si Dios va a socorrer al que madruga
o si en cambio, pecado le parece
en el juicio final, darse a la fuga.
CONDENADOS
Yo soy aquel que dijo: -condenado
a morir en la cruz eternamente,
aquel que por azar, por accidente
pasó de ser el juez, a ser juzgado.
Yo soy aquel oscuro magistrado
que sufrió la repulsa de la gente
por ser el que bendijo la simiente
del árbol que da el fruto del pecado.
En cambio tú, buen hombre que sonríes,
y dices: -Vade
Retro, Satanás,
¿Conoces tu sentencia? No te fíes.
El Mal es poderoso y tú quizás
el alma, sin saberlo, la extravíes.
¿Qué gritaste: Jesús o Barrabás?
TELEFONAZO
El timbre del teléfono me invita
a dejarlo sonar, y su latido
se vuelve más y más enfurecido
si lo dejo sin más, que se repita.
Llamada que el silencio decapita
y vuelve a importunar en mi sentido
la voz de un más allá desconocido
que anuncia, timbre y timbre, su visita.
¿Quién llama?, ¿quién insiste al otro lado
lanzándome un ring ring como decreto?
¿Quién clava su presencia en mi teclado?,
su código sonoro que interpreto
como el grito de un ser, desesperado
por hacerse inmortal en mi soneto.
YO SOY EL ÁRBOL
Como un ave tenaz y lisonjera
a la que imitas y en belleza igualas,
aquí en mi corazón abres las alas
pidiendo que te acune y que te quiera.
Ha llegado a mi piel la primavera
y el árbol que talaste y ya no talas,
se empeña en retoñar, si le regalas
la gracia del vivir que no tuviera.
Resguárdate del sol, del inclemente
verano que se acerca en mi follaje,
taladra las maderas de mi mente.
Más no repitas el terrible ultraje.
No vuelvas a privarme nuevamente
de este sitio pequeño en el paisaje.
SI QUIERES INTENTARLO
Si quieres intentarlo todavía,
que me lo diga el viento, o el cuchillo
de cortar ilusiones. Soy el brillo
del faro de los sueños, el vigía
que inventa en soledad su compañía,
el humo que sostiene al cigarrillo.
Si quieres intentarlo, sé martillo
del yunque forjador de la alegría.
Que yo vivo en el aire, suspendido
como el nido que fui, sin más halcones
que el ave sempiterna del olvido.
Si vienes y me dices: “soy paloma,
no más halcón”, de mis lamentaciones
el muro, piedra a piedra, se desploma.
VENTOLERA
Oh, qué rebelde el viento, qué insensato.
Su furia, tras el eco de un silbido,
te ha dejado el cabello enfurecido
con tanto vendaval en desacato.
Trata de aislarnos, y a la vez, yo trato
de hacerme con los vuelos de un vestido
que flota por los aires suspendido
dejando en compromiso tu recato.
A salvo entre mis brazos te supones
de la más desafiante ventolera
y cuando los henchidos corazones
se agitan al sentirse cual si hubiera
en tu interior y en mí, como ciclones,
volamos sin que el viento lo supiera.
NOCTURNO Y HEREJÍAS
Jamás mi lengua navegó tan lejos
con tanta libertad en las sombrías
regiones de tu cuerpo menos mías
donde guardas tus vinos más añejos.
Jamás, ni en los más lúbricos festejos
convertimos nocturno en herejías,
ni tan ensimismada te movías,
ni ardió tanto tu sombra en los espejos.
Con esa sensación vivida antaño
del himno del placer, la partitura
rescato en mi interior y la acompaño
de un brindis en honor de la locura
de juntar tu tamaño y mi tamaño
sin miedos, sin pudor y sin censura.
HAZME LA GUERRA
Si luego del amor ya no despierto
y sigue en tu interior depositada
la savia de mi cuerpo disparada
cual lluvia tormentosa en tu desierto.
Si ves que agonizante me divierto
sobre tu cabellera endemoniada,
y le canto al amor sin decir nada,
y me abrazo a la vida como un muerto.
Regálame tu beso fugitivo
allí donde mi cuerpo se hace tierra
y rompe, sin pensar en un motivo,
el círculo de paz que nos encierra.
Escúchame, mujer, si sigo vivo,
desnúdame otra vez, y hazme la guerra.
EN CARNE VIVA
Desnudo, es decir, cuerdo, iluminado,
me desgajé de ti como poseso,
después que cada lengua diera al beso
la impúdica lección de lo sagrado.
Trabado de tu amor, y destrabado
del cepo de tu piel en retroceso,
apenas un instante anduve ileso
y un instante después, aletargado.
La carne de lo eterno en carne extraña
te vi reverenciar, feliz, lasciva,
después que en un recodo de tu entraña
parieran tu humedad y mi saliva
un monstruo que me cerca y me acompaña
dejándome el recuerdo en carne viva.
CONVICTO
Tan desnudo, lo mismo que tan muerto
salgo de ti en puntillas a la vida,
detrás dejo la carne confundida
cuando sin sangre y sin edad me advierto.
En muertes el convicto es el experto,
experto es ese pájaro suicida
que parte con la fe disminuida
a hacer su penitencia en el desierto.
En esa eternidad de polvo y roca
las carnes he vendido en menoscabo
del cetro de los hombres cuando poca
resulta la bonanza, y nunca acabo
de entender la razón del que me invoca
si me va a condenar al fin y al cabo.
AQUÍ DUERME MI SED
Aquí duerme mi sed emborrachada
de tanta libación del rojo aliento
que niegas a los labios del sediento
dejando que la muerte nos invada.
Aquí, con la mordaza en la mirada
me apresto a fabricar un argumento
que niegue lo que sientes, lo que siento,
diciendo casi todo y casi nada.
Qué tanto del vivir en mí perdido
el rostro del difunto manifiesta,
qué puerto se ha cerrado en mi latido
que apuesto por quedarme y ella apuesta
por darme el sacramento del olvido
diciendo que no sabe y no contesta.
