Paula
y MartinA. las PRINCESAS PREFERIDAS DE LAS hadas del LAGO AZUL
Quiero contar una
historia que sucedió en el silencio de una noche de plenilunio, era Noche
Vieja, noche de fin de año, las agujas del reloj marcaban las doce en punto, el
momento justo de decir adiós al viejo año dando paso a otro nuevo con la mayor
alegría, el cielo parecía un mantón azul celeste bordado de estrellas, los arboles
dormitaban semidesnudos apagando el murmullo del silencio entre las pocas hojas
que le quedaban, no se movía ni la más mínima brisa de aire.
Estaba todo callado
bajo el hechizo de la luna, hasta las aguas del Lago Azul estaban inamovibles, se veían limpias,
transparentes como el azogue de un espejo, todo el lago era un gigantesco espejo
donde se reflejaba la cara redonda de la luna llena, una luna que parecía una
vieja matrona que ocultaba su cuerpo lustroso y rechoncho entre sedas de azul
algodonado mientras guiñaba los ojos fingiendo risueñas timideces, todo era paisaje
sosegado, pureza inmaculada donde no había nada que perturbara la paz de aquel
momento, un momento que estaba diseñado por las hadas para obsequiar a los
niños que jugaban y cantaban villancicos como solo pueden hacerlo los ángeles
que disfrutan de la infancia. Como noche especial, en todos los lugares del
mundo niños y mayores compartían alegría llenos de gozo, había que pasar el
traspaso de un año a otro festejando el milagro de vivir un año más disfrutando
con la familia, era noche de cantar de comer bien recordando historias del
pasado y de contarle cuentos a los niños.
Por eso. Porque aquella era una
noche mágica, porque yo también estuve en el Lago Azul y porque me encanta
contar historias voy a escribir una en ésta noche parecida dedicada a mis dos
princesas que han venido a la vida siendo las preferidas de LAS HADAS DEL LAGO
AZUL, ellas son mis dos nietas Paula y Martina, descendientes de dos dinastía
de reyes y reinas que fueron formándose
en el mundo fabuloso de la imaginación, país donde son posibles todos los
sueños.
Estas dos princesas, según
las hadas, ya eran hermanas mucho antes de nacer, ellas como todos los nacidos
del amor eran ángeles poderosos que se prepararon durante nueve meses para
nacer en el LAGO AZUL DE LAS HADAS, un día, siendo aún dos angelitos, debido a
su buen comportamiento fueron requeridas por la unión de dos personas buenas
para nacer a la vida y llegaron a ella con el don de la gracia, la sonrisa del
cariño el galardón de la inocencia y la señal de la sabiduría, aparte de eso se
trajeron con ellas la bendición de los dioses.
Además como en el Lago
habían sido dulces e inteligentes que siempre se habían portado estupendamente
se ganaron el favor de las hadas y cuando fueron requeridos para trasladarse al
mundo el hada les dio como regalo dos estrellas para los ojos, el colmo de
todas las gracias para su cuerpo y un ruiseñor en la garganta para que cuando
empezaran a hablar pudieran hacer felices a amigos familiares y progenitores.
Es preciso aclarar aquí
que mucho antes de que ellas nacieran la reina de las hadas, que era la que
dirigía el árbol genealógico de todas las generaciones, ya había prevenido
todas las cosas para que estas dos preciosidades tuvieran privilegios muy especiales, cosas que no podían tener todos
los nacidos del mundo, ya que no todos nacen bajo el poder de la suerte.
Paula y Martina si,
ellas vinieron al mundo porque fueron requeridas cuando la sinceridad de la luz,
la fuerza del amor, la paciencia de la eternidad y la constancia de la familia
unieron todas sus fuerzas en el infinito para darles forma y vida a dos ángeles,
por eso ellas llegaron al mundo con el respaldo de las hadas y la bendición
divina.
Primero nació Paula,
había sido requerida por Flor de Amor y Santiago, una pareja de enamorados que
en una noche de plenilunio maravillosa y mágica parecida a esta noche de fin de
año, se pusieron en contacto con la reina del Lago Azul para solicitarle un
hijo. Cuando se lo pidieron la reina les
prometió enviarle a Paula por ser lo mejor que tenía, “Es una princesa y como a
tal tenéis que cuidarla” les dijo, “os la mandaré llena de hermosura pero os advierto que aquí
todo se rige bajo unas leyes muy estrictas y para que Paula pueda ir al mundo
alguien muy querido por vosotros debe regresar al lago, esto es una norma de intercambio que rige desde el
principio de todos los tiempos,
se hace así para que no
se desnivelen los ejércitos de las almas entre la tierra y el cielo, por eso el
abuelo José debe regresar al Lago ya que él es el está predestinado para dar
impulso y fuerza a los latidos del corazón de Paula.