ESTA SED DE MORIR
Esta sed de morir con la que vivo
tan cierta, tan tenaz, tan persistente,
estas ganas de ver en la corriente
inmóvil a mi cuerpo fugitivo.
Estos versos azules que te escribo
sin destino final, sin remitente,
este gesto suicida sobre el puente,
esta sed de morir con la que vivo.
Este llanto que corre sin motivo
y que dejo correr indiferente,
estas ganas de ti que me prohíbo,
este beso de Judas de la gente,
esta sorda esperanza que derribo
cuando empieza tu luz a estar ausente.
La muerte, esa piedad que nos aterra,
hoy viene con su sombra y con su abrigo
a darme salvación como castigo
y a hundirme como a un barco bajo tierra.
Me adora y a la vez, me hace la guerra
poniendo su silencio por testigo
y yo con mis dos manos la bendigo
y aplaudo a quien del mundo me destierra.
Con esta voz que canta soterrada
y deja acaso un eco irreverente
estreno con mis huesos la morada
del nada siento, y siento, (si se siente)
venir de mi pasado, inmaculada
la paz hasta mi tumba del presente.
EL GRITO
Sé de un grito mayor que el de la lumbre
ciego, quemante, de pueril acento,
un grito que subasta el firmamento
en medio de la sorda muchedumbre.
Un grito que hace sangre en la costumbre
y en las puertas gastadas del aliento
un grito que he soñado, que me invento
a merced de mi ajada mansedumbre.
Sé de un grito que en lágrimas acalla
la angustia de la lágrima que habito,
un grito persistente que ametralla
el cuerpo del dolor más inaudito,
y como no consigo que se vaya,
intento persuadirlo con un grito.
MIS MIEDOS
De sombras son. De allá de lo sombrío
vienen trepando por mi cuerpo enjuto,
amarga es la cosecha de este fruto
que sólo desconfianza le confío.
Fabrican en mis ojos el rocío
en el minuto exacto, en el minuto
en que voy reduciendo el absoluto
al reino del no ser en mi vacío.
Son grandes en maldad y son pequeños
que escarban en mi mente cual espías,
dejándome desnudos los empeños,
y ciega la ilusión, sin energías.
Se acuestan en la tumba de mis sueños
y tejen largas trenzas con los días.
JUNTO AL FUEGO
La lumbre está temblando y no es de miedo,
pues de la oscuridad más inclemente
se sabe, ya per se, sobreviviente,
y antorcha desafiante de mi credo.
Me sumo a su temblor, y le concedo
el rostro que ilumina, y frente a frente,
presiento su ternura más ardiente
en esta hoguera antigua en que me hospedo.
El vino de la noche en copa clara,
comparto, y de la sombra, el desvarío,
se siente como un grito que quemara,
avivando el rescoldo en lo sombrío
porque vela por mí, porque me ampara
el fuego que me salva de este frío.
CAUSAS PERDIDAS
Lento se va desvaneciendo el fuego
y en el triste escalón de lo sombrío
parece más inmenso mi vacío
y voy andando a tientas como un ciego.
Esta causa perdida a la que entrego,
como al perdón del mar se entrega el río,
mi rostro naufragando en el rocío,
me habita como el llanto en que navego.
¿A dónde me encamino de esta guisa
con tanta luna llena en la mirada
y un lobo mendigando en la sonrisa?
¿A dónde, con la suerte en desbandada,
si toda la del mundo se precisa
y el mundo nunca quiso darme nada?
José Tadeo Tápanes Zerquera,
CAMINO DEL SUR
En el latido
oculto, procedente
de tu
estancia remota y perfumada
entona una
canción la madrugada
usando los
arpegios de mi mente.
Desnudo lo
que siento y lo que siente
tu esencia a
contraluz, embelesada,
y camino del
sur, con tu cascada
tropiezo y me
abandono en la corriente.
Tus piernas,
como troncos del guayabo,
me arrastran,
insistentes, hasta el fondo
del pozo del
placer, y cuando acabo
del delirio
mortal, caigo en redondo
sin saber si
me he muerto, y me destrabo
y quiero
despertar, y no respondo.
VALS DE
MEDIANOCHE
Haciendo con
estrellas un derroche
de formas
insinuantes, y un cometa,
se acerca
desafiante y muy coqueta
la dama
misteriosa de la noche.
De nubes
repentinas tiene un coche,
y el alma de
este tímido poeta
en sombras
agiganta su silueta
cantándole
este vals de medianoche.
Gustosa la
doncella me saluda
mostrándome
su sexo transparente
allí donde
conversan Cristo y Buda.
Y sólo por
seguirle la corriente
a aquélla que
en el cielo se desnuda,
demora su
llegada el sol naciente.
EL GUARDIÁN
DEL PLACER
No me busques
agónica en tu cama.
ven a la mar y tierna resplandece
como ese sol que en luz desaparece
cuando la tarde a perecer lo llama.
No me entregues la sal que se derrama
en hondo padecer si el llanto crece,
que el llanto que una vez desaparece
retorna cuando el miedo lo reclama.
Yo soy el que fabrica entre reflejos
los labios con que besa el horizonte,
y arranca de la piel de tus espejos
los besos que me imploras que desmonte,
el guardián del placer, el polizonte
que viene a darte paz desde muy lejos.
ven a la mar y tierna resplandece
como ese sol que en luz desaparece
cuando la tarde a perecer lo llama.
No me entregues la sal que se derrama
en hondo padecer si el llanto crece,
que el llanto que una vez desaparece
retorna cuando el miedo lo reclama.
Yo soy el que fabrica entre reflejos
los labios con que besa el horizonte,
y arranca de la piel de tus espejos
los besos que me imploras que desmonte,
el guardián del placer, el polizonte
que viene a darte paz desde muy lejos.
A LA DIOSA
POESÍA
Voy a
quererte más, y todavía
algunos me
preguntan si al quererte
renuncio a mi
fortuna y a mi suerte
a causa de
este amor de fantasía.
Que voy
muriendo al pie de la sombría
extraña
profesión que me divierte,
y en humo, en
hojarasca se convierte
mi burda y
demencial palabrería.
Que soy un
asesino, que apuñalo
en busca de
la fórmula secreta
al verso que
se tuerce, que soy malo,
que niego al
semejante la receta
del monte
literario donde escalo,
que soy un
pobre diablo y un poeta.
TE BUSCO
Te busco bajo
el canto de las aves
en esas horas
en que el mar despierta
y dejan los
marinos, ya desierta,
en la arena
la estela de sus naves.
Te busco
donde el sol se rompe en suaves
espadas
luminosas, y en tu puerta
las olas
organizan la reyerta,
con sus voces
de sal en tonos graves.
Y tú,
intuyendo del amor las claves,
vendrás como
las dársenas, abierta
a todo,
regalándome las llaves
de abrir la
habitación que me convierta
en isla de tu
piel, pero bien sabes
que cuando
llegue a ti ya estarás muerta.
AMOR QUE NO
ES AMOR
Cuando el
viento se ensaña con el trigo
cual si fuera
su cómplice o su amante,
dos ojos
iluminan mi semblante
y en nombre
del pecado los bendigo.
Poniendo a
mis vergüenzas por testigo
una sombra
maciza y ondulante
es cuerpo de
mujer en el instante
en que viene
el placer a dar conmigo.
Le entrego
mis dos manos, y le entrego,
el pan que da
vigor y da confianza
a cambio de
unas migas de su fuego.
Perdido todo
atisbo de esperanza
le endulzo
sus entrañas como un juego
de amor que
no es amor, es mi venganza.
MORDIDA ESTÁ
MI PIEL
Mordida está
mi piel como una fruta
que busca
entre tus labios dulce empleo,
yo soy el que
se alista a tu deseo
lo mismo que
al ejército un recluta.
Hoy tengo la
completa y absoluta
certeza de
fungir como el trofeo
que muestras
por sentir el cosquilleo,
de alzarte
con el triunfo en la disputa.
Si quieres
ante el mundo hacer alarde,
de este
cuenco de luz de que dispones
recuerda que
el amor, como la tarde
se apaga si
sus pocas ilusiones
no encuentran
voluntad que las resguarde
ni sueños, ni
esperanzas, ni perdones.
ME MARCHO
Cansado de
buscarte en cada nube
regreso a los
infiernos y a la lumbre,
después que
la gloriosa muchedumbre
me diera el nombramiento
de Querube.
De tanta paz
violenta nada obtuve.
De tanto
fingimiento en la costumbre,
me marcho,
vida eterna, a donde alumbre
la sombra de
ese mal que aquí no sube.
Me ha herido
el proyectil de un angelito,
me ha pegado
una ninfa una pedrada,
y tan
despedazado queda el mito
de la
felicidad inmaculada,
que escapo
con lo puesto, con lo escrito,
lo mismo al
camposanto que a la nada.
JUEGOS DE
SOLEDAD
Hundido en el
rosal, o en el regazo
de la madre
amantísima que añoro
del sueño me
divorcio, me incorporo,
me ausento de
su luz dando un portazo.
Distante
de la magia de su abrazo,
de su leche y
su miel, de su tesoro,
me voy donde
el silencio es indoloro
aunque
explote en mi piel como un balazo.
Juegos de
soledad, hada madrina
que llega con
su mágico instrumento
a hacer en mi
ilusión de celestina,
de pájaro
nadando contra el viento
en un viaje
al amor que no termina
o al menos,
no concluye, de momento.
EL TREN DEL
AMOR
Un tren puede
matar o dar la vida
lo mismo que
la lluvia. Cuando llores
procura
hacerlo lejos de las flores
porque en
flores de rabia contenida
se vuelven
sin querer, y en estampida
se marchan
para siempre sus colores.
Anoche pasó
el tren de los amores
mientras yo
presagiaba su venida.
Soy la flor
que se muere, el condenado
por el tren
de la vida que pasó
sin parar en
el sitio estipulado.
Ya no vale
esperar. No pasan trenes,
y el último
de todos se marchó
dejando
nuestro amor en los andenes.
AMARTE
Amarte fue
una suerte de neblina,
un hueco, un
apagón, un espejismo,
un abismo
cavado en otro abismo,
del alma una
dolencia repentina.
Fue gangrena,
fue hiel, fue guillotina,
un sueño
condenado al ostracismo,
fue veneno y
puñal, fue un mecanismo
de hacer de
la esperanza una asesina.
Silente va el
agónico cortejo
con los
crespones negros y en la vía
del guiño del
futuro me protejo.
Y como no me
ven con compañía,
ni brota en
mí el amor, ni me emparejo,
algunos ven
placer en mi agonía.
OLVIDARTE
Con esa
gravedad, con esa euforia
que brilla en
las pupilas del recelo,
lanzaba los
recuerdos contra el suelo
dispuesto a
exorcizarme la memoria.
Añicos, los
fragmentos de mi historia,
como un
espejo inútil, sin consuelo
mostraba
junto al sueño, mi desvelo
sin una
franja clara y divisoria.
En ese
primordial redescubierto,
en esa
plenitud que no repara
ni en sombras
ni en la luz, ni en vivo o muerto,
por fin pude
sentirme, (cosa rara)
un hombre
liberado y a cubierto
del recuerdo
maldito de tu cara.
ELÍGEME MUJER
Elígeme,
mujer, y en mi mandato
de amor haré
cumplir tus ilusiones
si electo
salgo yo en tus elecciones
pondré a tus
pies un mundo, dulce y grato.
Mejor no vas
a hallar un candidato
que muestre
tan ardientes condiciones
ni ponga más
pasión en las reuniones
ni mejor
orador ni más sensato.
Presidente en
funciones a lo eterno
quisiera yo
erigirme, o diputado
o el ministro
de paz de tu gobierno.
Mas, si metes
el voto en otro lado
me iré por tu
política al infierno
y al golpe
llamarán golpe de estado.