Se marcho el abuelo
José y al poco tiempo nació la niña bajo
el signo de unigénita, fue recibida con toda la ilusión imaginable por padres
abuelos y bisabuelos, todos tanto amigos como familiares, desde el punto y hora
que nació parecían respirar por su boca.
La niña estaba siempre
rodeada de familiares como si fueran una
escolta de magos, todos estaban ansiosos por enseñarle los resortes de la vida,
la adoraban de tal manera que eran capaz
de trabajar comprar o inventar lo que
aún no estaban inventados para que la niña fuera la más feliz del mundo.
Paula tenía familia en
otros lugares, padrinos y abuelos que no podían verla diariamente pero que la
amaban también intensamente, ella se lo agradecía a todos con sus sonrisas de
ángel y sus grandes ojos de azabache.
Pero sus padres
Santiago y Flor de Amor, querían tanto a Paula que no deseaban que la niña
conociera la soledad del unigénito, por eso un día siendo fin de año y noche mágica
también de plenilunio, decidieron visitar de nuevo al hada del LAGO para pedirle
de nuevo el regalo de un nuevo hijo, “Queremos romper la cadena de hijos únicos
“ le dijeron, “No queremos que Paula esté sola” y el hada les contestó “Paula
nunca podrá estar sola porque tiene aquí una hermana, así que podéis prepararos
porque yo os la entregaré con las mismas condiciones que una vez os di a Paula,”
Flor de Amor y Santiago sintieron un escalofrío, sabían que alguien de la
familia tenía que ir para abrir el camino de la luz por donde debía venir la
nueva niña, la reina volvió a repetir lo que les dijo la primera vez “Está
escrito todo en el libro de la vida, si queréis vivir con felicidad siempre
tenéis que cumplir las leyes tal como están establecidas, alguien de vuestra
familia a de regresar para ayudarla y yo os la entregaré con la promesa de que
la améis tanto como a Paula ” “Así lo haremos, será nuestra segunda preferida y
la preferida de su hermana” dijeron los dos a un tiempo y aquel mismo día se
fue al lago el tío Antonio para cuidarse de todo, pasaron nueve meses y el hada
les mandó a Martina el día 20 de un mes de septiembre cuando maduraban las
uvas, llegó al mundo con la piel rosada como los melocotones y unos ojos negros
inmensos con pestañas de abanico.
Al verla por primera
vez cada uno de los abuelos les sacaba un parecido diferente, “es como mi hijo
” decía Iaia Mimi, Mimi era el nombre con que la pequeña Paula llamaba a la
madre de Santiago, “es como mi hija” decía Magna, la madre de Flor de Amor,
pero Martina decidió mirarse en los ojos de su abuelo Emilio y se puso los
rasgos de su cara para llevar la contraria a todos, el abuelo Emilio se volvió
niño y cada día iba a verse en los ojos de su nieta convirtiéndola en su espejo.
La abuela Magna que también
había nacido con el signo de unigénita, sabía mucho del país de las hadas ya
que ella había estado allí en tiempos muy remotos y cuando le llegó su hora de
nacer la reina le regaló el don de la fantasía y al poder de la memoria, cosas
que utilizaba a cada momento para que nunca se le olvidara nada. “Trabájalos
mucho porque con estos dones que hoy te entrego si no dejas que se te borren
podrás ser feliz y hacer feliz a mucha gente, con ellos atravesar cada noche el
portal de los sueños donde yo te esperaré para explicarte la forma de escribir
historias y con las cosas que cuentes te multiplicarás tantas veces como
quieras a lo largo de tu existencia” Magna recordó siempre los consejos del
hada por eso se dedicó desde el principio de su vida a escribir, escribió muchísimo,
escribió todos los días de su vida, rellenó miles y miles de páginas, escribió libros
con mayor o menor acierto pero nada de lo que hacía lograba llenarle un vacío que
tenía en el corazón, por eso cuando su hija le dijo que iba a ser abuela Magna
fue a arrodillarse ante la reina de las hadas para darle eternas gracias por la
gloria que le regalaba y esta contestó diciendo, “No me tienes que agradecer
nada, has sido legal con las leyes de la vida desde que te marchaste, tú te
mereces cuanto la vida te pueda regalar, por eso desde hoy te voy a nombrar la
portavoz de una historia donde serás uno de sus cuatro puntales, una historia
reforzada en la base principal formada en la dinastía de dos reinos, piensa,
imagina y escribe, busca los personajes y haber si cuando regreses al Lago Azul
consigues que a mí me guste el relato”
Al día siguiente empezó
Magna a escribir, desde aquel momento empezó a seleccionar en la raíces para
darle forma a aquel País en el mundo de los sueños, quería ser la dueña de un
fabuloso mundo, tener riquezas y un palacio de cristal para ponerlo a los pies
de toda su descendencia.
Desde aquel mismo
instante empezó a escribir la historia de un reino maravilloso, un reino donde
el hada del LagoAzul le reveló un nuevo secreto tan importante o más que los
otros, con aquel secreto se le colmaron a Magna las tres cuartas partes de sus
ilusiones ya que el hada le dijo “Lo que escribas desde hoy te servirá para
vivir eternamente, desde hoy todo cuanto escribas se irá fabricando en las
profundidades del Lago, allí se hará una réplica exacta de todos tus deseos,
será tu reino particular donde quedará para siempre tu pasado tu presente y tu
futuro, porque con Paula y Martina se reciclara tu sangre en cada capítulo que
escribas, desde hoy nacerás una y mil veces mientras puedas contar con el
nacimiento directo de una mujer en tus venas, en ese reino que irás formando te
esperaran tus ancestros y los ancestros de todos los que se mezclen con tu
sangre,” así fue, desde aquel día la sangre de Magna empezó a multiplicarse
correlativamente tal como había sido desde siempre, fue transformándose en una nueva
hembra y aquella hembra parió otra hembra… y otra…Magna no dejaba de bendecir
con sus historias para que aquella sangre que circulaba llena de vida continuara
saltando de mujer en mujer fusionada con la de un río varonil para que no
faltara la vida en el palacio país de sus sueños ni en los jardines del amor.
Así, hilvanado historia
de ángeles y hadas, pintando ríos de sangre que crecen y se multiplican,
haciendo palacios y escribiendo realidades que coincidan, fue trabajando Magna,
fue recordando cosas ensamblando nombres e inventando fantasías y todo para que se recuerde siempre que la
vida llegó saltando de generación en generación, para que no se olviden jamás
que en noches de plenilunio la magia inunda siempre los corazones y el amor se
acerca al Lago Azul para pedir los deseos, tal como pasó con Martina y Paula
dos ángeles preciosos, pudieron nacer para ser princesas en el reino de los
Cobo Ponce y Sáez Martínez por el milagro de una historia que les va a escribir
su Iaia Magna.
Por eso esta noche que
también es fin de año y plenilunio Magna escribirá otro capítulo del misterio
del LAGO AZUL Un capítulo que da comienzo cuando Paula tiene exactamente tres
años diez meses y diez días y Martina un año tres meses y once días, las agujas
del reloj marcan las doce en punto, es noche vieja y es el momento exacto de
dar entrada a un año nuevo. Fuera la noche está despejada, está sin una sola
telaraña que empañe el cielo, el viento solo sabe dar besos de niño y es
propicia para abrir las puertas de la fantasía, Magna tiene permiso para entrar
en el país de los sueños porque el hechizo que oculta el agua DEL LAGO AZUL se
romperá con los tenues reflejos lunares, la luz de la luna entrará como un
reflector iluminando las profundidades ocultas, entonces todo podrá ser
visualizado. Magna quiere que sus niñas vean las maravillas que un día
habitaron ellas cuando eran suaves y
ligeras como las mariposas.
Esta noche las niñas
van a vivir un momento mágico, van a entrar en el país de las hadas de la mano
de su Magna, serán instantes fabulosos que solo se dan cuando en los archivos
de la memoria del mundo se tienen que resaltar hechos excepcionales y esta noche
lo es, porque es fin de año y las niñas van a ser por primera vez protagonistas
de una historia que enlazará el pasado con el presente, será un relato fantástico
que en años venideros podrán repasar recordando el origen de sus vidas en el
fabuloso reino de los Cobo y los Sáez.
Magna esta noche va
hacerles ese regalo con el permiso de la reina de las fantasías, quiere enseñarles
el país de donde proceden, que puedan ver con sus ojos la maravilla que
disfrutaron en el lago de la vida cuando eran ángeles alados que se
transformaron en dos niñas preciosas protegidas por el amor y por los sueños.