YO HE VISTO A
UNA MUJER
Yo he visto a
una mujer entrar al río,
tan cierta
como un sueño, y a mi mente
sedujo como
un pájaro a la fuente
saltando
desde el borde del vacío.
El agua
despedida a su albedrío
de las flores
el néctar, dulcemente,
probó cuando
empezaba a estar ausente
el ave
migratoria del rocío.
La mente
tenga Dios por buen tesoro,
que yo de mis
visiones no me fío,
y aun siendo
una ilusión, de más la añoro,
o puede ser a
causa de este frío
que incluso
de la nada me enamoro
y fértil se
me antoja lo baldío.
ME ASOMO A LA
CIUDAD
Me asomo a la
ciudad, a sus cordiales
estatuas, con
el susto del viajero
que busca la
verdad en un letrero
en vez de en
el favor de los mortales.
Los rostros,
aunque ajenos, dan señales,
y yo, gafas
de sol bajo el sombrero,
me siento, de
este mundo, un forastero,
igual, pero
distinto a mis iguales.
Detrás de los
apáticos cristales
apelo a ese derecho que me asiste
a abrazar con
placer a los locales
pues algo
late en mí que se resiste
a dejarlos
pasar en las postales
de un pueblo
que me invento, que no existe.
APARIENCIAS
Navego como
un barco sin bandera
pero algo hay
en mi aspecto que delata
mi triste
condición, y no es la pata
de palo, ni de un ojo esta ceguera.
Tampoco es la muleta de madera,
ni el sable, ni la argolla de oro y plata,
ni este ron pestilente que me mata
y me salva también de que me muera.
Prefiere, el que me ve, cambiar de acera,
y nadie me da pan ni me contrata
ni busca en mí el amor ni me venera.
Y todo el que mis órdenes acata
se engaña, se confunde porque espera
de mí que me convierta en un pirata.
TEMBLORES
El túmulo o
temor donde me oculto
del soplo de
esa piel mordaz, obscena,
empieza a
desnudarse de la arena
dejándome
indefenso e insepulto.
Aliento sobre
aliento, en el tumulto,
temblar parece
la caricia ajena,
un rostro por
persona, una docena,
por cada niño
que se vuelve adulto.
Desde este
promontorio escurro el bulto
y mi
respiración, a arder en frío
dedico, y
cuanto menos dificulto
el paso a mis
demonios, y confío
en que Dios
no se tome como insulto
que yo, en
vez del amor, le haga el vacío.
CANTOS DE
SOLEDAD
Si yo tuviera
al menos una estrella,
un ángel del
crepúsculo habitante
que diera con
su luz al caminante
una razón
para dejar su huella.
Si, al
menos, una luna como aquella
errante en su
volar, cual ave errante,
un sol que
por las noches me levante,
o el fuego
sideral de una doncella.
Si yo
pudiera, el alma, en un instante,
limpiar con
una lluvia de consuelo,
hacerle sin
dolor, algún trasplante
que limpie mi
existencia de este velo
de sombras
provocando que me espante
al ver mi
soledad tumbar el cielo.
CAMPANILLA
Ayer,
mientras leía en las estrellas
como quien
busca en el balcón del cielo
un ave que le
espante su desvelo,
sentí sus
pasos repasar mis huellas.
No hay pie
que deje marcas como aquellas
ni alas que
levanten tal revuelo,
ni quedan
tantas luces en el suelo
cuando pasan
volando otras doncellas.
Ya lo dijo la
luz que calla y brilla
que todo el
universo es un pañuelo
y puede
suceder que en la mejilla
te besen, y
el amor, en pleno vuelo
despierte, si
le place a Campanilla
servirle a
tus demonios de consuelo.
YO QUIERO
RENACER
Yo quiero
renacer como las olas
y hablar de
mi delirio a las estrellas,
yo quiero en
el placer dejar mis huellas
lo mismo que
en el mar las caracolas.
Yo quiero, a
donde están las almas solas,
volar para,
entre todas las doncellas,
robar las más
impúdicas y bellas,
besarlas como
el viento a las farolas.
Yo quiero ser
el sol y ser el dueño
de la esquina
del mundo a donde acude
la luna a
remendar la piel del sueño.
Pedirle, por
favor, que me desnude
de tanta
soledad, pues fue mi empeño
dar mi cuerpo
al amor, pero no pude.
EL GUIÑO DE
TUS PIERNAS
Tan claras en
mi mente, tan eternas
las luces del
instante en que en lo obscuro
mis ojos
tropezaron contra el muro
abierto tras
el guiño de tus piernas.
En esas
oquedades que gobiernas
donde el
casto se pierde y se hace impuro
busqué
desesperado mi futuro
como el
hombre ancestral de las cavernas.
Un trozo de
mi cuerpo hallé prendido
dejándome en
tinieblas como a un ciego,
queriendo de
tu cuerpo, lo escondido
lo mismo que
tus ojos, para luego
confesar mi
pecado arrepentido
de haberme
calentado con tu fuego.
TE PIDO UN TÉ
Te pido un
té, para decir te quiero,
para ver mi
temor en desbandada,
después que
tu dulzura despiadada
convirtiera
mi vida en un bolero.
Derrotado,
por culpa del arquero
que
reparte el amor sin decir nada,
y
luego de lanzado, y de lanzada
la
flecha, nos invade el desespero.
Despacio, la
infusión, deja caliente
la boca que
en mis sueños rememoro
lanzada del
placer, a la corriente.
Y suena mi
suspiro más sonoro
al ver que me
has besado irreverente
sin saber que
en tus labios me evaporo.
MUJER DE
FUEGO
Por qué,
mujer de fuego, te desnudas
si es tarde
para todo, y esta tarde
es muerte más
que amor lo que nos arde
y tú, con
desnudarte, mal me ayudas.
Por qué, si
tus palabras andan mudas
y a Dios le
has suplicado que te guarde
de hacer,
frente a mis lágrimas, alarde
de amor en
beneficio de mis dudas.
Hoy tengo la
pasión anestesiada
y un gusto
por la luz que se desvía
y sombras
corta en mí como una espada.