Cogiendo las manos de
Paula y Martina les dijo que cerraran los ojos, que recordaran todo cuanto el
pensamiento les dejó en la frente en los nueve meses que habían estado
formándose en el lago, les pidió que mentalmente pintaran todo de colores y que
fueran los colores que solo la inocencia de los niños pueden darle a las cosas,
que escucharan en silencio su voz ya que ella describiría todo lo que sus
pensamientos fueran recordando.
Describir la hermosura
que Paula y Martina fueron capaz de pensar en los escasos minutos que la magia
les otorgó es imposible de describir. Paula, que ya nació con los colores del
Arco Iris entre los dedos fue imaginando cosas, pintaba mentalmente matizando
de armonía cada rincón del paisaje, difícil explicar la belleza que puso la
niña en el fondo de las aguas, le dio a todo un maravilloso realce que más bien
parecía que era la misma reina de las hadas le hubiera traspasado sus poderes
para que ella dibujara escenas de lo que había existido, las cosas que deseaba
que existiera y aquello que aun estaba ni siquiera por venir, con qué maestría
lo pintó Paula todo, con qué gracia fue acercándolo al corazón y a los ojos.
Martina, miraban
atentamente lo que hacía su hermana, con los ojos muy abiertos abanicaba las pestañas
viendo con los oídos del alma la gama de colores que pintaba Paula.
Bajo el embrujo de un
hechizo el lago se fue convirtiendo en una inmensa acuarela iluminada por la
luna, era un cuadro inmenso que dejaba ver el encanto de un país sumergido bajo
el agua.
Paula pintaba sin cesar
cosas imaginarias, pinto plazuelas calles avenidas grandes zonas ajardinadas y animales
de todas las clases, había bichos alados terrestres y marinos, pero sobre todo pintó
gatos perros y caballos, al parecer eran los animales preferidos por la niña,
los pintó de todas las maneras, andando jugando saltando y correteando
retozando entre los árboles que rodeaban un suntuoso palacio.
Paula pintaba y pintaba
sin cesar, pintó iglesias, catedrales… y gente, mucha gente, una infinidad de
personas que parecían transitar a pie o en
carruajes pero que en realidad lo que hacían era bambolearse en el
vaivén de las aguas.
Magna les dijo a las
niñas,” Mirar atentamente lo que habéis pintado, parece todo real pero es un
sueño, lo que estáis viendo es un efecto óptico, un engaño visual, porque en
realidad todo está petrificado, inamovible sepa Dios desde cuándo, porque todo pertenece
una vieja leyenda que yo quiero dejar
para vosotros porque tiene algunas connotaciones con vuestra vida y yo con el
poder que me otorga la reina de este lago voy a escribirla porque es el puro reflejo de lo que deseo
para vosotros, espero que este cuento esté entre los preferidos para distraeros
la infancia”
Las niñas miraron extasiadas
y atentas, su abuela empezó así.
“Mirar hijas mías,
cuenta la leyenda, que esto que Paula ha pintado en el fondo del Lago Azul es
la copia exacta de lo que éramos todos en tiempos muy remotos, porque todos
hemos venido de allí, todos somos dueños
de ese reino ejemplar dirigido por nuestros antepasados, por eso hoy voy a
centrar mi memoria en una preciosa mujer que se llamaba exactamente igual que
vuestra madre, Flor de Amor.
Flor de Amor dicen que era
hija primogénita de unos soberanos muy queridos por sus súbditos ya que habían
logrado un país envidiable y prospero, era un rico reinado dirigido con firmeza
bajo unas leyes que se basaban en la comprensión y el respeto, cuenta la leyenda que habían dirigido el país con mano
firme sabiduría extrema y mucha justicia.
También dicen que al
morir el padre de la reina Flor de amor, la reina viuda se vio incapaz de
dirigir aquel país y abdico los poderes en su hija, esta se enamoró de un apuesto
príncipe hijo unigénito de los reyes de un país vecino, estos soberanos eran también
muy poderosos y nobles que no tenían más misión en la vida que proporcionarle
bien estar a su único vástago, el príncipe Santiago, este príncipe era muy
apuesto, envidiado y deseado por todas las jóvenes casaderas de aquel país pero
él solo estaba pendiente de su formación personal, tenía que prepararse para
ser el futuro rey, por eso se entrenaba diariamente con verdadero tesón. Dicen
que era capaz de correr a caballo toda la extensión del reino sin sentir
agotamiento, que era rápido como el viento sagaz como las águilas astuto como
las ardillas y trabajador incansable, su inteligencia se duplicaba bajo la
tutela de los abuelos, unos soberanos
admirables que habían heredado sabiduría de padres a hijos desde tiempos
inmemoriales, el abuelo materno del príncipe Santiago era un rey bondadoso y
noble que se encargo de adiestrar al joven preparándole para luchar en la vida
con honradez, la honradez era como un talismán de herencia perpetua.
El abuelo además de
darle la fortaleza del apellido que lo marcaría con el respeto y la prudencia
de los Ponce también le regaló su imagen, el rostro del abuelo se duplicó en el
joven Santiago que pasó desde entonces a ser su más apreciado capricho, su ojo
derecho.
Pero
un día el abuelo José tuvo que regresar al país de las hadas y el reino de los
Ponce quedó en manos de su única hija una hermosa mujer que se caso con el rey
Emilio , formando así el reino de los Cobo Ponce, reinado que fue traspasado al
joven Santiago por deseo explicito de sus padres, Emilio y su esposa Milagros
cuando este se caso con la reina Flor de Amor, fusionaron todos los poderes y de
esta manera se fortalecieron los dos reinos, “Así seremos más fuertes, seremos
mucho más poderosos y respetados” Dijo el rey Emilio, “Nada podrá vencernos,
con los dos reinos unidos duplicaremos riquezas talento y sabiduría así seremos
más fuertes, tú hijo mío permanecerás al frente de todo pero no te preocupes
porque yo estaré siempre protegiendo tus espaldas, sé que es una carga pesada
pero eres fuerte y sabrás como llevarlo, yo he estado bastante tiempo llevando todo
ahora te toca a ti, ha llegado la hora de mi relevo así yo podre dedicarme un
poco más a tu madre y a trotar por los montes persiguiendo corzos que es una de
las pasiones de mi vida”, sin embargo a pesar de decir eso jamás dejó de estar
al lado del hijo trabajando hombro con hombro y solo alguna que otra vez se
dedicaba a su deporte favorito, la caza.
El traspaso de poderes
se hizo de común acuerdo, se celebraron grandes festejos, el reino de los Cobo
Ponce y los Sáez Martínez se fortaleció inmensamente haciéndose famoso y
envidiable bajo el mando de los jóvenes príncipes Flor de Amor y Santiago que
tomaron
muy responsablemente la
dirección de aquel hermoso país siendo
inmensamente felices y poderosos, sin embargo no se endurecieron sus corazones
ante el poder y la riqueza, se comportaban con tanta sencillez que eran siempre
mencionados como ejemplo.
Hasta tal punto se
hicieron querer que los súbditos llegaron a conocerlos por el sobre nombre de
“Los reyes amigos” eran tan sencillos recatados y cercanos al pueblo que
incluso estos les nombraban por el diminutivo de sus nombres, Santi y Flor.
El rey amaba a la reina
y repartía respeto entre los suyos con la misma generosidad que lo había
recibido de sus mayores porque estaba adiestrado con amor y disciplina, y esa
era su ley.
La reina era una mujer inteligente
y cariñosa que entre infinidad de cualidades tenía la de ser caritativa, no se recordaba
ni una sola vez que alguien se hubiese marchado de palacio sin la solución
demandada o la dadiva requerida.
Hasta tal extremo llegó
la generosidad de la soberana que estableció en el reino la costumbre de
repartir el último día del año todos los trajes que el protocolo obligaba a la
familia real a lucir en fiestas y ceremonias, todo cuanto los sastres de
palacio cosían para la casa real durante el año era repartido equitativamente
entre los súbditos, todos los fines de año se les regalaban las ropas a las
gentes del reino para que pudieran lucirlas en noche vieja, “de esta manera
nosotros renovamos el vestuario palaciego y a la vez les ayudamos a los más
necesitados para que puedan llevar sus vidas con más dignidad” había dicho la
reina. Por eso todos los años, cuando llegaba el momento de pasar de un año a
otro se hacían preparativos en palacio para una gran fiesta, la reina les daba
el día libre a todos sus servidores, hacía traer cocineros y servicio de otros
países para que organizaran el festejo y daba fiesta a los suyos para que disfrutaran
como todos los demás habitantes del reino, por eso aquellas fiestas se hicieron
famosas porque era todo un derroche sin precedentes en otros países.
En las noches de fin de
año la reina ordenaba a los servicios contratados preparar un suculento banquete,
invitaba a nobles y humildes a pasar la noche en palacio compartiendo y
disfrutando con ellos de una fiesta majestuosa, en ella soberanos y servidumbre,
nobles y vasallos se regodeaban unidos sin distinción de clases disfrutando de todo
cuanto cabía disfrutar en un lugar tan distinguido y en una fecha tan especial.