Qué clase de
demonio es quien te envía
a hacer un
universo de la nada
cuando ya tan
a gusto me moría.
EL DULCE
ACOSO
Con la mano
en tu pecho recluida,
fui el amante
un instante, luego ansioso
servidor de
la causa del reposo
después de la
explosión de darte vida.
Durmiente,
del placer arrepentida,
mi piel
después del acto cadencioso,
librarse
pretendió del dulce acoso
huyendo de tu
amor como un suicida.
Insomnes dedos, a tu pecho en vilo,
asedian, y a
su broche diminuto,
torturan con
impúdico sigilo.
Después, la
muerte dulce, el sueño astuto,
entra al
cuerpo mortal que a Dios le alquilo,
y duerme en
ti, feliz, del pecho el fruto.
FE DE VIDA
Yo vivo en
una casa sin entradas,
sin perro al
que lamer su mansedumbre,
el agua me
devora, igual la lumbre
con sus
lenguas de fuego y sus miradas.
De los
dioses, las glorias olvidadas
suelo invocar
del Gólgota en la cumbre,
y tengo, en
luna llena, por costumbre
beberme la
sonrisa de las hadas.
A veces pasa
el sol o pasa el viento
a dejarme en
la piel algún mensaje,
y a veces,
por amor al movimiento,
me
peino, me retoco el maquillaje,
y en busca de
un idílico tormento
desciendo de
la cruz y emprendo el viaje.
QUERER
VOLAR
El pájaro que
al sol apunta en vuelo
y llena de
infinito su mirada
prefirió la
aventura inusitada
de labrar su
destino en otro cielo.
Apenas un
minúsculo polluelo
sintió de
otros confines la llamada,
y logró prescindir
de su bandada
en aras de su
instinto y de su anhelo.
Al viento, su
imprudencia y su descaro,
voló sin
dilación donde la bruma
inunda el
corazón como un disparo.
Arriesgó su
futuro, pluma a pluma,
para luego
posarse en el amparo
de ese nido
de amor que no se esfuma.
AMANTES
Si lo niegas,
entonces será cierto,
que desnuda
se escapa de tu mano
la serpiente
de amor y lo malsano
del sueño
turbador del que despierto.
Que soy aquel
que clama en el desierto
abrazado a tu
piel como un tirano,
y a fuerza de
apostar por lo mundano
en víctima y
culpable me convierto.
Amante y
virginal permanecías
mientras yo
maquinaba pretencioso
tornarme del
placer en el Mesías.
Dos cuerpos
disfrutando el delicioso
sabor de la
manzana que mordías
hambrienta y
a escondidas de tu esposo.
SEMIDIÓS
Si los dioses que amaste no serán
Si los dioses que amaste no serán
más nunca la razón de tu
deseo
entonces ¿por qué tanto
coqueteo
hablándome de Dioses con afán?
Ya sé que fuiste novia de Titán,
Océano, de Crono y Prometeo,
ya sé que enardeciste el Coliseo
del Tártaro salvando a tu galán.
Hoy vives en la piel del que te acuna
en su pecho gentil de semidiós,
aquel que decidió poner la luna
a tus plantas la noche cuando nos
besamos inventando la fortuna.
No quieras que otra vez te diga adiós.
hablándome de Dioses con afán?
Ya sé que fuiste novia de Titán,
Océano, de Crono y Prometeo,
ya sé que enardeciste el Coliseo
del Tártaro salvando a tu galán.
Hoy vives en la piel del que te acuna
en su pecho gentil de semidiós,
aquel que decidió poner la luna
a tus plantas la noche cuando nos
besamos inventando la fortuna.
No quieras que otra vez te diga adiós.
NO ME TIEMBLE
LA VOZ
No me tiemble
la voz para contarte
cuánto queda
de vida en esta acera,
si ves que ya
murió la primavera
seguro va a
nacer en otra parte.
Se me apagan
los ojos de mirarte
y mi sueño
parece una quimera,
tendré que
conseguir de otra manera
aquello que
no quise suplicarte.
Yo te espero,
por siempre, yo te espero
con la puerta
del patio, y la ventana
cerradas al
constante desespero
de esa vida
frenética y mundana
donde fuiste
la cárcel de un te quiero
que siempre
te pedí de buena gana.
A SALVO DEL
PLACER
A salvo del
placer puse mi fuego.
No quiero que
se inflame y se alimente
la lumbre
en una esquina de mi mente
con la chispa
constante de tu ruego.
Ni cedo, ni
claudico, ni me entrego,
ni pongo otra
saliva en el torrente
sanguíneo del
amor, aunque me ausente
y vele mi
dolor un ojo ciego.
Pletóricos se
van los que te besan
a prender un
candil en su alegría
y algunos no
se salvan, no regresan,
perecen en
las sábana sombría
ajenos al
peligro que atraviesan
durmiendo
donde mismo yo dormía.
DE NUEVO ESA
CANCIÓN
De nuevo esa
canción impertinente
aviva mis recuerdos, y al oído
a Dios, mi
confesión, por aludido,
le canto con
la voz de un penitente.
De nuevo, esa
tortura, ese torrente
de acordes y
de versos, construido
tan sólo para
dar con su sonido
un grito de
ansiedad sobre mi mente.
El hilo
musical es mi derrota.
Silencio, por
favor, pido a la gente,
con la mano
en la cruz y la fe rota.
Silencio,
por favor, que venga urgente
un golpe de
silencio a mi presente
que borre
esta esperanza nota a nota.
EL CANTO DEL
DOLOR
No es que
detenga su inminente filo
la muerte,
ante mi voz, o ante mi llanto,
ni que quiera
beber el desencanto
del vino o de
la sangre que destilo.
Ni Eurípides,
ni Sófocles, ni Esquilo
cantaron al
dolor como yo canto,
ni saben de
qué tumba me levanto
pidiéndole a
la vida nuevo asilo.
Más sola está
la noche sin su luna,
y yo que luna
tuve inexistente,
comparto su
famélica fortuna.