Cuando alguien le
preguntaba porque daba aquellas fiestas ella siempre decía,” el traspaso de pasar
de un año para otro, es el momento justo de despedir un ciclo envejecido y dar
paso a la renovación de una nueva etapa, se debe disfrutar compartiendo la
opulencia recibiendo el año nuevo con el alma llena felicidad, eso atrae la
benevolencia de los dioses y si estos están contentos nos seguirán otorgando
bendiciones “.
Con éste convencimiento
lo organizaba todo, cada cosa era repasada meticulosamente, siempre estaba
vigilante mientras se adornaban setos parterres y miradores, ordenaba que se
colgaran guirnaldas, que se extendieran mullidas alfombras, hacía colocar amplias
mesas engalanadas con finísimas mantelerías, sacaban las más ricas vajillas de
oro, ordenaba que se instalaran iluminaciones estratégicas para que todos los
rincones de los jardines lucieran con su
mayor encanto y desde luego que se duplicaba todo con el mayor esmero de la
servidumbre para que en esa noche nada faltara al requerimiento de los
festejantes.
Esa noche los reyes
presidían la fiesta sentados en una mesa de cabecera engalanada ricamente como
todas las demás, la única diferencia era que en ella se sentaban solo los reyes
y familiares ordenados de la siguiente manera, de derecha a izquierda el padre
del rey,
la derecha a
continuación se sentaba
la abuela Milagros, abuela del rey Santi,
madre de todos los reyes y la dueña y señora de una vieja costumbre, ella tenía
que darle punto y sabor con benevolencia a todos los guisos y sabores que servían
de alimento a su nieto, “porque ella lo había criado, porque era su ojo derecho
y porque le daba la gana” La “Vixi” como
un día no muy lejano la llamarían sus biznietas, “Vixi” solo tenía dos ojos
para mirarlo todo, los dos ojos de su nieto el Rey Santi.
A la izquierda de la Reina
Flor siempre se sentaba su madre, una mujer rara y soñadora, de pocas palabras
y muchos escritos, a continuación de ella se sentaba el fiel Manolo, padrino y
protector de la Reina Flor, un lobo estepario acostumbrado a la soledad de la
montaña que solo abandonaba su refugio cuando los monarcas lo solicitaban,
luego se situaban los parientes más cercanos y después en diferente mesas las
demás personas, estas ocupaban su lugar en las mesa sin más distinción de
clases ya que esa noche era imposible distinguir categoría social porque todos iban
engalanados ricamente con los costosos trajes que les habían tocado en el
reparto de ropas que se había hecho con anterioridad, de esta forma los
comensales estaban a la altura del acontecimiento, no desentonaban ante la
opulencia de los monarcas que para esa ocasión también estrenaban nuevas
vestiduras que por supuesto serían las donaciones del año siguiente, e ahí
porque eran miradas con muchísimo interés y alabadas sin cesar, cuando todos
estaban bien colocados correctamente un lacayo se lo comunicaba a los monarcas,
estos les solicitaban a los mayordomos que trajeran unos cofres repletos de
monedas de oro y con la ayuda de diez doncellas vestidas de vaporosos trajes
blancos como si fuesen hadas las iban repartiendo como regalo de la siguiente
manera, a los criados les daba tres moneda de oro por cada año servido, a los
súbditos cinco monedas por cada hijo en edad de trabajar, a los ancianos una
moneda por cada año de vida, a los soldados
una bolsa con cincuenta monedas de oro, a los condes, duques y marqueses
como eran poseedores de grandes fortunas solo les daba los derechos de nuevos
títulos para seguir engrosando sus fortunas, de esta forma podrían ayudar a los
monarcas a mantener el reino en orden.
En la época a la que se
remonta esta leyenda las ropas de los reyes solían ser autenticas joyas, todos
estaban hechas por los más prestigiosos modistos, se empleaban en ellas los
mejores tejidos, las sedas más finas y los brocados más exquisitos para hacer
con ellos verdaderas obras de arte, eran prendas recamadas de pedrería que
aumentaba y a veces hasta triplicaba el valor de la prenda, en estas joyas de
la confección se empleaban las mejores y más finas sedas de oriente, los terciopelos más
hermosos, los rasos y tules de coloridos inigualables y los tejidos más
valiosos.
Los trajes lucían preciosos bordados de oro y pedrería, se
elaboran en ellos hermosas filigranas que despertaban envidia y admiración al
verlos, eran prendas que por muchos años que pasaran jamás perderían su valor,
primero por estar elaboradas primorosa y ricamente como joyas de artesanía y después
redoblando su valor por haber tenido el honor de estar sobre los hombros de un
rey.
Voy a situar la
historia de una de estas fiestas de cambio de año en el año 2008, la reina Flor
se había esmerado mucho más que otros años para que la fiesta fuera más
hermosa, más alegre y más generosa, pues el nuevo año le traería un regalo muy
especial, su primer hijo, estaba previsto para que naciera en febrero y la
soberana quiso hacer participes a todos de las buenas nuevas que se avecinaban
en palacio, para eso hizo traer de las tierras más lejanas regalos que jamás se
habían visto en el país, a las mujeres les trajo perfumes y adornos orientales,
a los hombres vinos espumosos y a las niñas una caja de música con un canción
de nana que no hacía falta abrir para escucharla, la caja era de raso azul como
el azul del mar cuando está en calma, en el centro de la tapa tenía la cajita un
nombre interrogante oculto bajo cinco estrellas doradas, cada estrella tapaba
una letra, el día que se descubrieran estas letras se formarían con ellas el
nombre que había que ponerle a la criaturita que estaba por nacer.
La reina les rogó
encarecidamente a las niñas que no abriesen las cajas hasta el día justo en el
que naciera el príncipe o la princesita ya que si lo hacían antes podría
romperse un hechizo beneficioso que contenía. La reina no sabía cuál era el
resultado del milagro de su vientre, por eso tampoco sabía el resultado en caso
de que alguna niña abriera la caja, por eso tomo sus precauciones, ella como
mujer que era, sabía mucho de la curiosidad femenina, por eso, para impedir que
alguna niña cayera en la tentación de abrir la caja les dio a los niños otra
igual pero de color dorado con las estrellas azules y lo mismo que en las de
las niñas también se escuchaba música sin tener que abrir, igualmente debajo de
cada estrellas se escondía una letras para formar un nombre, la única
diferencia fue que en el interior de la de los niños metió la llave que abría
las cajas de las niñas, cosa que ellos ignoraban.
Aquella noche de fiesta
grande, donde los soberanos hicieron alarde de generosidad extrema disfrutaron
todos de obsequios bendiciones y parabienes, después de comer beber y bailar hasta casi el amanecer
se fueron retirando cada cual a su lugar de destino no sin antes haber
agradecido a los monarcas tanta gloria y tanta satisfacción recibida.
Conforme iban llegando
a sus casas cada uno se recreaba en su regalo, se miraba y se remiraba en el espejo
disfrutando de verse tan bien vestidos, tenían el corazón tan lleno de regocijo
de tanto disfrute y de sentir el tintineo de las monedas en los bolsillos que
no podían ser más felices y como es de suponer el bloque de pensamientos se
dividía en diferentes maneras, la de los padres en edad de procrear solo
pensaron en emplear lo que restaba de madrugada haciendo todo lo posible por
traer nuevos niños al mundo, niños que
serian nuevos servidores para los reyes y nuevas monedas en los años venideros,
los viejos en dedicar las horas contando los ahorros y esperar poder
disfrutarlos y los niños…¿Qué podían pensar o hacer los niños? ellos se fueron
a la cama abrazados a una caja que estaba llena de misterios, se pasaron un
buen rato dándole vueltas entre las manos y escuchando la música, aquella música
dulzona que bajaba los parpados y levantaba la fantasía a lugares insospechados
buscando sueños distintos.
Pero aquella noche fue
diferente a todas las noches, sin saber cómo ni por qué se desprendió del cielo
un solo sueño, lo trajo directamente a la cabeza de los niños la reina de las
hadas que traía en los brazos a un ángel de ojos negros y piel de gacela, llegó
con su aleteo de mariposa dejando una sola idea en todas las frentes infantiles
y a la misma hora se quedaron todos dormidos y
como los niños cuando duermen le salen alas levantaron el vuelo y se fueron
todos a la vez a disfrutar en el mismo
sueño, volaron y volaron como una bandada de gorriones al país de los ángeles.
Cada uno llevaba su cajita
entre las manos, todos a la vez la pusieron en el centro de una gran estrella
azul que también tenía alas y lo mismo que hacen las mariposas se quedaron
revoloteando alrededor para ver lo que pasaba, y aquí, que el ángel de ojos
negros que no era ni niño ni niña porque nunca había nacido, se le cayeron las
alas y se quedó parado en el mismo centro de la estrella escuchando una hermosa
canción de nana. Los niños seguían revoloteando, pero el ángel fue destapando
las cajas sacando llaves de unas, raspó letras abrió tapas hecho sonrisas de
seda jugueteo con la estrella azul como en un lago de agua y se volvió rosa y
carne que espera ser abrazada.