Y ante el ojo
por ojo, del presente,
bendigo el
alimento del que ayuna
sin odio y
sin rencor, diente por diente.
SÉ LO QUE SOY
Sé lo que
soy, aunque las manos llenas
de las frutas
del tiempo o de navíos
que regresan
silentes y sombríos
tenga
perennes, o me falte apenas
esa lumbre
que corre por las venas
del que se
cree feliz. Mas, esos bríos,
te juro,
corazón, que no son míos,
yo no siento
esa sed por las cadenas
invisibles,
erráticas, baldías,
yo sólo
escribo a cántaros e imploro
poderte
convidar a fantasías.
No
me preguntes más quién me dio el oro
con
que compro estas tristes alegrías,
ni
por qué digo luz, ni por qué lloro.
NEVANDO
Dos pasos más
allá pondrá el invierno
su blanca
bendición, su manto helado,
cuando mi
cuerpo empiece a ser sagrado
como un río
que escapa hacia lo eterno.
Nevando, está
nevando y se hace tierno
mirar hacia
lo lejos, extasiado,
y allá en el
horizonte, en mi pasado,
alumbran las
hogueras del infierno.
Helada está
la flor, y está la fuente
rendida al
hielo cuando ayer brotaba
de su
interior el vino transparente
que tanta sed
de todo, en mí saciaba,
y hoy,
contemplo la nieve incandescente
quemando el
alma cuando todo acaba.
ILUSIÓN
PAGANA
Se empeña el
limpiador de la fontana,
metiendo las
monedas en su saco,
en romper el
conjuro demoniaco
que el mundo
ofrece a su ilusión pagana.
El ruido del
metal haciendo diana
al centro de
los sueños, y el opaco
obrero va
cumpliendo con su atraco
al menos
siente veces por semana.
Impune, con
mi ofrenda más urgente
cargó quien
en las aguas se movía
sumándole a
la angustia del presente
el grito de
dolor que al agua envía
el tonto que
contaba con la fuente
para hacer
realidad su fantasía.
A LA DERIVA
Perdido el
horizonte, a la deriva,
sin isla a
buen recaudo y mar salvaje
dibujo sobre
el alma cual tatuaje
el rostro de
un amor en tentativa.
Difícil ha de
ser que sobreviva
llevando el
corazón tanto vendaje,
sin sueños
que ofrecer, sin un linaje
de dioses que
mi apuesta haga atractiva.
El barco
donde viaja la esperanza,
estando ya
dispuesto a perecer,
tendrá un
rayo de luz en lontananza,
un puerto
donde pueda guarecer
mi chorro de
pasiones, de añoranza,
si llego a
conquistar a esa mujer.
HECHIZADA
Cuando tu
nombre se parece el viento
que parte del
abismo de mi boca,
yo soy esa humedad que se coloca
detrás de las
cortinas de tu aliento.
El ansia
detenida en mi aposento,
envenena de
amor al que la toca,
y una piel
hechizada me convoca
a aliviar en
el sueño mi tormento.
Mi lengua con
la tuya, encadenada,
danzando generosa,
como el pez
que muerde
mansamente la carnada.
Y luego,
deshojando mi niñez,
arranco de tu
cuerpo, perfumada,
la flor que
me negaste la otra vez.
JADEAS
Jadeas y es
mi savia quien reclama
al dios de la
pasión, un incentivo
para darme a
la muerte de estar vivo
sudor contra
sudor sobre tu cama.
Amando al
amador que menos ama
el fuego del
amante fugitivo,
ardí para
alumbrar en lo que escribo
la muerte
deliciosa de la llama.
Jadeas y el
abismo nos convida
y soy la
multitud, y soy la muerte
del mundo que
renace del suicida
vaivén que me
destroza, y es tan fuerte
que deja la
inocencia resentida
y el cuerpo
desvalido y a su suerte.
DE ALLÍ DONDE
ELLA ESTÁ
De allí donde ella está vendrán los dedos
del ángel Soledad, y sus dos manos
son estas que hoy persiguen versos vanos
encima del trapecio de mis miedos.
De allí donde murmuran cual viñedos
los frutos de sus pechos, tan lejanos,
vendrán, como presuntos inhumanos,
los labios despojados de sus credos.
Allí donde mi lengua nunca estuvo
hurgando en el placer de sus secretos
el tiempo dos instantes se detuvo
y en medio del rubor de los objetos
dispuesto a retener, ya no retuvo
quien se entregó a la paz de los sonetos.
De allí donde ella está vendrán los dedos
del ángel Soledad, y sus dos manos
son estas que hoy persiguen versos vanos
encima del trapecio de mis miedos.
De allí donde murmuran cual viñedos
los frutos de sus pechos, tan lejanos,
vendrán, como presuntos inhumanos,
los labios despojados de sus credos.
Allí donde mi lengua nunca estuvo
hurgando en el placer de sus secretos
el tiempo dos instantes se detuvo
y en medio del rubor de los objetos
dispuesto a retener, ya no retuvo
quien se entregó a la paz de los sonetos.
LA NOCHE
Cruel es la
noche, igual el que la envía
desde el pozo
sin fondo de su pecho,
la noche es
el abismo, es el desecho,
la cáscara
final que cubre al día.
Muere el sol,
se retuerce en su agonía
vespertina,
de nubes, en su lecho,
y grita y se resiste insatisfecho
a dejar de
imponer su jerarquía.
De plata, el firmamento
luce un broche
que lanza,
como un manto blando y puro,
sobre el
mundo una suerte de reproche.
Y la sombra
que soy o que procuro,
al sueño se
encamina cada noche
en busca de
esa luz que hay en lo oscuro.
ME PONGO A
CONTEMPLAR
Me pongo a contemplar
lo que he vivido.
Otra vida se
mece en la conciencia
regida por la cálida presencia
de un sol intemporal ensombrecido.
Me pongo a
contemplar lo que se ha ido
muriendo sin
apenas resistencia,
la arena del
desierto de la ausencia,
de mi felicidad,
un barco hundido.
De corso la
ilusión tiene patente
para unirse a
la mente en abordaje
y dejar un
instante que me ausente
en busca de
comida y hospedaje
a ese mundo interior, inconsistente,
al que cada vez más me voy de viaje.
NADA SABE LA FLOR
Nuevas
espinas fabricó la rosa
en medio de
la turbia madrugada,
después de
quedar mustia y deshojada
al paso de la
lluvia tormentosa.
Pasada la
refriega dolorosa
que el agua
de los cielos, en cascada
vertió sobre
su cuerpo, enrabietada,
culpó de su
calvario a alguna diosa.
En su jardín
silente, a cada hora
se yergue, y
su venganza contra el cielo
promete que
será devastadora.
Nada sabe la
flor, mas, con desvelo,
el agua a sus
raíces enamora
para darle la
vida, bajo el suelo.
LLUEVE OTRA
VEZ
La lluvia va
imponiendo su doctrina
en medio del
jardín. Su poderosa
presencia en
las estancias de la rosa
resbala por
su pétalo y su espina.
Es ella quien
predica saltarina,
quien
ahuyenta la sed, como la esposa
atenta, y en
brindarse es generosa,
rodando por
el tronco de la encina.
Cayendo sobre
el mundo, clandestina,
y haciéndose
un lugar en mi desvelo,
mi mente se
ha excitado, y se imagina,
al agua dando
riendas al anhelo
de encontrar
esa puerta en la neblina
que cruzan
los difuntos rumbo al cielo.
HIJOS DEL
DOLOR
Esta vida que
vivo ya no es mía.
Yo soy el que
se va cuando no debe
dejando,
manantial, sobre la nieve
su sangre más
helada y más vacía.
Yo soy el
hijo que el dolor envía
a hablarles
del dolor y no se atreve,
el sol de la
tristeza cuando llueve
la luna sin
su miel al mediodía.
No sé si soy
lo falso o soy lo cierto
o soy el que
se entrega a la tortura
de un sueño
en el que sueño estar despierto.
Si soy la
enfermedad o soy la cura
del que se va
a clamar en el desierto
a un dios que
sólo existe en su locura.
CIUDAD QUE TE
ESFUMASTE
Ciudad que te
esfumaste, que te fuiste
con ese don
de pueblo soberano
que elige su
fortuna de antemano
sabiendo que
al partir, me deja triste.
Ciudad que me
reprocha, que me embiste
que corta mis
recuerdos por lo sano
borrando de
mi mente, plano a plano,
la vida que
antes tuve y ya no existe.
¿A dónde mi
mansión se fue volando?
Qué pájaro
violento la asesora
que escucho
en su interior, como llorando
al niño que
antes fui, porque demora
su casa en
regresar, ni sabe cuándo,
ni cómo va a
salvarse el que la añora.
EL TIEMPO SIN
SABER
El tiempo,
sin saber, mi muerte apura,
acelera la
marcha y entretanto,
me acerco a
la inquietud del camposanto
buscando sepultar mi sepultura.
La vida es la
ilusión que menos dura
de todas, y
confuso me levanto
del lecho sin
saber de vida cuánto
la muerte a
concederme se aventura.
Un mal que ni
se frena ni se cura.
y no pueden
ni el sabio ni el experto
librarse de
su férrea dictadura.
No hay
hombres prevenidos y a cubierto
del canto de
sirena del mar muerto
que te deja
perdido en isla oscura.
DONDE ANTES
ERA EL RÍO
Donde antes
era el río está cantando
la dama de la
lágrima indivisa,
mi mano le
sostiene la sonrisa
y el eco de
su voz me está matando.
Me quiero
resistir y más me ablando,
y como en
escapar no tengo prisa
la beso y
ella misma es quien me avisa
que ayer mi
juventud se fue volando.
Donde antes
era el río, bajo el puente,
el llanto de
algún pez, de mí se apiada
y endulza más
el agua en la corriente.
En tanto, la
presencia endemoniada,
me invita a
que le entregue cuerpo y mente,
diciendo que
es el fin de mi jornada.
MIS OJOS SE
HAN CERRADO
Mis ojos se
han cerrado en un segundo
y han visto,
de repente, por su lado
pasar todos
los rostros del pasado
viviendo en
los celajes de otro mundo.
Anduve
trasnochado y vagabundo
mirando a
aquellas almas, de buen grado,
soportar las
miserias de su estado,
con luces
rematadas o en lo inmundo.
Me dan la
bienvenida y adivino
que todo el
que ha pisado aquel sendero
no puede
regresar por donde vino.
Y en contra
del instinto del guerrero,
acepto
cabizbajo mi destino
como un
siervo de Dios, como un cordero.
POR COMPASIÓN
Lancé por
compasión mi sombra al río.
No me voy a
esconder ni disimulo,
ni voy a
confesar por qué la anulo
echando sus
despojos al vacío.
Lo siento por
su grito en lo sombrío,
por esta
muerte a oscuras que calculo
más dulce que
morir si la estrangulo
uniendo su
destino con el mío.
Segura está
mi muerte y por segura,
haberla
desligado de su fuente,
es un mal
diminuto y es la cura
de la
angustia y el tedio del presente
aunque ella
se ha enojado y se figura
que va a ser
más dichosa sobre el puente.
ETERNO
Eterno es el
confín del mar ausente
el puente
abandonado sobre el río,
eterno, el
ademán y el desvarío
con que al
mar socorrer quiere mi mente.
Eterno es el
ayer cuando el presente
enfunda en el
recuerdo lo baldío,
y eterno es
el eterno desafío
de culpar el
candor del inocente.
Buscar la
libertad donde amenaza
la sombra
intemporal del carcelero,
saberse, al
mismo tiempo, hierro y maza.
Y en las
manos eternas del herrero
volver a
refundir la vieja raza
haciendo el
porvenir más llevadero.
BUSCARÉ LA
ILUSIÓN
Buscaré la
ilusión dentro del pozo
que es puerta
al manantial de la alegría,
y en medio de
la noche torpe y fría
las aguas
beberé de puro gozo.