¡Será una niña! Dijeron
todos los niños a la vez mientras que se despertaban con caras de sol naciente,
¡Será una niña y se llamará Paula!
Aquella mañana salieron
todos a la calle con un único comentario, ¡Pues no ha soñado mi hijo que es una
princesita lo que va a nacer! ¡Y mi hijo también y que se llamará Paula! ¡Y el
mío…y la mía…!
¿Pero alguno ha abierto
la caja?¡Qué va, la caja está en su sitio…! ¡Esto es una cosa muy rara…! decían
todos a una, vamos a decírselo a los reyes a ver qué les parece.
Cuando llegaron a
palacio y les contaron a los reyes lo que había sucedido estos no demostraron
ninguna sorpresa, parecía que ya estaban enterados, uno de los súbditos le
preguntó, ¿Es que lo sabíais Majestad?
Si, dijo el rey la reina y yo hemos soñado lo mismo, esperemos a ver qué pasa
en febrero.
Aquel mismo día
empezaron a florecer algunos almendros, y a la semana siguiente y a la otra y
todo el mes de enero continuaron floreciendo, nunca se han visto tan hermosos
los almendros ni una cuajada de fruto como la de aquel año.
Llegó febrero, la reina
Flor se comportó como lo que era una reina, abrió su cuerpo como un nenúfar y
trajo a la vida un ángel de seda y luna con unos ojos inmensos que hicieron al
rey más hombre, mucho más honrado y más justo porque cada día se reflejaban sus
ideales en los dos espejos de su hija Paula.
Tanta felicidad trajo
la princesa Paula a aquel reino que el tiempo transcurría sin sentir para el
rey Santi y la reina Flor era como una burbuja de felicidad donde solo cabía el
amor, el país era una balsa de aceite para todos, los mayores hacían con agrado
sus tareas, los jóvenes se alegraban de haber nacido en tiempos tan felices y
los niños se olvidaron incluso de las cajitas que un día les dio la reina y del
sueño que una vez les estropeo la sorpresa, se olvidaron de todo y solo querían
ir al parque a jugar con la princesa, eran todos tan felices que los reyes
desearon con todas sus fuerzas traer otro hijo a la vida, deseaban repetir la
experiencia y la reina quedó de nuevo en cinta, a los dos años y siete meses
cuando la tierra está en sazón y maduran las uvas vino al mundo la princesita
Martina.
Las dos princesas
cubrieron de felicidad todos los rincones del reino hasta tal extremo que sus
padres desearon eternizar para siempre aquel lugar para que nada ni nadie
pudiera entrar con malas ideas y un día, en la noche de fin de año, en el
momento justo donde termina el año viejo y empieza el año nuevo, cuando los
reyes hacen su fiesta más hermosa porque comparten felicidad con sus súbditos
familiares y vasallos mandó la reina traer aquellas cajitas que los niños habían
dejado olvidadas sin abrir, les ordenó ponerlas en el centro de los jardines de
palacio dando permiso para que las abrieran.
Cuenta la leyenda que
fue algo irrepetible, el dios de los sueños y cada una de las hadas de los
niños y las niñas presentes en aquel momento, porque cada niño y cada niña
tiene un hada que le protege, unieron sus fuerzas para eternizar aquel lugar
maravilloso dándole el privilegio de la inmortalidad, el reino de Santi y Flor
fue sumergido en la profundidad de unas aguas imaginarias donde solo las almas
buenas, los niños y los soñadores pueden verlo en las noches de luna llena en
el momento justo donde se acaba un año y empieza otro para poder admirar la
belleza de las dos hadas del agua, Martina y Paula, pero para que los demás
mortales pudieran disfrutar lo mismo que los dioses hizo repetir otro exactamente
igual en un pequeño pueblo del mundo que se llama Sant Boi… ( Barcelona)
¡Y colorín colorado este cuento se
ha acabado el día 22-12-2011 en L´Hospitalet a las 3´30 de la madrugada y
dedicado a mis reyes Santi y Flor y a mis dos princesas Paula y Martina.
La Magna.
Paula
y MartinA. las PRINCESAS PREFERIDAS DE LAS hadas del LAGO AZUL
Granada Sandoval
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