Cuán inmensa
la luz y en calabozo
se torna ante
mis ojos, y en sequía
la abundancia
se vuelve, y con la orgía
de luces me
complazco en el sollozo.
Cuando
aprisione el sueño al centinela,
doblados los
barrotes, roto el muro,
mis alas
abriré donde no duela
el fantasma
del miedo, y si torturo
al viento
reclamando su tutela,
que me lance
al abismo del futuro.
ESPEJO
Asusta la
imprudencia del espejo,
su lúcida
memoria reflexiva
que espanta
la ilusión y que nos priva
del arma del
olvido y su festejo.
Observo en su
interior y me acomplejo
del rumbo de
mi cuerpo en su deriva.
El tiempo se
hace fuerte en la ofensiva
dispuesto a
condenarnos a lo viejo.
Sin una explicación,
sin un motivo,
las luces que
alumbraban en mi mundo
se apagan, y
me siento un fugitivo
del cerco de
cristal donde me fundo,
añorando la
magia del segundo
en que daba
la imagen de estar vivo.
ESA OSCURA
CIUDAD
Esa oscura
ciudad de viento y trigo
que al centro
de mí mismo está situada
alberga los
fantasmas de la nada
que dictan
las palabras que les digo.
Remanso
virginal del verso amigo
y siempre, la
expresión desesperada
del niño que
envejece en mi mirada
queriendo de
mi vida ser testigo.
Recinto de
esas voces que me retan
y al vuelo
sus imágenes apreso
sabiendo que
ni escuchan ni respetan
la vida al
escritor, que en carne y hueso
procura
descansar. Mas, no se aquietan
y tienen a mi
pluma libre acceso.
DESDE EL
INVIERNO
Detrás del
horizonte está el verano,
el reino de
la luz, y del eterno
calor, con el
benéfico gobierno
del sol de lo
divino y de lo humano.
Del mundo,
tan presente y tan lejano,
el astro con
el rostro dulce y tierno,
prefiere
destronarse en el invierno,
aunque vuelva
a reinar tarde o temprano.
Dispuesto a
prescindir del soberano
monarca del
radiante poderío
al fuego me
presento como hermano
y firmamos la
paz, y le confío
la gracia de
salvar mi piel del frío
a este rey al
alcance de la mano.
EL PLACER DEL
ESCRITOR
¡Cuánto de
rosa entre tus piernas cabe!
y cuanto de
humedad acariciando
el cetro de
mi cuerpo, menos blando,
mientras
abres las alas como un ave.
Me pides que
no muera que no acabe
el fuego de
artificio iluminando
la selva
perfumada por la que ando
poblando de
simiente el surco suave.
¿Por qué
exhala tu piel, literatura?
¿Qué escondes
a mi lengua? ¿Algún lenguaje
que agigante
el placer por la lectura?
¿Qué dice,
misterioso, tu tatuaje?
¿Acaso la
sensual nomenclatura
para hacer
del amor un personaje?
TENGO SED
Tengo sed de
las frutas más mundanas.
Bendito el
dulce que a la lengua obliga,
aunque no
satisface ni mitiga
comiéndolas,
el pozo de mis ganas.
Tengo sed de
probar esas manzanas
que al
morderles su cáscara y su miga
te dejan un
sabor que a Dios intriga
y confusos
los labios por semanas.
Ayuno en
soledad y me castiga
la sed sobre
mi mente, y saboreo
las mieles
del recuerdo de una amiga,
su
cuerpo almibarado, su aleteo
de
amores, aliviando la fatiga
cual
agua en el desierto del deseo.
MISTERIOSA
El rostro que hasta ayer fue de la rosa
acaricia mi
rostro, y su sonrisa
se vuelve
arquitectura de la brisa
y su voz,
como el fuego, temblorosa.
Un cuerpo
mitad miedo, mitad diosa,
alumbra en su desdén, y sin más prisa
que ver, en
mi interior, por dónde pisa,
de mente, se
desnuda misteriosa.
Pendiente de
tener su luz a tiro,
mi sombra como un arma se bloquea
en un puño de amor, en un suspiro.
El santo
corazón no forcejea,
se marcha, espiritual, a su retiro
y triunfa en
mí ese mal que la desea.
EN TUS SOLES
Inmóvil, en
tus soles reflejado,
buscando
estoy la luz desde tu altura,
y propia se
me antoja la figura
que brilla en
tu mirada de prestado.
A tu esfera
ocular recién llegado,
perdido
tierra adentro en carne oscura,
a
salvo en un oasis de ternura
me
escondo, de tu cuerpo, en lo sagrado.
Feliz
en tu interior, del mundo ausente,
el
tiempo se detuvo, o transcurría
de
un modo endemoniado, diferente.
Y
hasta el viejo reloj de fantasía
gritaba
como un loco en rebeldía
estando
nuestro ojos frente a frente.
MORDIDA
Capricho de
tu piel fue la mordida
rabiosa que
mi boca penitente
te diera,
para luego, diente a diente,
regresar de
tu carne, complacida.
Mi boca en
tus instintos puso vida
y en los
lobos dormidos de tu mente,
para en ti
desatar como un torrente
la lluvia en
el desierto de tu herida.
Aullando, con
la luna enrabietada,
su tenue luz
por azotarnos loca
en el rito
ancestral de hacernos nada
y todo al
mismo tiempo, siendo poca
distancia
entre la luna en tu mirada
y tu cuerpo
en el cielo de mi boca.
PROMETEO
Me juras que
amanece, yo no veo
cegado por tu
cuerpo nuevo llama,
tan sólo la
que sale de tu cama
alumbrando
las curvas del deseo.
Tornado en el
astuto Prometeo
la lumbre de
tu vientre me reclama,
y el cáliz de
las horas se derrama
al tiempo que
entre sombras te poseo.
Las cumbres
empinadas de la aurora
anuncian que
la noche se ha marchado
con todos los
diamantes que atesora.
Y yo, por tu
calor decapitado,
me incinero
en tu hoguera pecadora
y tu luz me
redime del pecado.
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